El océano cubre más del 70% del planeta. Es nuestra fuente de vida y sustento. Prueba de ello es que el océano produce al menos el 50% del oxígeno del planeta, alberga la mayor parte de la biodiversidad de la tierra y es la principal fuente de proteínas para más de mil millones de personas en todo el mundo. Además, resulta clave para nuestra economía, ya que se estima que, para 2030, habrá en torno a 40 millones de trabajadores en todo el sector relacionado con los océanos.
Sin embargo, a pesar de todos sus beneficios, necesita más apoyo que nunca, según advierten desde la ONU. Con el 90% de las grandes especies marítimas de peces mermadas y el 50% de los arrecifes de coral destruidos, estamos extrayendo más del océano de lo que se puede reponer. “Revitalización: Acción colectiva por el Océano” es el tema del Día Mundial de los Océanos 2022.
Esta jornada es una buena ocasión para revisar el estado de este recurso natural, cuya protección también es importante desde el punto de vista de los inversores. “Nos atrevemos a decir que este es un día que merece recibir más atención que casi cualquier otro ‘Día Mundial de’ porque el estado de los océanos tiene importantes implicaciones para la salud y el funcionamiento del mundo y, por lo tanto, para nuestra propia supervivencia”, advierte Birt Murray, Senior ESG Strategist en DWS.
Dejar que los océanos se deterioren es un riesgo que no podemos asumir y como inversores tenemos la oportunidad de aportar nuestro granito de arena revisando que nuestro patrimonio no contribuye de forma negativa, e incluso podemos dar un paso más allá invirtiendo directamente en el desarrollo sostenible y la protección de los océanos. Además, los esfuerzos de las empresas, el sector público, los reguladores y demás agentes, cada vez más, se están enfocando en lograr la transición económica hacia una economía sostenible, una ola que podríamos perder si eliminamos el color azul de la paleta.
La oportunidad de invertir en la economía azul
La economía azul, que engloba todas las actividades que giran en torno a los océanos como el turismo, el transporte o la alimentación, está valorada en más de 2,5 billones de dólares anuales. El valor de los océanos es induscutible, y la contribución al desarrollo de una economía azul sostenible es una oportunidad que como inversores podemos aprovechar. De hecho, según la UE, las inversiones en una economía oceánica sostenible podrían representar rendimientos positivos.
«Invertir hoy 2,54 billones de euros (2,8 billones de dólares) en tan solo cuatro soluciones basadas en los océanos -la producción eólica en alta mar, la producción sostenible de alimentos basada en los océanos, la descarbonización del transporte marítimo internacional y la conservación y restauración de los manglares- produciría un beneficio neto de 14,11 billones de euros (15,5 billones de dólares) para 2050, lo que supone una relación beneficio-coste de más de 5:18», explica la Unión Europea en su última edición del informe Blue Economy.
Sin embargo, el informe también localiza varios factores que obstaculizan la inversión: la necesidad de un marco normativo y político más eficiente, con más transparencia sobre las actividades sostenibles, una mayor disponibilidad de datos y unas directrices y una taxonomía más claras; el desarrollo de una gama más amplia de instrumentos financieros, con un reparto adecuado del riesgo, debido a la larga o incierta rentabilidad de las inversiones para algunos de los proyectos; y el desarrollo de seguros y otras medidas de mitigación de riesgos para los proyectos de alto riesgo asociados a la economía azul.
El papel de los bonos azules
Uno de los intrumentos más llamativos para invertir en la economía azul son los bonos azules. El Banco Mundial los define “como un instrumento de deuda emitido por gobiernos, bancos de desarrollo u otros para recaudar capital de inversores de impacto para financiar proyectos marinos y oceánicos que tienen beneficios ambientales, económicos y climáticos positivos”. Contrariamente a lo que se puede pensar en un primer momento, la finalidad de los bonos azules no es sólo la preservación de los océanos, sino que también pueden ayudar a financiar otros proyectos relacionados con la calidad del agua y el acceso a infraestructuras sanitarias, explica Daniel Mayor, asesor patrimonial de Portocolom AV.
