Aquellos productos que han sido probados en el tiempo y ofrecen flujos de ingresos reforzados, mejoran la diversificación y se centran en la preservación de capital deberían encontrarse, a juicio de Degroof Petercam Asset Management (DPAM), en cada lista de la compra de fondos estratégicos. “Nuestro enfoque conservador de selección de bonos puede ser una opción beneficiosa”, destaca la gestora en un reciente informe, al señalar que su DPAM L Bonds EUR Corporate High Yield cuenta con un exitoso historial de casi cinco años.
Estructuralmente, los inversores institucionales no han invertido lo suficiente en los mercados de high yield, que se desarrollaron recientemente en comparación con los viejos mercados de bonos gubernamentales. Diseñados en Estados Unidos en los años 80, este tipo de activo, como cualquier otro, tuvo que superar tiempos difíciles en sus inicios, pero fue incluyendo un creciente número de empresas de diversos sectores y, al mismo tiempo, comenzó a expandirse hacia Europa.
DPAM, que gestiona alrededor de 1.000 millones de euros de deuda corporativa high yield, está convencida de que las instituciones invertirán cada vez más en este tipo de activo, ya que sus características clave coinciden con muchas de sus necesidades. En ese sentido, destaca sus tres ventajas principales:
1. Cupones atractivos
Los títulos de deuda de las empresas que no están calificados como grado de inversión pagan cupones más altos que pueden ayudar a alcanzar los objetivos de beneficios de un inversor, más aún cuando las previsiones de tipos son, en el mejor de los casos, variadas. “Ese cupón más alto ha demostrado ser una fuente de flujos de caja relativamente estable a través de los ciclos”, asegura DPAM.
2. Diversificación efectiva
Los bonos high yield ofrecen retornos similares a los de la renta variable con la mitad de volatilidad. En caso de que se produzca una crisis en el mercado, también se recuperan más rápido que las acciones.
Dada su baja correlación con un gran número de tipos de activos, incluyendo los bonos soberanos, incluso una asignación neutral puede mejorar los retornos ajustados al riesgo de una cartera equilibrada.
3. Elección del riesgo
¿Preservación de capital o apreciación? “La amplia variedad de emisores individuales, sectores y geografías en el universo de high yield hace que sea posible optar por estilos de inversión más o menos defensivos, dependiendo del nivel de riesgo que busques”, destaca la gestora. A su juicio, pese a ser más volátil que otros tipos de deuda, la de alto rendimiento no es un vehículo para los más temerarios, pero es apropiada para varios tipos de inversores.
DPAM L Bonds EUR Corporate High Yield
Desde su lanzamiento hace cinco años, el fondo siempre ha alcanzado su objetivo de rentabilidad superior a la del mercado de forma continuada durante tres años, lo que le ha permitido clasificarse en el primer cuartil de su categoría Morningstar.
DPAM asegura que siempre apuesta por una visión consistente y conservadora en su análisis de emisores de high yield corporativo. Esta se basa, por un lado, en una investigación descendente que busca identificar la siguiente fase del ciclo económico para distintos países o sectores, tras lo cual asume una postura más o menos defensiva: las fases de estabilización y expansión incluyen más oportunidades de valor y mejoras de calificación, mientras que las de ralentización y reestructuración puede traer oportunidades de “ángel caído”, pero también producir defaults.
Por otro lado, la gestora realiza una investigación ascendente en la que aborda la habilidad de cada compañía para reembolsar su deuda, así como su potencial para mejorar su calificación. Además, analiza todos los tipos de riesgo (de negocio, financiero y estructural) para evitar el default y considera clave la generación de flujos de caja libres.
Ambos van seguidos de un análisis de la valoración y de una gestión activa de la cartera.
Asignación de activos
DPAM insiste en que el foco central del fondo es la generación de ingresos y la preservación de capital, a lo que se une la apreciación de este último como objetivo secundario.
Con ello en mente, la asignación de activos se distribuye en la cartera de la siguiente manera: entre un 60% y un 65 % se dedica a las “cash cows” o aquellas empresas que tienen una gran habilidad para producir ingresos altos y estables. Mientras, el 30%-35% se dirige a aquellas firmas que DPAM considera que podrían beneficiarse de una mejoría en el mercado o que podrían dar una sorpresa positiva en relación al desapalancamiento. Por último, entre un 5% y un 10% se asigna a casos cambiantes, esto es, compañías que comercian a muy bajas valoraciones, pero de las cuales la gestora detecta evidencia de que van por el buen camino.