El nuevo perfil de los inversores, el auge de los roboadvisors, el análisis y Big Data, el asesoramiento holístico, la democratización de los productos de inversión, factores demográficos, el entorno macro, la regulación y los nuevos modelos de negocio son los factores a los que, según Gauthier Vincent, de Deloitte, se enfrenta la industria de la gestión de patrimonios en el momento actual.
Según expuso Vincent en el foro FinTech Americas celebrado en Miami hace unas semanas, todos estos cambios se están produciendo al mismo tiempo e influirán en el diseño del modelo futuro de la gestión de patrimonios. “El primer reto que se presenta es el de atender a una nueva generación de inversores que ve el asesoramiento de una forma diferente y cuyas actitudes y expectativas difieren de las de los clientes actuales, a los que ya están influenciando en su manera de comprar y consumir servicios de asesoramiento patrimonial”.
La influencia del avance de la tecnología es patente: por un lado, la “disputa” entre el componente científico y el humano, que el auge de los roboadvisors parece conllevar, está dando lugar a nuevas combinaciones de ambos elementos en el asesoramiento; y, por otro, la forma de gestionar y fortalecer las relaciones con los clientes y manejar los riesgos está cambiando con la incorporación de las nuevas herramientas de análisis y Big Data.
Como cuarto reto, el hecho de que los inversores necesitan un asesoramiento holístico para alcanzar sus muchos, y a veces enfrentados, objetivos a través de varias inversiones y estrategias de financiación. Relacionado con éste, el quinto desafío es el ligado a la satisfacción de la demanda por parte de los inversores “retail” de los mismos productos de inversión que los inversores institucionales o grandes patrimonios.
“Otros cambios se deben a puros datos demográficos, pero dificultan las relaciones entre clientes y asesores: por un lado, la cada vez mayor longevidad de los individuos, que a la fuerza ha de verse reflejada en las estrategias patrimoniales desde años antes; por otro, el envejecimiento de los propios advisors; y, por último, el hecho de que hay mucha riqueza a punto de cambiar de manos”, dijo Vincent.
A todo esto, hay que sumar el inestable entorno macro que hace que no siempre sea fácil dar con la decisión de inversión correcta, en cuanto a riesgo y retornos deseados; la escalada regulatoria que, además de dificultar los procesos, eleva enormemente los costes; y el incremento de competencia que se está produciendo con la irrupción de nuevas firmas -y modelos de negocio- que luchan por asesorar al mismo patrimonio.