«La economía azul puede crear empleos, estimular el crecimiento económico, mitigar los impactos del cambio climático, ayudar a satisfacer las necesidades alimentarias de la población mundial, mejorar de la biodiversidad, reducir la contaminación plástica, promocionar el turismo sostenible y regenerativo etc., y son numerosas las empresas que podrían verse beneficiadas con la emisión de este tipo de bonos: puertos, empresas de transporte marítimo, energía renovable marítima, compañías de agua e infraestructura, sector turístico etc», añade.
Sin embargo, el experto considera que aún es demasiado pronto para decir si el mercado de bonos azules crecerá con la velocidad de los bonos verdes, con un volumen de bonos sostenibles emitidos de 1,5 trillones de USD en 2022, según una investigación de S&P Global Ratings, la parte correspondiente a los bonos azules es marginal.
«Lo que sí parece seguro es que se enfrentarán dificultades para asentarse en el mercado como le sucedió a los bonos verdes en su momento. Pero con el apoyo de los bancos supranacionales de desarrollo, que pueden ejercer como punta de lanza para el sector privado, con el tiempo se puede lograr un volumen y variedad acorde a las oportunidades. Hasta entonces el camino es largo y aún queda fijar estándares, medir datos, compartir historias de éxito, acumular experiencia…», reflexiona.
Los plásticos: un reto que abordar con urgencia
A pesar de todos los beneficios que nos da el océano lo maltratamos de muchas maneras. Una de las más llamativas y dañinas es el vertido de plástico que, además, por la acción del agua, se acaba convirtiendo en microplástico. Como individuales tenemos la responsabilidad de controlar y ser conscientes de nuestro consumo, pero como inversores podemos ir más allá, apostando por aquellas empresas que luchan por cambiar.
“Cada año, hasta 12 millones de toneladas de plásticos (el equivalente a un camión de basura por minuto) acaban en los océanos. Se han encontrado restos de plásticos en el Ártico y en las profundidades abisales. Por si fuera poco, cada semana ingerimos el equivalente a una tarjeta de crédito de microplásticos, lo que probablemente está afectando a nuestra salud. Los microplásticos absorben sustancias químicas tóxicas como la oxibenzona, que se usa en los filtros de protección solar y puede contribuir a la muerte del plancton”, detalla Murray. Una situación que describe cómo “deprimente”.
Sin embargo, no sirve de nada lamentarse, hay que pasar a la acción. Por ello, DWS ha realizado un gráfico que refleja el impacto de acometer medidas o adoptar una actitud pasiva.
9 medidas para disminuir la contaminación por plásticos
Desde DWS señalan que para disminuir la contaminación por plásticos es necesario ralentizar el crecimiento del uso de plásticos; reducir los microplásticos procedentes de polvo de neumáticos (la fuente principal), textiles, pellets de plástico y productos de higiene personal, así como la contaminación ligada a la navegación y la pesca. Sustituir el plástico por papel y materiales compostables, reducir las exportaciones de residuos plásticos, además de rediseñar los productos y los embalajes de plástico para mejorar su reciclado.
Asimismo, ven necesario ampliar las capacidades de recogida de residuos en países de rentas bajas y medias, duplicar el reciclaje mecánico y convertir algunos residuos plásticos en otros plásticos. Con estas acciones, podríamos reducir las emisiones de carbono un 25%, crear 700.000 puestos de trabajo y generar oportunidades de inversión en las empresas que ofrezcan soluciones.
“El mundo está empezando a reaccionar: los gobiernos han acordado negociar un tratado jurídicamente vinculante para acabar con la contaminación por plásticos, mientras que más de 1.000 empresas y gobiernos que representan el 20% del uso mundial de plástico ya están reduciendo, rediseñando y reemplazando su uso de plástico. Los inversores también desempeñan una función importante a la hora de promover que las empresas que fabrican embalajes y contenedores de plástico tomen medidas”, apunta Murray.