Los inversores se enfrentan cada día más al desafío de buscar rendimientos. El entorno de bajos tipos de interés ha hecho que los segmentos más seguros del mercado de bonos sean poco atractivos. Los activos libres de riesgo ofrecen una baja remuneración y no son inmunes a los picos de volatilidad. Este nuevo paradigma financiero invita a replantearse en profundidad las estrategias de inversión.
En este entorno, Edmond de Rothschild AM defiende que las firmas europeas cuentan con características favorables. “Las empresas, en especial las europeas, deben estar en la parte core de la estrategia de generación de rendimientos. De hecho, el horizonte parece claro en el Viejo Continente. Aunque las elecciones italianas y austriacas podrían llegar a alimentar puntualmente las dudas en las próximas semanas, la disminución del riesgo político, después de las elecciones en Francia y Alemania, se produce en un momento en el que la recuperación está cobrando impulso. Los dos grandes países rezagados, Francia e Italia, estancados hasta el otoño de 2016, finalmente se han incorporado al pelotón europeo. Los márgenes de las empresas, que han sido bajos durante bastante tiempo, comienzan a recuperarse y cuentan con potencial de mejora. La dinámica de crecimiento de los beneficios, inédita desde 2010, se está acelerando. Además, las valoraciones relativas de las acciones europeas siguen siendo atractivas», explican desde la gestora.
Respaldadas por la mejora de las condiciones macroeconómicas, las empresas europeas ofrecen una amplia variedad de emisores y oportunidades a lo largo del ciclo, tanto en los mercados de renta variable como de bonos. «Una precaución es necesaria: ser selectivo y elegir el instrumento más adecuado», defiende la gestora.
Combinar la búsqueda de rendimientos regulares con la gestión del riesgo
Los clientes cuyo objetivo es preservar su patrimonio buscan sobre todo retornos regulares. Para cumplir con sus expectativas, la gestora ha desarrollado una estrategia de inversión basada en la selección de acciones y bonos. A través de un enfoque bottom up, los gestores de Edmond de Rothschild Fund Income Europe favorecen las empresas europeas que muestran flujos de caja significativos y recurrentes que les permiten ofrecer cupones atractivos o dividendos estables o crecientes. Invierten, por un lado, en el universo de la renta variable europea y, por otro, en bonos corporativos en euros. Aunque, en teoría, la cartera de renta variable puede suponer entre el 0% y el 50% de la cartera, en la práctica, la media es del orden del 25%.
El fondo está gestionado conjuntamente por expertos en renta variable europea y deuda corporativa, que se complementan en sus análisis, beneficiándose de esta forma de un conocimiento completo de la estructura de capital de las empresas. Son capaces de determinar qué instrumento es el más adecuado para ofrecer rendimiento a los inversores (acciones, bonos con grado de inversión, bonos high yield, deuda subordinada, bonos convertibles). Con el objetivo de controlar el riesgo, la cartera ofrece diversificación sectorial, geográfica o de capitalización. Los expertos aseguran un buen nivel de liquidez, gracias a la selección de acciones de gran capitalización en el segmento de renta variable y un filtro de liquidez en el segmento de bonos. Además, pueden decidir si establecen coberturas tácticas frente a algunos riesgos (tipos, acciones, crédito, etc.)
En lo que respecta a la cartera de renta variable, que actualmente tiene unos 40 valores, los gestores prefieren valores que generan elevados flujos de caja para retribuir rendimientos al accionista a través de dividendos crecientes y sostenibles, ya sean compañías con dividendos establecidos (Royal Dutch Shell, Orange o Munich Re) u otras que podrían aumentar significativamente sus dividendos (SAP, Capgemini, Unilever). Seleccionan principalmente compañías de gran capitalización, con una preferencia por los sectores más defensivos, como el farmacéutico, la construcción o el de telecomunicaciones. Por otro lado, siguen estando poco expuestos a sectores sensibles al aumento de los tipos de interés.
La cartera de deuda está compuesta por alrededor de 150 posiciones. Los gestores favorecen un carry atractivo y los bonos high yield con una duración moderada al invertir en compañías que tienen una voluntad clara de controlar su deuda y que se benefician de sólidos flujos de caja. Además, el entorno regulatorio favorable y la mejora de los fundamentales en el sector financiero los convierten en una opción de inversión atractiva a través de instrumentos subordinados.