Las industrias relacionadas con la salud suponen entre el 10 y el 15% del PIB mundial, porcentaje que aumentará en las próximas décadas. A ello contribuye el envejecimiento de la población y el cambio de estilo de vida derivado de la globalización. De ahí que la inversión temática en el sector de la salud haya sido una de las tendencias más exitosas de los últimos años, favorecida por terapias revolucionarias y por la expansión de múltiplos desde niveles muy deprimidos en 2009. De momento, en 2017 el tono es alcista ante posibles recortes de impuestos de la administración de Trump y a pesar del debate sobre el precio de los medicamentos en EE.UU.
El envejecimiento de la población, factor determinante
El número de mayores de 60 años crece tres veces más rápido y su tratamiento médico es 3,4 veces más costoso. En EE.UU. el 65% del gasto sanitario corresponde a estas personas y la mitad de nuevos medicamentos a enfermedades relacionadas con la edad. A ello se añade que la obesidad es de las tres mayores cargas sociales de nuestro tiempo –el impacto en el PIB puede ser de dos billones de dólares-, pues ocho de cada diez países con mayor número de diabéticos viven en países emergentes. Para Nathalie Flury, gestora de los fondos Pictet Biotech y Pictet Health, ”hay que tener en cuenta que la población y la esperanza de vida aumentan más rápido que la inversión en sistemas de salud y la capacidad para cubrir los costes es cada vez más restringida, lo que traslada más responsabilidad al individuo”.
En su opinión, para contener los costes no sólo se deben fomentar estilos de vida saludables y medios para combatir enfermedades, sino que es clave el desarrollo tecnológico en fármacos e investigación genética, incluso medicina personalizada. En opinión de Emily Heaven, analista especializada en el sector sanitario global de Newton (BNY Mellon), los costes de los medicamentos serán el principal motor del cambio. Durante un encuentro informativo en Madrid, Heaven explicó que “el coste seguirá siendo un factor fundamental en todos los mercados y por eso nos gustan las empresas que consideran la presión de costes como un motor de cambio y de generación de oportunidades”. El siguiente gráfico pone de manifiesto la evolución de los precios de los medicamentos en EE.UU. entre 1960 cuando suponían el 5% del PIB y 2012 cuando alcanzaban 16%.
A medio y largo plazo, la inversión en salud se apoya, además, en las perspectivas de diferentes subsectores: medicamentos (productos farmacéuticos, genéricos y biotecnológicos), equipos y tecnología médica (aplicaciones y sistemas, diagnóstico) y servicios (centros de salud, seguros, distribución).
La innovación, clave para un crecimiento de entre el 7 y el 8%
La innovación debe seguir impulsando un crecimiento promedio compuesto anual de 7 a 8% los próximos años. Para Flury, “puede facilitar la administración de medicación a distancia y agilizar las comunicaciones entre pacientes, médicos, compañías farmacéuticas y aseguradoras con sistemas basados en la nube, que pueden ayudar a detectar indicios de problemas de salud”. A ello se añade que las tele-consultas pueden pasar de 20 millones en 2014 a 158 para 2020, incluyendo salud mental, eliminando desplazamientos y reduciendo la probabilidad de infecciones en las salas de espera.
“En concreto nos fijamos empresas que pueden aportar valor añadido e innovación, con terapias que pueden mejorar la calidad de vida y tecnologías y sistemas que mejoran la eficiencia y reducen la carga económica del sistema de salud. Además, la exposición a empresas farmacéuticas, tecnología médica y herramientas y diagnóstico aporta cualidades más defensivas”, afirma la experta de Pictet.
Por su parte, Heaven, cree que la presión de los precios podría impulsar a las empresas a innovar para cubrir la demanda de servicios sanitarios mediante soluciones más inteligentes. Algunas de las tendencias más interesantes incluyen la mejora de diagnósticos, la coordinación de cuidados y un mayor énfasis en la estandarización y la personalización. “Estamos asistiendo a un gradual proceso de personalización de la sanidad, una tendencia que se acelerará a medida que los usuarios deban pagar de su propio bolsillo un porcentaje cada vez mayor de los servicios sanitarios”, explica.
El efecto Trump y la reforma del Obamacare
En cuanto a los posibles cambios en política sanitaria que pueda introducir la nueva administración estadounidense, Heaven opina que podrían favorecer la inversión selectiva en este sector. “Anticipamos que la nueva administración estadounidense acabará resultando positiva para la inversión en el sector salud. La reforma se limitará a afinar la estructura existente en vez de modificarla por completo”, afirma.
El mayor riesgo del sector está, según Heaven, en las altas valoraciones, algo que, sin embargo, “no afecta a todas las compañías, hay que ser selectivo”. Desde un punto de vista geográfico, las compañías estadounidenses son más atractivas que las europeas porque “tienen más retorno y crecimiento”. Flury, sin embargo, cree que las valoraciones son atractivas en general, con un 7% de descuento en precio/beneficios esperados en 2017 respecto al S&P500 y frente al descuento medio del 3,5% los últimos 25 años.
En cuanto al proceso de concentración que se desarrolla en el sector, la experta pronostica que puede aumentar la actividad de fusiones y adquisiciones con la nueva ley de repatriación de beneficios en EE.UU., aprovechable por biotecnológicas y farmacéuticas para adquirir activos. Para Heaven “la mayor consolidación ya se ha producido, aunque sigue siendo una tendencia importante para crear valor”, afirma.