Este año se cumple el décimo aniversario del desembarco de la gestora DPAM (Degroof Petercam Asset Management) en España, coincidiendo además con el quinto aniversario de uno de los fondos emblemáticos de la firma, DPAM B Equities NEWGEMS Sustainable. Para la industria 2022 ha marcado un momento de reset, de reinicio en un entorno que no se veía desde hacía décadas, pero que representa un desafío que el CEO de la firma, Peter de Coensel, mira con optimismo.
En una entrevista con Funds Society, De Coensel subrayó la importancia de considerar los rendimientos a lo largo de todo un ciclo de inversión, de la enorme financiación necesaria para lograr una transición energética para la que casi no queda tiempo, y de los motores de crecimiento orgánico de la firma, con la meta puesta en consolidar la marca y los valores que representa.
¿Qué significan para usted los 10 años de presencia de DPAM en España?
Un aniversario es una celebración y, cuando DPAM empezó hace 10 años, el principal mensaje es que estábamos comprometidos a estar no solo en Madrid, sino en todo el territorio español, en Portugal e incluso llegar a Latinoamérica. Invertir en España hace 10 años fue un compromiso a largo plazo y lo que hemos creado es una amplia base muy firme de inversores institucionales, pero también una red de individuos, que invierten en nuestras soluciones.
Hemos abierto nuevas oficinas en otras ciudades de Europa en los que estamos presentes, como Fráncfort, Ginebra, Milán… A veces ha habido resets, como en este 2022, pero llegamos para quedarnos. Para mí es una travesía increíble, aplicamos nuestros procesos de inversión con convicción durante todos estos años y eso ha hecho que nuestra marca se expanda por Europa y más allá. Así que me siento satisfecho y dispuesto a celebrar los 15 y los 20 años en la próxima década.
Acaba de comentar la necesidad de reinicio… ¿cómo ha sido 2022 para DPAM?
No podemos decir que haya sido fácil. Nuestro modelo de negocio se sustenta en la oferta de activos que gestionamos para nuestros clientes, y no habíamos experimentado una corrección semejante en los últimos 40 o 50 años. Y en la que tanto la renta variable como la renta fija, en casi todos los sectores, ha sufrido entre un 10% y un 15% de caída. Nos alegramos de que haya habido recuperaciones en las últimas semanas una vez superada la etapa más agresiva de tensionamiento monetario que hemos estado experimentando durante los últimos ocho meses.
Como consecuencia, el precio de la renta fija y de diversas compañías en las que invertimos –y que define su futura valoración- se ha vuelto atractivo en muchos sectores. Entramos en 2023 con confianza pese a enfrentarnos a mucha incertidumbre geopolítica desde que comenzó 2022. Tengo que decir que ha sido dramático por la cercanía de la guerra, pero por otra parte los mercados financieros siempre han debido enfrentarse a tensiones geopolíticas a lo largo del tiempo. Solo podemos esperar que haya una pronta solución a la guerra que no solo rebaje la incertidumbre energética, sino la incertidumbre general que está poniendo presión sobre la prima de riesgo tanto en la renta fija como en la variable.
La principal lección aprendida en concreto para DPAM es que no sufrimos ningún “accidente” específico por país o compañía en nuestros fondos. Y eso es un buen resultado y creemos que tiene que ver con nuestros procesos de inversión, el enfoque en la gestión del riesgo a partir tanto de los fundamentales como de los factores medioambientales, sociales y de gobernanza que tratamos al mismo nivel. El rendimiento es lo que impulsa y lo que define nuestros procesos a lo largo de un ciclo de inversión, no un año calendario.
¿Cuáles son los pilares de crecimiento de DPAM para los próximos años?
En los últimos diez años hemos podido captar a grandes inversores institucionales finales. Por supuesto que seguiremos trabajando con distribuidores, pero nuestra plataforma de información, gestión y de servicios ha alcanzado una dimensión tal que el interés de los inversores finales sigue creciendo con rapidez. Esto rebajará seguramente la volatilidad de nuestros resultados financieros.
Mantenemos este modelo orgánico de crecimiento. Seguimos teniendo en la mira la expansión a nivel global, pero de una manera nada agresiva, enfocándonos en las capacidades de análisis de nuestros equipos a nivel mundial. Tenemos por ejemplo un joint venture con OFI AM en Hong Kong, y también miramos a América y en particular a Canadá, donde podríamos desarrollar negocios.
Buscamos por tanto crecer de manera orgánica, no agresiva a través de estrategias de M&A, porque eso no está en nuestro ADN. Queremos seguir junto a nuestra base de clientes institucionales y ser muy reconocibles como marca en lo que representamos.
