Desde hace más de una década, Kaszek se consolidó como el principal fondo de venture capital de América Latina, con inversiones en más de 120 startups y un portafolio que incluye éxitos como Nubank, QuintoAndar, Kavak y NotCo. Fundado por Hernán Kazah y Nicolás Szekasy, dos ex Mercado Libre, el fondo nació con el objetivo de cubrir un vacío estructural en el ecosistema emprendedor regional: la falta de capital inteligente, con respaldo operativo y mirada de largo plazo.
“Cuando salimos de Mercado Libre veíamos un potencial inmenso en la tecnología, pero también una escasez de socios que pudieran sumar algo más que dinero. Lanzamos Kaszek para ser ese aliado que a nosotros nos hubiera gustado tener cuando emprendimos”, resume Kazah a Funds Society. Su tesis no solo fue validada por los retornos obtenidos: también ayudó a catalizar una nueva generación de fundadores que ven en la región una plataforma ideal para escalar compañías globales.
Kaszek opera desde su fundación en Uruguay, un país del que destacan Kazah y Szekasy su «alta calidad de vida, reglas estables, seguridad jurídica y, en términos generales, una mayor seguridad respecto a otros países de la región». En Zonamerica desde hace más de siete años, asegura: «El régimen de zona franca nos resulta muy conveniente para proveer servicios a nuestras operaciones en otros países. Además, el talento disponible en el mercado uruguayo ha sido excelente para conformar un equipo sólido en Montevideo, y la infraestructura de Zonamerica ha estado siempre a la altura de lo que necesitamos: moderna, eficiente y bien conectada».
Hoy, con oficinas en Montevideo, San Pablo, Ciudad de México y Bogotá, y en un contexto internacional de incertidumbre geopolítica y redefinición productiva, Kazah sostiene que el venture capital latinoamericano está lejos de haber tocado techo. “La oportunidad en América Latina es única: hay mercado, talento y urgencia”, afirma.
FS: ¿Cómo nació Kaszek?
HK: Después de haber formado parte del equipo fundador de Mercado Libre, donde fuimos emprendedores y operadores en el ecosistema tecnológico de América Latina durante 12 años, vimos dos cosas muy claras: Primero, el enorme potencial que tenía la tecnología en la región; y, segundo, la falta de capital de riesgo para acompañar ese crecimiento, más específicamente, notamos una escasez de socios con experiencia operativa que pudieran apoyar a los fundadores no solo con capital, sino también con orientación estratégica, operativa y tecnológica. Entonces, con eso en mente, y viendo lo que Nicolás Szekasy y yo creíamos que eran nuestros activos diferenciales, decidimos lanzar Kaszek.
FS: ¿Cómo aplicó los aprendizajes de Mercado Libre a la creación del negocio?
HK: La experiencia en Mercado Libre fue absolutamente formativa. Construimos la empresa desde un garaje hasta llegar al Nasdaq, y en ese proceso aprendimos lecciones valiosísimas: la importancia de una tecnología robusta, de un gran producto, de construir negocios sustentables con independencia económica, y sobre todo, la importancia de armar un equipo extraordinario. Estos aprendizajes los llevamos con nosotros y tratamos de transmitirlos a los emprendedores que apoyamos. También atravesamos momentos muy difíciles, y eso nos permite conectar con los fundadores desde un plano emocional, entendiendo de primera mano el enorme desafío que implica emprender y desafiar las estadísticas para hacer realidad un sueño.
FS: Hace poco dijo que una guerra comercial impulsaría la inversión en startups de Latam, ¿continúa con este pensamiento tras los últimos anuncios de Trump?
HK: Este cambio se estaba produciendo desde hace unos años ya, y sobre todo a partir de la pandemia, cuando apreció más claramente el concepto de independencia en los “supply chains”, y el de “nearshoring”. Pero, sinceramente, no imaginé la magnitud actual de las medidas iniciales, ni tampoco utilicé el término «guerra comercial», pensaba más en un “reordenamiento global” paulatino, y en un poco de “de-globalization”. Pero el nivel de disrupción en el sistema a partir del “Liberation Day” fue mayor al esperado y estamos en una etapa de volatilidad e incertidumbre. Dicho eso, la tendencia más estructural sigue vigente: hay un deseo creciente de contar con cadenas de suministro más resilientes y geográficamente cercanas. La tendencia al nearshoring vuelve a Latinoamérica más relevante, no solo para Estados Unidos, sino también para Europa e, inclusive, China. Esto puede generar mayor demanda regional en manufactura, minería y agricultura, y además redirigir hacia Latinoamérica inversiones que antes iban a China o a Estados Unidos. En términos relativos, Latinoamérica está bien posicionada, y encima de eso, la oportunidad tecnológica sigue siendo enorme.
FS: ¿Cómo estructuran su proceso de selección para startups tecnológicas?
HK: Nos enfocamos muchísimo en el equipo fundador. Invertimos con la intención de acompañar a las compañías y sus equipos durante 10 o 15 años, así que buscamos fundadores con un nivel altísimo de compromiso, capacidad de ejecución, sensibilidad por el producto y la tecnología, y habilidad para atraer talento, capital y clientes. Luego, el mercado tiene que ser grande: si la empresa tiene éxito, el premio debe justificar el riesgo. Evaluamos también el modelo de negocio: cuán intensivo es en capital, cuánto tiempo dependerá de financiamiento externo, y si puede ser autosustentable en un plazo razonable. Por último, buscamos negocios defendibles, con alguna ventaja estructural (un “moat”) que los proteja si llegan a escalar.
