En diciembre, la tasa de variación anual del IPC en España se ha situado en el 3,1%, una décima por debajo a la registrada en noviembre. La inflación acumulada en 2023 es del 3,2% y la tasa de variación anual de la subyacente disminuye siete décimas, hasta alcanzar el 3,8%, de acuerdo con los datos detallados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El inicio de un nuevo año siempre trae consigo una serie de desafíos y el 2024 no será la excepción. La inflación es una realidad que impacta directamente en la viabilidad y rentabilidad de las empresas. En este sentido, Expense Reduction Analysts (ERA), consultora especializada en la optimización de costes y la gestión de proveedores, destaca la importancia de adoptar enfoques proactivos, como la optimización de costes, la gestión eficiente de la cadena de suministro y la adaptación inteligente a las dinámicas cambiantes del mercado.
Con la cuesta de enero acechando y la persistente sombra de la inflación y la crisis financiera, ERA destaca cuatro efectos que tendrá (y está teniendo) la inflación en las empresas y cómo ponerle solución:
Aumento de los precios: los consumidores se enfrentan a precios más altos de productos cotidianos, como alimentos y gasolina, mientras que los empresarios experimentan un alza en los precios de las materias primas, la mano de obra y prácticamente todos los elementos necesarios para operar un negocio. Este aumento de los costos está teniendo un impacto negativo en los resultados de numerosas empresas, especialmente aquellas que ya contaban con márgenes de beneficio muy ajustados. En respuesta a esta situación, las empresas se ven obligadas a buscar formas de compensar estos incrementos y la primera reacción suele ser la de elevar los precios.
Interrupciones en la cadena de suministro: debido a la volatilidad de los precios, la escasez de mano de obra y otras perturbaciones económicas, es común que se produzcan demoras y complicaciones en la cadena de suministro como resultado de la inflación. Obtener los productos o materias primas necesarios para el funcionamiento fluido puede volverse un desafío, generando retrasos también para los clientes. Para mitigar estos riesgos, es importante tener una visión clara de los proveedores y de los mercados en los que se opera, así como estar al tanto de los cambios y tendencias.
Menor gasto de los consumidores: con la presencia de la inflación, los consumidores experimentan una reducción en su poder adquisitivo, lo que se traduce en un menor gasto. Aunque algunas empresas puedan considerarse resistentes a las recesiones, la mayoría se ve afectada cuando disminuye el gasto general de los consumidores. Atraer a nuevos clientes puede volverse más difícil y la base de clientes existente tiende a gastar menos en cada visita. Por ello, centrarse en la retención de estos es fundamental. Los fieles a la marca suelen ser vitales para que una empresa sobreviva.
Beneficios para los poseedores de deuda: una complicación interesante de la inflación es que los titulares de deudas a veces se benefician. Cuando se adeuda una cantidad fija de dinero a otra persona o entidad y el valor del dinero disminuye, la deuda en términos reales se reduce, otorgando una ventaja financiera limitada al deudor. Sin embargo, es importante gestionar la deuda con precaución y es que, los periodos inflacionistas son una excelente oportunidad para aprovechar el apalancamiento financiero.
“Las empresas que adopten enfoques para mitigar el impacto de los precios, gestionar de forma eficiente la cadena de suministro, se adapten a las dinámicas cambiantes del mercado, se centren en la retención de clientes y administren la deuda con cuidado, estarán mejor posicionadas para superar los desafíos y prosperar en un entorno económico en constante cambio”, comenta Fernando Vázquez, socio consultor y co-area developer en Expense Reduction Analysts.