En mitad de la significativa transformación que está experimentando la industria de la inversión sostenible, se ha publicado una nueva edición del Responsible Investment Brand Index (RIBI™). Según este ranking DPAM, Candriam y Pictet AM son las gestoras de activos que tienen la imagen de marca más responsable a nivel mundial. El top 10 de esta clasificación la completan, por estricto orden, UBS AM, Nordea AM, Nuveen, Mirova, Robeco, Triodos IM y WHEB AM.
Según explican los autores de este índice, Jean-Francois Hirschel y Markus Kramer, la inversión en criterios ESG, que en su momento fue considerada el referente de las finanzas sostenibles, se ha visto sometida a críticas y controversias constantes. “Las preocupaciones sobre el greenwashing, la falta de estandarización y el debate sobre la posible disyuntiva entre generar un impacto positivo y obtener rentabilidad financiera han llevado a una reevaluación de su eficacia e intenciones. Este escepticismo ha llevado a algunos inversores e instituciones a distanciarse de las estrategias centradas en ESG, en busca de enfoques más auténticos hacia la inversión responsable”, explican.
Para Ophélie Mortier, directora de Inversión Sostenible de DPAM, “incluso en este contexto lleno de desafíos, en el que nos enfrentamos a presiones a corto plazo, seguimos convencidos de la importancia de la inversión responsable y de la doble materialidad. Nuestro compromiso con los clientes, los stakeholders y la sociedad impulsa nuestro propósito. Nos centramos en la combinación de factores materiales para buscar empresas sostenibles, independientemente de los ciclos económicos, el entorno normativo o las presiones políticas. Nuestro objetivo sigue siendo tomar decisiones mejor fundamentadas para obtener mejores rendimientos. Creemos en lo que tiene sentido para todos los inversores, más allá de conceptos y siglas».
El informe que acompaña este ranking señala que, ya a lo largo de 2024, se han observado que muchos gestores de activos están viendo puestas a prueba sus convicciones, y algunos parecen dar marcha atrás respecto a compromisos previamente declarados cuando se enfrentan a presiones políticas o del mercado. Según indican, esto plantea preguntas fundamentales sobre si los principios de sostenibilidad estaban realmente integrados en estas organizaciones desde el inicio, o si simplemente fueron adoptados como herramientas de marketing. Por lo que consideran que las firmas que mantienen un mensaje y unas acciones coherentes en distintos contextos de mercado demuestran que sus valores son auténticos, y no meramente oportunistas.
El documento indica que, actualmente, los gestores de activos se ven cada vez más divididos entre gestionar la volatilidad del mercado a corto plazo y los cambios políticos, y al mismo tiempo cumplir con sus responsabilidades a largo plazo hacia los clientes, empleados y las empresas en las que invierten.
“El entusiasmo en torno a la inversión ESG se ha moderado debido a críticas que ponen de relieve sus complejidades y posibles deficiencias. Los críticos sostienen que el ESG, al englobar métricas diversas sin definiciones universales, suele convertirse en un ejercicio superficial de relaciones públicas más que en un motor de cambio real. La excesiva complejidad y la falta de estándares de medición han enturbiado aún más su implementación, lo que ha llevado a una dilución de su impacto previsto. En un campo que aún es relativamente joven, el deseo genuino de generar un impacto positivo puede haber llevado a algunos gestores de activos a asumir compromisos excesivos”, señala el informe.
Principales conclusiones
Sin perder de vista los retos y las tendencias que plantea el informe, los autores del índice concluyen que las gestoras de activos deben ir más allá del simple cumplimiento de los criterios ESG y crear identidades auténticas para poder desenvolverse con éxito en la era de la inversión responsable 2.0. “Aquellos gestores de activos que tienen valores auténticamente integrados en su cultura corporativa demuestran mayor resiliencia ante los cambios regulatorios, las presiones del mercado y los vientos políticos en contra, manteniendo principios coherentes a lo largo de distintas geografías y ciclos de mercado”, destacan.
En cambio, consideran que las empresas que abordan la inversión responsable como una iniciativa meramente estratégica —o peor aún, táctica— suelen verse obligadas a ajustar constantemente su posicionamiento: “Adoptan los principios ESG en épocas favorables, pero se repliegan cuando enfrentan dificultades”.