¿Qué tendencias o estilos de inversión considera atractivos de cara a 2023?
Somos gestores de carteras y probamos nuestra valía añadiendo valor durante un ciclo de inversión ya sea en renta fija, variable o en soluciones equilibradas. 2022 ha provocado decididamente grandes drawdowns. Creemos que ya nos acercamos al fin del endurecimiento monetario, que hemos superado dos tercios del ciclo, así que observamos ese punto terminal porque ir más lejos de los niveles ya descontados hoy por el mercado podría infligir un daño no lineal a los mercados, pero también a las economías y especialmente al empleo.
Pero volviendo a la pregunta, vemos valor en el sector inmobiliario, en carteras de renta variable global de alta convicción, bien equilibradas. También creemos que hay mucho valor en ciertos sectores y compañías en Europa –aunque dependerá también de la situación geopolítica-. Consideramos asimismo que continúa la rotación en los mercados estadounidenses por su mayor sesgo tecnológico, hasta que se asienten las valoraciones de ciertas compañías.
Hay que comprender que después de lo que ha pasado en los últimos 10 años, es difícil para la gente enfrentar la realidad de unos tipos de interés que probablemente se situarán entre un 4,5 y un 5%. Aunque los precios del mercado ya lo descuentan, la rotación puede que continúe aún en Estados Unidos.
La renta fija es un sector que se ha vuelto muy interesante. Hemos visto que la normalización monetaria no ha causado muchos riesgos sistémicos. Hubo momentos antes del verano en los que los diferenciales de crédito estuvieron bajo presión, pero no es el caso ahora mismo.
Como mucho veremos un modelo de crecimiento menor que antes de la pandemia, relacionado con cuestiones como la evolución demográfica, la productividad, con que la cualificación necesaria en una economía o una geografía encaje con la oferta laboral. Se trata de tendencias a largo plazo que se mueven despacio, que nos retrotraen a un entorno de menor crecimiento con el aspecto positivo de que la normalización de la política monetaria, que nos lleva de vuelta a los tiempos anteriores a la crisis de 2008, nos proporcionará un sistema financiero menos peligroso tras algunos accidentes de endeudamiento y excesiva codicia en algunos sectores.
Lo ve por tanto de manera optimista…
Aunque pueda haber algunas situaciones de estrés, es una vuelta a una situación históricamente normal, y lo veo de manera positiva porque cabría esperar que la normalización monetaria se hubiese llevado a cabo en dos años y medio o tres, y la hemos visto en menos de 12 meses, algo inédito. Recuerdo 1994, cuando se produjo también una normalización muy rápida entre febrero y octubre, o la caída en 2013, y en el año posterior hubo una recuperación en la que se compensaron muchas de las pérdidas. Así que sí, soy optimista sobre 2023.
¿Considera que la actual crisis energética podría afectar a la inversión ESG a medio plazo?
En nuestro análisis financiero, de modelo de negocio o de la forma en que el entorno afecta a un país o a una compañía internamente o a sus stakeholders, nosotros utilizamos un único acercamiento para observar las valoraciones, en el que las cuestiones ESG están integradas. Para DPAM es un proceso puro de bottom-up, nunca miramos los aspectos ESG desde una perspectiva top-down. Y para cerrar el círculo, nos comprometemos con las compañías y votamos de manera activa.
Soy bastante ambicioso, no soy dogmático. Voy a mencionar una cifra esclarecedora: en el año 2000, el mundo dependía aproximadamente en un 86% de los combustibles fósiles, un 4% era energía nuclear y las renovables ascendían a un 11% o menos. Hoy aún tenemos un 84% del mix en los combustibles fósiles, así que tenemos que hacer una enorme transición en muy poco tiempo. El año 2035 es mañana en términos de la magnitud del desafío. Y por eso tenemos que ser un socio activo en la transición.
La exclusión es a veces necesaria y las compañías que estén en la lista negra tienen que sentir los efectos en sus balances o a la hora de refinanciarse o incluso en la forma en que venden sus productos o servicios. Se está convirtiendo en un asunto de primer orden que impacta sobre las compañías o los países de una manera mucho mayor que en años anteriores.
Así que, desde una perspectiva de gestión del riesgo, tenemos que hacer la parte cuantitativa pero sobre todo la cualitativa del análisis porque no queremos caer en una trampa. Así que hay que realizar un proceso interno de interpretación al que luego se suma la participación activa y la votación, dos piezas clave si quiere desplegar un enfoque creíble en la construcción de carteras.