2016 fue un año muy complicado para las estrategias de mercado neutral en renta variable: el año pasado penalizó a estos fondos debido a la rotación sectorial y a la incertidumbre política derivada del Brexit y del resultado electoral en Estados Unidos. El objetivo de esta categoría es obtener rentabilidad independientemente de la evolución del mercado, lo que convierte a la selección de valores y al trabajo del equipo gestor en una labor todavía más determinante, al tener que ser muy certeros en qué posiciones se ponen largos y en cuáles cortos.
En este contexto y a pesar de las dificultades, el fondo BMO Global Equity Market Neutral logró rentabilidades positivas el año pasado (del 1,9%) y, desde su lanzamiento en septiembre de 2014, su retorno anualizado se acerca al 8% (es del 7,8%). Además obtuvo una volatilidad del 6,6% y una correlación con respecto a los mercados bursátiles cercana a cero. Según señalan desde la gestora, el fondo está diseñado para generar un retorno anualizado del 4,5% con independencia de lo que ocurra en los mercados de renta variable, con una volatilidad objetiva del 6% y una visión inversora a tres años.
Según explica Chris Childs, cogestor del fondo, la buena marcha del producto se debió a su estrategia de gestión “true style” que combina los estilos value, momentum, tamaño, baja volatilidad y GARP –factor desarrollado por la gestora que mide el crecimiento a un precio razonable-. “Se trata de una estrategia alternativa que busca rentabilidad y que usa cinco factores de riesgo, a través de un proceso cuantitativo, para construir la cartera. Son estos cinco factores los que logran la neutralidad, además de romper la correlación entre los activos y la marcha del mercado. La forma de hacerlos eficiente es quitar el ruido de cada uno de ellos, lo que también permite eliminar la correlación entre los propios factores”, explica Childs. En la práctica, esta estrategia lleva a construir un fondo con un estilo “impulsado por el rendimiento de los factores, con liquidez diaria y diversificado”, apunta el experto.
A la hora de formar el fondo, la gestora crea una cartera para cada uno de estos factores, en los que toma posiciones cortas y largas. Por ejemplo, en la parte de value, el fondo se pone largo en compañías con un precio alto con respecto al valor en libros y corto en aquellas con un precio bajo. Con respecto al universo inversor, Childs apunta que es un fondo global, pero que no toma posiciones ni en activos emergentes ni financieros.
Childs señala que este modelo permite capturar los retornos independientemente de la situación del mercados, y además logra que la cartera no tenga un objetivo explícito de volatilidad y rentabilidad. Por eso, en el caso del factor baja volatilidad, “se pone una cantidad en largo en una cartera de mínima volatilidad y luego corto en el índice de referencia, de tal forma que la parte larga siempre tendrá menos volatilidad que las posiciones cortas. De hecho el factor que puede resultar más volátil es momentum, que suele suponer entre el 8% y el 10% de la cartera”, aclara.
Un mundo de baja rentabilidad
Pese a lo complicado que fue 2016, la gestora se muestra positiva en las previsiones para este año. “Seguimos siendo optimistas en renta variable, pero en línea con el ritmo generalmente lento de crecimiento global, estamos prediciendo un período continuo de menores retornos, ya que la perspectiva de políticas fiscales crea un ambiente hostil a las empresas”. Esto es mejor que las perspectivas para los bonos que, según consideran, seguirán ofreciendo rendimientos bajos.
A nivel global, la firma considera que habrá una mayor diferencia entre las economías manufactureras frente a las economías de consumo, alterando los supuestos previos de mercados emergentes versus desarrollados. “Con el escenario que proyectamos, creemos que los países importadores de productos se beneficiarán frente los exportadores. Esto, a su vez, es algo reflejado en nuestra creencia de la fuerza del dólar sobre otras divisas”, apunta la gestora en su informe de previsiones para 2017.