La teoría del ciclo de la vida mide cómo impactan las tendencias demográficas en la economía y define qué comportamiento tendrán los inversores según en qué etapa de su vida se encuentren.
En primer lugar, los jóvenes tienden a ser prestatarios que buscan invertir en su bienestar futuro ya que piden prestado para financiar su educación o la adquisición de la vivienda. A medida que maduran, las personas se convierten en ahorradoras, pagando sus deudas y moviéndose hacia la acumulación de riquezas para la jubilación. Finalmente, cuando llegan a la etapa de la jubilación, comienzan a “des-ahorrar” y utilizan el dinero acumulado para financiar sus necesidades de consumo debido a la falta de empleo o rentas del trabajo.
Siguiendo esta clasificación, los resultados teóricos apuntan a un cambio significativo en la demanda de activos a medida que la población envejece. Es decir, según esta teoría, el envejecimiento global debería dar lugar a un declive en el precio de los activos dado que la demanda de estos, especialmente de los de riesgo, descenderá.
“En primer lugar, si la proporción de ahorradores disminuye, la demanda neta de activos cae como consecuencia. Este descenso alimenta una caída en los precios de los activos financieros. En segundo lugar, el envejecimiento se asocia con la aversión al riesgo; lo que lleva a una disminución en la demanda de acciones frente a los bonos”, explica Laurent Clavel, responsable de análisis de AXA IM, en el Informe sobre la Encuesta de las Pensiones Privadas Españolas elaborado por FondosDirecto y las gestoras AXA IM y Amundi AM.
Sin embargo, según ha expresado Clavel, es bastante improbable que el envejecimiento de la población pueda producir un descenso de la demanda de activos a corto plazo. En concreto, identifica tres desencadenantes que le empujan a pensar que es difícil que se produzca este descenso. “El deseo de dejar herencia continúa siendo un gran incentivo para mantener la riqueza, asimismo, el aumento de la longevidad implica que la edad de jubilación aumentará gradualmente y las elevadas y crecientes desigualdades distorsionan fuertemente la propiedad de los activos financieros”, aclara.
El escenario contrario a la hipótesis del descenso del precio de los activos
Según relata Clavel, hay dos explicaciones convincentes para explicar el fracaso de la teoría del ciclo de la vida. “Las personas mayores tienden a no liquidar su riqueza debido a, por un lado, el deseo de dejar el dinero para sus seres queridos, y la incertidumbre sobre la esperanza de vida y los costes asociados con los cuidados durante la vejez”. «Asimismo, existe un tercer aspecto, y es que la caída de los ingresos se compensa a menudo con un descenso de los gastos, lo que reduce la necesidad de ‘des-ahorrar’”, añade.
Otro aspecto que el experto de AXA IM considera importante, es la suposición de que las personas cambian su asignación de activos de riesgo a inversiones “seguras”, algo que tampoco se refleja realmente en la realidad. De hecho, los datos de Estados Unidos y Francia sugieren que la proporción de acciones dentro de las carteras de activos financieros de las personas también tiende a crecer con la edad. “Este comportamiento aparentemente irracional también puede explicarse por el motivo de querer dejar una herencia, en lugar de aprovechar al máximo su ciclo de vida”, añade.
Por último, el factor final que se opone a esta teoría es el nivel de desigualdad económica. “Dejando a un lado las consecuencias sociales de dicha desigualdad, la demanda de activos financieros depende menos de las tendencias de comportamiento de los hogares medios y más de las decisiones que adopten las familias con elevado poder adquisitivo, ya que la propiedad de los activos está altamente concentrada en este grupo”, explica Clavel.
En su opinión, esto sugiere que deberíamos centrar más la atención en las tendencias demográficas y las preferencias de los hogares más ricos, ya que el requisito de “des-ahorrar” para financiar el consumo durante la jubilación se reduce cuanto mayor es el nivel de riqueza. Los estudios también indican que la participación en la fuerza laboral de las personas mayores de 65 años ha aumentado significativamente en el tramo de ingresos más elevados.
“Las personas con mayor poder adquisitivo tienden a vivir más y con mejor salud, por lo tanto, se jubilan más tarde que la media de la población. Como resultado, la desigualdad no solo sesga en gran medida la teoría del ciclo de vida, sino que también amplifica otros factores mitigantes descritos anteriormente”, concluye el experto.