Es curioso. Cuando los agentes financieros hablan de inteligencia artificial (IA) aplicada a la inversión, la palabra más repetida es “oportunidad”: oportunidad de detectar discrepancias en valoración antes que nadie, oportunidad de llegar a mercados antes vedados, oportunidad para comprar o vender los primeros… En cambio, si esos mismos agentes hablan de la IA aplicada a su modelo de negocio, entonces posiblemente la palabra más repetida sea “ayudar”: la IA ayudará a reducir costes, ayudará a acelerar procesos y a desarrollar nueva oferta de producto, la IA ayudará a proporcionar un mejor servicio al cliente final… Todo en positivo, pero, ¿cómo lo hará exactamente?
Según el estudio de KPMG “Tax Reimagined 2023: Perspectivas de la C-suite”, seis de cada diez empresas de todo el mundo ya están utilizando inteligencias artificiales para tareas que van desde la automatización de tareas rutinarias hasta la evaluación de riesgos tributarios. Dicho informe, basado en una encuesta a ejecutivos del nivel C-Suite de más de 500 compañías a nivel global, indica que el 70% de las compañías prevé invertir un millón de dólares o más en capacidades de IA para su función fiscal en los próximos 12 meses.
El “momento iPhone” de la IA
Muchos medios empezaron a hablar hace unos meses de que la IA estaba viviendo su propio “momento iPhone”, en referencia a que, aunque la tecnología y la investigación ya llevaban varios años ahí, surgió un factor que catalizó el interés por este nuevo desarrollo. El revulsivo fue concretamente el lanzamiento en noviembre de 2022 de ChatGPT, un chatbot configurado con IA generativa, desarrollado por la compañía OpenIA y cuya tecnología ha sido adquirida por Microsoft para emplear en Bing, su propio buscador. La adopción récord del uso de ChatGPT –que superó los 100 millones de usuarios tan solo dos meses después de su lanzamiento- ha permitido vislumbrar las posibles aplicaciones de la IA al público general, siendo para muchos la primera toma de contacto consciente con este tipo de tecnología.
“Nunca en la historia de la humanidad una tecnología se ha extendido tan rápidamente como la inteligencia artificial. Las controversias en torno a la IA no son técnicas, sino políticas, y se centran en cómo podría utilizarse: para acelerar investigación médica o para promover la desinformación“, reflexiona Jacques-Aurélien Marcireau, gestor de Edmond de Rothschild.
Según el experto, lo que está sucediendo en realidad es que “hay mucha extrapolación sobre lo que la inteligencia artificial es realmente capaz de hacer, porque no se trata de una inteligencia general peligrosa para la humanidad“.
“Todos estos debates sobre el tema están creando un clima que no es sano, pero que alimenta la euforia en los mercados e impulsa los precios de las acciones de los actores del sector”, concluye.
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