Azvalor ha conseguido obtener una rentabilidad positiva en todos sus fondos, pero la entidad sigue sin poder batir a los índices correspondientes. Además, la cartera internacional e ibérica están, respectivamente, un 12% y un 18% por debajo de sus máximos de mediados de 2018.
Sin embargo, Fernando Bernard, socio fundador y codirector de inversiones de Azvalor, ha asegurado en su carta trimestral a los inversores que “estamos absolutamente convencidos de que representan una oportunidad histórica, con un fuerte potencial de revalorización, y de que batiremos al mercado (que muy al contrario que nuestras carteras, nos parece que cotiza caro)”.
En su opinión el value investing logra “rentabilidades extraordinarias”, pero exige algo a cambio, y ese algo es la capacidad de mantener la convicción. “Los períodos de rentabilidad por debajo de la del mercado (underperformance) son muy frecuentes. Si bien es cierto que el actual, y que afecta a la mayoría de los inversores value de prestigio internacional, está siendo especialmente largo”, detalla. Según ha indicado el codirector de inversiones, este periodo es algo “insólito”, ya que desde 2011 es la primera vez que en períodos de 10 años el value lo hace peor que el growth y desde entonces la comparación sigue marcando un récord tras otro. “Esto sucede, precisamente, coincidiendo con el comienzo de la expansión cuantitativa por parte de los principales bancos centrales”, añade.
Este fenómeno ha llevado a que la dispersión en valoración entre las compañías que cotizan más caras y baratas es la mayor registrada desde hace 20 años. Desde Azvalor encuentran tres motivos: “el explosivo crecimiento de la inversión pasiva, el creciente fenómeno del ESG y la ausencia de rentabilidad en el mercado de renta fija, que ha generado la búsqueda de ‘sucedáneos’ en bolsa. Todos estos factores han provocado la división del mercado en ‘castas’, con una élite cotizando a valoraciones de vértigo, y los ‘invisibles’, compañías en sectores denostados que cotizan a valoraciones tan bajas como pocas veces hemos visto antes”, explica Bernard.
Asimismo, indica que este divorcio entre los fundamentales de las compañías y su valoración en bolsa no es sostenible a largo plazo. Bernard aconseja desconfiar de lo que parece una sólida tendencia al alza en la cotización de una compañía, cuando ésta sube más rápidamente que sus beneficios o con beneficios a la baja. “Esto ha sucedido en negocios aparentemente sólidos y poco volátiles, que han logrado tasas de crecimiento sostenidas en los últimos años y, muchas de ellas, pagan un dividendo ‘a prueba de bomba’ a los ojos de algunos inversores. Abundan los ejemplos de compañías cuya cotización ha doblado o triplicado o cuadruplicado en los últimos 3-5 años, ‘corriendo’ la valoración de estas muchísimo más rápido que sus beneficios”, aclara.
Según Bernard, la sensación de seguridad que generan estas compañías puede ser muy peligrosa. “Cuando el mercado despierta a la realidad y constata que no se comportan como un reloj suizo ni son inmunes a sorpresas o problemas, suele sufrir un violento shock”, advierte. Pero esta “cura de realidad” no tiene que ser un shock, Bernard aconseja hacer una reevaluación gradual sobre el valor que merece una compañía.
¿Invertir en las FANGAM?
Muchos inversores y ahorradores han depositado una gran parte de su confianza en el grupo de compañías conocidas como FANGMAN (Facebook, Amazon, Netflix, Google, Microsoft, Apple y Nvidia). Compañías sobre las que, según Bernard, es necesario alertar. “Son compañías en las que, también, muchos habrán invertido sin saberlo (inversión pasiva) y que se han visto aupadas por un círculo virtuoso que lleva mucho tiempo retroalimentándose poderosamente, fenómeno que puede haberlas llevado a niveles de valoración peligrosos. Aquellas compañías que alcanzan las primeras posiciones del ranking mundial de valor en bolsa suelen tener un comportamiento mucho peor que el mercado en los 5 y 10 años siguientes”, explica el especialista de Azvalor.
Para reforzar su argumento Bernard ha usado como ejemplo al grupo de 50 compañías americanas que en la década de los 70 recibieron el nombre de Nifty Fifty, por considerarse negocios “franquicia” y que alcanzaron valoraciones altísimas. “La rentabilidad global de aquel grupo fue ruinoso en la década siguiente, sin que pudiera salvarse la de las pocas (unas 14) que demostraron ser negocios excepcionales. Además, de entre las otras, casi una decena acabaron desapareciendo o atravesando procesos de quiebra, incluyendo célebres ejemplos como Digital Equipment, Eastman Kodak, Emery Air Freigth, MGIC Investments, Polaroid, Hebleuin o Kmart”, explica.
Para concluir Bernard ha vuelto a recordar que la desconexión entre la valoración y los fundamentales de sus compañías es incluso mayor que hace sólo unos trimestres. “Apenas están reflejando la gradual pero evidente mejora en sus negocios, con la excepción de los sectores de mineras de oro y de transporte marítimo que sí han tenido un comportamiento en bolsa positivo. En algunos casos hemos visto, incluso, caídas en las cotizaciones con mejoras en los fundamentales”, apunta. Algunos ejemplos de la mejora de fundamentales de sus compañías son: uranio, crudo y gas, plataformas petrolíferas, carbón y transporte marítimo.
En este sentido, el socio fundador de Azvalor, ha aclarado que “el hecho de que el mercado esté ignorando la mejora en los fundamentales de nuestras compañías no hace sino reforzar nuestra convicción. Sólo una grave y prolongada recesión (o depresión) podría justificar los precios a los que cotizan, escenario que nos parece muy remoto y que, pensamos, sería mucho más negativo para la mayoría de las alternativas de inversión”, ha concluido.