En este sentido, explican que el informe RIBI 2025 revela que los gestores de activos están divergiendo cada vez más en dos caminos claramente diferenciados: por un lado, aquellos que han integrado los principios de inversión responsable en el núcleo de su identidad; por otro, quienes los tratan como un añadido opcional. “El primer grupo demuestra una mayor coherencia cultural, con declaraciones de propósito vinculadas al impacto social y sistemas de valores que refuerzan estos compromisos”, matizan.
Según su análisis, en 2025 resulta aún más evidente que Estados Unidos y Europa están adoptando caminos distintos en lo que respecta a la inversión responsable, algo que los resultados del RIBI 2025 ponen claramente de manifiesto. Para Jean-Francois Hirschel y Markus Kramer esto plantea un reto importante para las compañías globales que operan a nivel mundial, hasta el punto de que algunos gestores de activos están promocionándose de una manera en EE.UU. y de otra en Europa.
“Esta inconsistencia no solo daña la credibilidad, sino que genera confusión. Enfoques comunicativos como estos en materia de inversión responsable también aumentan el riesgo de inconsistencias que pueden derivar en problemas de cumplimiento normativo. Pero lo más importante es que los clientes piensan y actúan a escala global. Los empleados pertenecen a una sola firma. Si se les pide presentar la empresa de manera distinta según la región, se multiplica la confusión. Y si los empleados se pierden, también lo harán los clientes”, argumentan.
Enfrentarse al reto
Frente a este contexto, apuntan que el reto no es muy diferente al que los gestores de activos han experimentado durante años al comercializar una estrategia de inversión tanto al público minorista como al institucional: “La filosofía de inversión se mantiene constante, la identidad y los elementos diferenciadores de la estrategia no cambian, pero la forma de expresarlo se adapta al público objetivo. De forma similar, una identidad coherente en torno a la inversión responsable puede comunicarse con los matices adecuados para cada mercado sin comprometer los principios fundamentales”.
Su experiencia les ha demostrado que los gestores de activos más exitosos comprenden que esto no se trata simplemente de una oferta de productos, sino de quiénes son realmente como organización. “Saben que en un mundo donde los productos financieros se vuelven cada vez más comoditizados, su identidad distintiva y su integridad cultural se convierten en potentes elementos diferenciadores”, concluyen.
Sobre este índice
En su séptima edición, el Responsible Investment Brand Index (RIBI™) destaca la capacidad de 600 gestoras de activos a nivel global para trasladar a su marca los esfuerzos que realizan en favor de la inversión responsable. El índice es una herramienta indispensable y una fuente de información dentro del sector. En este sentido, las dos dimensiones de la evaluación RIBI son, por un lado el compromiso (vertical – hard factors) y, por otro, el marca (horizontal- soft factors).
Sobre el primero de ellos, el compromiso, un total de cinco criterios ponderados a la media, tales como el nivel y la calidad del compromiso y la gestión, la estrategia y la organización en torno a la inversión responsable. La fuente de evaluación se basa en los informes de Transparencia de los Principios de Inversión Responsable: se tienen en cuenta hasta 300 parámetros para conformar los cinco criterios de primer nivel de la calificación del compromiso. Respecto a la marca, un total de ocho criterios cualitativos, como la expresión del propósito de la empresa, la expresión de sus principios y la vinculación con los valores de la sociedad. Esta evaluación se basa en la investigación y en el área de especialización en la materia.
Este año, la metodología de evaluación mantiene la misma filosofía que en las seis ediciones anteriores. Sin embargo, han añadido más nivel de detalle. Han realizado un análisis RIBI de las gestoras por tamaño, distinguiendo entre Boutiques (con patrimonio inferior a 20.000 millones de euros) y ampliando a Mid-Tier (AuM entre 20-100.000 millones de euros), Major Institutions (entre 100-500.000 millones de euros en patrimonio) y Giants (superiores a 500.000 millones de euros). El estudio muestra que, por término medio, cuanto más grande es la gestora de activos, mejor expresan en su marca sus convicciones en materia de inversión responsable. Al mismo tiempo, hay gestoras de activos más pequeñas que lo están haciendo muy bien (tres boutiques figuran entre las 10 mejores del mundo).
Como en años anteriores, el índice permite clasificar a las empresas en cuatro categorías: vanguardistas, que están por encima de la media tanto en compromiso como a nivel de marca; tradicionalistas, que están por encima de la media en la calificación de compromiso y por debajo de la media en la calificación de marca; aspirantes, que están por encima de la media en cuanto a la marca y por debajo de la media en el Ccompromiso, y los rezagados, que están por debajo de la media en ambas calificaciones.