La tendencia descendiente de la proporción del trabajo en los ingresos nacionales de muchos países ha supuesto que la proporción de los beneficios haya aumentado. En su informe ‘Creative Disruption’, BNP Paribas AM apunta que las estimaciones de márgenes de beneficios nos dicen que el aumento del poder del mercado global está siendo impulsado por un pequeño número de “superstar companies” muy eficientes y muy rentables. Sin embargo, la disrupción que han generado tendrá un profundo impacto en consumidores e inversores.
El precio que pueden poner las empresas a sus productos –y cómo afecta esto a su rentabilidad- es parte del núcleo de las inversiones. El poder de fijar precios genera esos flujos de beneficios a los que aspiran los inversores y que conforman la primera línea de defensa frente a defaults de crédito. Además, está estrechamente vinculado a la inflación y a la política monetaria. Sin embargo, según el jefe de investigación macro de BNP Paribas AM, Richard Barwell, hasta hace poco, los análisis sobre cómo ha evolucionado el poder de marcar precios eran escasos.
En el conjunto de la economía, el poder de fijar precios ha estado aumentando durante casi cuatro décadas. A nivel global, el margen de beneficios de decenas de miles de empresas en más de 100 países ha pasado del 1,1 en 1955 al 1,6 en 2016. La tendencia es más evidente en Norteamérica y Europa que en las economías emergentes y parece que no está impulsada por el liderazgo de un sector concreto.
La tecnología es la base del impulso de las superstar companies. “Si los consumidores pueden calificar y distinguir entre productos, las superstar pueden surgir cuando los costes marginales de producción están cerca de cero en un amplio rango de productos”, asegura Barwell en el informe. Desde principios de los años 80, muchas personas llevan encima un dispositivo que les permite comparar de forma eficiente el precio y las características de los productos.
Además, ha surgido una economía inmaterial y proliferan los bienes y servicios en los que los costes de desarrollo pueden ser altos, pero los marginales de producción son muy bajos. “En otras palabras, el smartphone e internet pueden haber ayudado a sembrar las semillas para que florezcan las superstars”, afirma.
Quizás lo más importante es la estrategia corporativa de las superstars companies, en concreto, el potencial de intercambiar la maximización de beneficios entre el corto y el largo plazo. En el corto plazo, existe el incentivo de aumentar los precios según la demanda, pero las empresas también pueden poner precios más bajos que el índice de referencia para asegurarse la lealtad del consumidor y la rentabilidad a largo plazo.
Además, en mercados en los que el cambio tecnológico es tan rápido que los costes marginales caen año tras año, la estrategia es distinta, ya que las superstar pueden ser capaces de recortar precios de forma consistente y mantener márgenes de beneficio muy elevados.
Los costes sociales del poder monopolístico son bien sabidos: las compañías con poder de fijación de precios pueden maximizar sus beneficios, pero no realizar una asignación eficiente de sus recursos. Además de estas preocupaciones desde el lado de la oferta, también pueden surgir problemas cuando el poder se concentra en el lado de la demanda.
En concreto, si una compañía tiene poder de “monopsonio” en el mercado laboral (es decir, que es la única que contrata en ese mercado) pueden tener el estímulo de bajar los salarios.
“La aparición de superstar companies ha reavivado el interés en modelos de ‘oligopsonio’ dinámicos con el potencial de amenazar las condiciones de vida de los trabajadores”, advierte Barwell.
Un desafío para los reguladores
Estas superstars globales presentan desafíos fundamentales para las autoridades políticas. Los economistas consideran que la competencia genuina es vital para los intereses de los consumidores, pero esta se ve claramente dañada si los productos del mercado están cada vez más dominados por superstars “incontestables” y los reguladores no saben reaccionar.
Barwell señala que los ministros de finanzas también tienen un reto, ya que mantener impuestos adecuados para las superstars es cada vez más importante si se quiere lograr un flujo saludable de ingresos que permita financiar los servicios públicos.
“La otra cara de la transición hacia una economía en la que el ganador se lo lleva todo es que existe el riesgo de que muchas empresas salgan perdiendo. Algunas generarán magros retornos para sus accionistas, y otras fracasarán del todo y entrarán en default”, asevera. En ese sentido, advierte de que estos defaults representan un problema para los inversores de crédito, ya que tienen exposición a un gran número de empresas, y no solo a las superstars.