Dos grandes tendencias estructurales, el cambio climático y la inteligencia artificial (IA) están cambiando el futuro de la inversión, concluye un nuevo estudio publicado por BNY Mellon Investment Management y CREATE-Research.
El 89% de los inversores institucionales (los «inversores» o los «encuestados») que participaron en el estudio y que gestionan un patrimonio conjunto de aproximadamente 12,75 billones de dólares, considera estas dos importantes tendencias como riesgos para la inversión.
El 93% creen que el cambio climático representa un riesgo que los principales mercados financieros mundiales aún no han puesto en precio, mientras que un 85% opina que la IA es un riesgo de inversión que podría provocar una reacción negativa por parte de la sociedad, así como tensiones geopolíticas.
El informe, «Future 2024: Future proofing your asset allocation in the age of mega trends», analiza las percepciones de los inversores mundiales sobre el cambio climático y la IA, los problemas y las soluciones que plantean y el impacto potencial de estas megatendencias en los enfoques de asignación de activos y en la industria de la gestión de activos.
IA y cambio climático: ¿riesgos u oportunidades?
Tanto la IA como el cambio climático son factores de gran importancia para los inversores. Más de la mitad (57%) de los encuestados considera que el cambio climático representa tanto un riesgo como una oportunidad; un 36% lo ve solo como un riesgo y un 7%, solo como una oportunidad.
Los retos específicos para la inversión relacionados con el cambio climático tratan cuestiones que escapan a nuestro conocimiento actual y que, por lo tanto, exigen especular sobre el futuro, tales como: los lentos avances en el precio del carbono que establece el Acuerdo de París generan dudas entre los inversores sobre cuándo resultará inevitable que los gobiernos apliquen medidas draconianas, el dilema sobre el futuro de los activos obsoletos (stranded assets); en este caso, los inversores se debaten entre mitigar los riesgos de inversión ahora o más adelante, a un coste potencialmente más alto, el activismo con los emisores de carbono es más difícil para los inversores en renta fija que en renta variable, puesto que cuentan con menos oportunidades para influir en las decisiones de las empresas por la vía de los derechos de voto o de la participación en las juntas generales de accionistas, surgen interrogantes sobre si la inversión ESG, que sigue criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo, es un factor de riesgo o lo será en el futuro a medida que otros factores como la calidad y la baja varianza capturen los beneficios de este enfoque.
En respuesta a los retos que plantea el cambio climático, los inversores están teniendo en cuenta la posible aplicación de medidas extremadamente severas, reforzando la comunicación y el activismo con las empresas en las que invierten, aumentando la inversión en bonos verdes y aceptando la ESG como una herramienta de reducción de riesgos.
Con respecto a la IA, más de la mitad (52%) de los inversores encuestados la considera tanto un riesgo como una oportunidad, mientras que para un 33% solo representa un riesgo y para un 7%, solo una oportunidad. La adopción a gran escala de la IA plantea cuatro retos específicos para la inversión:
-El ciclo de vida de las empresas se acortará porque la IA creará ganadoras y perdedoras, como demuestra el impacto que tuvieron las primeras versiones del iPhone en el negocio de Nokia en 2007.
-Las fronteras entre sectores se difuminarán porque la IA reconfigura los productos; Tesla, por ejemplo, abarca múltiples sectores, lo que complica las valoraciones.
-La repatriación de las actividades de manufactura ensombrecerá las perspectivas de las economías emergentes y la impresión en 3D permitirá reubicar los centros geográficos de las cadenas de suministros.
-El valor intangible de las empresas se verá potenciado de formas difíciles de medir con fines de valoración de activos.
Para responder a estos retos, los inversores combinan cada vez más estrategias de inversión activa y pasiva, se centran en el riesgo idiosincrásico de las carteras, invierten en las empresas líderes en innovación e incorporan a su análisis tanto datos cuantitativos como cualitativos.
En opinión de Sasha Evers, Director General de BNY Mellon Investment Management para Iberia y Latam, «las mejores oportunidades no suelen ser las más obvias. La continua vorágine del cambio puede hacer que a los inversores les resulte difícil seguir el camino correcto. Las grandes tendencias estructurales como la inteligencia artificial y el cambio climático se suman a esos retos diarios. Ya observamos cambios en la forma de operar de los mercados, como respuesta a estas dos importantes megatendencias que supondrán un desafío no solo para esta generación de inversores y de gestores de activos sino también para las generaciones futuras».
Se avecinan cambios en las asignaciones de activos y en la industria de la inversión
Las tendencias estructurales como la IA y el cambio climático también están provocando cambios en las asignaciones de activos. Uno de los aspectos que señala el estudio es que las futuras asignaciones se centrarán más en los mercados privados que en los públicos, a medida que se intensifique la búsqueda de rentabilidades absolutas no correlacionadas.
La deuda privada servirá para respaldar start-ups mientras que el capital riesgo se dedicará a capitalizar las reestructuraciones corporativas derivadas del advenimiento de la IA. El informe revela que actualmente las asignaciones a mercados privados oscilan entre el 19% y el 31% pero se espera que aumenten.
Los fondos pasivos también han experimentado un rápido crecimiento en la última década; los fondos cotizados (ETF) y las estrategias de smart beta concentran entre un 20% y un 40% de las carteras de los inversores que han participado en el estudio y se espera que este segmento continúe creciendo en los próximos años.
Mitchell Harris, consejero delegado de BNY Mellon Investment Management, comenta que «el estudio pone de relieve dos cambios de calado para la asignación de activos: la creciente importancia de la gestión pasiva frente a la activa y de los mercados privados frente a los públicos. Ambas tendencias suponen una reinterpretación del antiguo modelo core-satélite. Creemos que la gestión pasiva ganará cuota de mercado entre los activos core mientras que la gestión activa se centrará en los activos satélite, que se encuentran principalmente en mercados ineficientes o ilíquidos. La separación del alfa y de la beta es estructural pero los dos estilos de gestión –activa y pasiva– seguirán siendo interdependientes».
El estudio también explora varias tendencias subyacentes que están transformando la industria mundial de la gestión de activos, como la creciente personalización de la planificación financiera para la jubilación o el desarrollo de nuevos segmentos de cliente como los millenials y las mujeres. Además, aumentan los flujos de entrada tanto en los canales minoristas como de altos patrimonios a medida que los planes de beneficio definido se acercan a la fase final y se prevé que los servicios integrales de planificación financiera despegarán con la proliferación de teléfonos inteligentes y redes 5G.
Como señala Amin Rajan, líder de proyecto en CREATE-Research, «los nuevos segmentos de inversores que están surgiendo diferencian claramente entre el alfa del producto y el alfa de la solución; es la diferencia entre superar a los mercados gracias a la selección de valores vs. cumplir los objetivos financieros y personales definidos por el inversor. A lo largo de la próxima década, puede que estas megatendencias transformen la industria de la gestión de activos hasta el punto de que no se parezca en nada a la de hoy. El éxito consiste en avanzar por terreno desconocido para crear un nuevo futuro que deje atrás las viejas conexiones y la causalidad».