Según la última Encuesta a Inversores Institucionales realizada por Schroders este año, el número de escépticos de la inversión sostenible ha caído cerca de un 50% en los últimos tres años. Esto se debe a que la lucha contra el cambio climático se ha convertido en una cuestión clave para los accionistas.
La proporción de inversores a nivel mundial que no creen en la inversión sostenible pasó del 20% en 2017 al 11% este año. Este descenso ha sido más acusado en América Latina, donde los escépticos pasaron del 29% en 2017 al 12%.
El cambio climático también se ha convertido en el área de compromiso más importante para los inversores de todo el mundo, superando incluso a las estrategias corporativas de las empresas. La transparencia en las cuentas, los escándalos de soborno y corrupción, la diversidad y los derechos laborales aumentaron en importancia como temas claves en la gestión responsable de las compañías.
Exactamente tres cuartas partes de los inversores encuestados declararon que esperan que la inversión sostenible crezca en importancia en los próximos cinco años, lo que representa un aumento sobre el 67% registrado en 2017. De hecho, un llamativo 84% de los inversores europeos dijeron que esperan que la inversión sostenible aumente en importancia en los próximos cinco años. La proporción más baja correspondió a los inversores de la región de Asia-Pacífico, donde sólo un 67% anticipa que crecerá en importancia.
Según Jessica Ground, responsable de Inversión Sostenible en Schroders: «Los resultados de esta encuesta ofrecen quizás una de las evidencias más claras hasta la fecha de que incluso los inversores más escépticos están reconociendo que invertir de manera sostenible puede dar mejores resultados a largo plazo. Esta tendencia ya no se limita a ciertas regiones del mundo; los inversores de todos los continentes encuestados -incluidos los que a menudo no están asociados a un fuerte enfoque sostenible- están cada vez más convencidos de los beneficios que la inversión sostenible puede aportar».
Para la experta, el estudio pone de manifiesto que la inversión sostenible va a crecer en los próximos cinco años y que los inversores de todo el mundo consideran que el cambio climático es la cuestión más importante para el compromiso en la gestión. «Estamos convencidos de que es vital establecer un claro entendimiento sobre los riesgos de inversión relacionados con el cambio climático a los que se enfrentan nuestros clientes», defiende.
Es por ello que la entidad ha desarrollado sus modelos de Tablero de Progreso Climático, Valor y Riesgo de la huella de Carbono y Riesgos Físicos, para ayudar a sus analistas y gestores de fondos a medir y gestionar los amplios riesgos que el cambio climático supone para las carteras de sus clientes.
Sin embargo, señala que la inversión sostenible sigue siendo un reto para los inversores, ya que el 76% de los encuestados de todo el mundo afirma que ha encontrado dificultades, un porcentaje que está en consonancia con el registrado en 2017. Los problemas de rentabilidad y la falta de transparencia y de información fueron los principales inconvenientes, aunque las dificultades para medir y gestionar el riesgo también suponen un reto mayor para los inversores en todo el mundo».
¿Supone un reto para para los inversores invertir en sostenibilidad?
Ante esta pregunta que se planteó en la encuesta, los inversores institucionales de todo el mundo declararon que la disponibilidad de mejores datos o pruebas que pudieran demostrar que la inversión sostenible proporciona mejores rentabilidades sería un factor clave para animarlos a destinar más recursos a este tipo de inversión. Esta proporción alcanzó los niveles más llamativos entre los inversores de América del Norte (67%).
Una mayor transparencia y mejores estándares para medir los impactos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo son los siguientes factores a los que los inversores institucionales dan más importancia a nivel internacional.
El 64% de los inversores de todo el mundo afirmaron que la integración de la sostenibilidad en el proceso de inversión era el método por el que preferirían implementar consideraciones sostenibles en sus carteras. Concretamente, alrededor del 70% de los inversores en Europa estaban a favor de este método. Sin embargo, los resultados eran menos concluyentes en la región de Asia-Pacífico, donde el 57% de los inversores se inclinaban por la exclusión o filtrado negativo, ligeramente por encima de la proporción que prefería la plena integración.