FS: ¿Cuáles consideran que son las tecnologías emergentes más disruptivas que tienen el potencial de generar valor significativo en los próximos 5 a 10 años, y cómo las incorporan en su estrategia?
HK: Somos optimistas por naturaleza con el impacto transformador de la tecnología, y hoy la inteligencia artificial está en el centro de esa revolución. Por un lado, están los grandes modelos fundacionales de lenguaje, que claramente representan un salto tecnológico impresionante. Pero quizás lo más interesante hoy se está viendo en el Application Layer: una ola de nuevas compañías que están construyendo productos y soluciones sobre esa infraestructura, un fenómeno muy similar a lo que ocurrió en su momento con el auge del Mobile, donde se construyeron grandes empresas sobre Android y iOS.
Ya hemos invertido en algunas compañías en esa área y creemos que surgirán decenas o incluso centenas de oportunidades muy valiosas. Al mismo tiempo, muchas otras startups —incluso en sectores tradicionales— están incorporando inteligencia artificial para mejorar procesos internos, ser más eficientes, bajar costos, aumentar precisión y captar más clientes. Todo esto convierte a la IA en un eje transversal de nuestra estrategia de inversión actual y futura.
FS: ¿Cuáles son los factores clave que guían las decisiones de exit en sus inversiones?
HK: Cuando invertimos en una compañía, lo que buscamos inicialmente es que esa empresa se desarrolle plenamente, que logre ejecutar el plan de negocios con el nivel de ambición que tienen los fundadores —y que compartimos nosotros al momento de invertir—, y que eventualmente se convierta en una empresa pública, autosustentable e independiente. Ese es el objetivo ideal, aunque sabemos que eso termina ocurriendo solo en un 5% o 10% de los casos.
En muchos otros, las compañías terminan siendo adquiridas por otras empresas. En esos casos, hay que sentarse con el equipo emprendedor y evaluar si conviene mantener la independencia o si tiene más sentido ser parte de un ecosistema más grande. Ahí se analiza caso por caso qué alternativa maximiza el impacto y el valor para todos los involucrados. Como nos enseñaron en nuestros días en Mercado Libre: las buenas compañías no se venden, se compran. En definitiva, un exit depende más de la demanda que genera una empresa en el mercado que de la voluntad activa de venderla.
FS: ¿Es Latinoamérica un terreno fértil para el venture capital? ¿Qué ventajas ofrece?
HK: Sin dudas, Latinoamérica es un terreno muy fértil para el venture capital. Por un lado, nuestros primeros fondos han tenido retornos comparables con los mejores fondos a nivel global. Por otro lado, seguimos muy optimistas con el desempeño potencial de las empresas más jóvenes en el portafolio más recientes de Kaszek.
La tecnología está transformando el mundo entero y Latinoamérica no es una excepción. De hecho, creemos que el impacto en la región puede ser incluso mayor, porque la brecha entre las soluciones tradicionales y las necesidades reales es más amplia. En mercados más desarrollados, los modelos offline ya ofrecen servicios razonables, y lo digital suma eficiencia y conveniencia. Pero en Latinoamérica, muchas veces esa solución tradicional ni siquiera existe o es insuficiente. Lo vemos en sectores como inclusión financiera, educación, salud o procesos internos de empresas. Y por eso creemos que la adopción tecnológica tiene un potencial transformador especialmente alto en la región.
FS: ¿Qué ventajas ofrece el enfoque del venture capital en un entorno de alta incertidumbre como el actual?
HK: El venture capital es, por definición, una industria de inversión en contextos de alto riesgo e incertidumbre. Siempre estamos apostando a nuevas tecnologías, nuevos modelos de negocio, nuevas formas de consumo, sin saber con certeza cómo reaccionará el mercado, cómo responderán los clientes, qué harán los competidores, ni cuánto valor estará dispuesto a pagar el mercado por esa innovación.
Dicho eso, aunque estamos acostumbrados a la incertidumbre, lo ideal es que esa incertidumbre esté concentrada en el proyecto, no en la macroeconomía. Es decir, cuanto más ordenado esté el entorno externo, mejor para que el riesgo esté enfocado en lo verdaderamente innovador que se está desarrollando.
Sin embargo, hay evidencia histórica de que muchas de las mejores empresas tecnológicas surgieron precisamente en contextos difíciles. Google y MercadoLibre, por ejemplo, fueron fundadas justo antes de la burbuja puntocom; Facebook nació poco después del estallido. Airbnb, Uber y muchas otras compañías nacieron tras la crisis financiera de 2008. Lo mismo vale para los fondos: los mejores fondos en términos de retorno suelen ser los que invirtieron durante momentos de crisis.
Por eso, aunque la incertidumbre macro hace todo más desafiante, también puede representar una ventana de oportunidad muy valiosa para construir compañías realmente transformadoras. Los contextos más hostiles tienden a dar lugar a empresas más resilientes, con equipos más enfocados, menos distracciones competitivas y una dosis de creatividad mucho mayor. La presión de construir en un entorno adverso obliga a los emprendedores a tomar decisiones más eficientes, a priorizar mejor y a resolver problemas con más ingenio, lo que muchas veces termina generando compañías más sólidas y mejor preparadas para escalar cuando el entorno mejora.
¿Qué ventajas les proporciona el estar basados en Uruguay?
HK: Estamos muy cómodos viviendo en Uruguay. Es un país con un ambiente de alta calidad de vida, reglas estables, seguridad jurídica y, en términos generales, una mayor seguridad respecto a otros países de la región. Además, cuenta con muy buen talento y una cercanía geográfica con Buenos Aires que facilita la conexión con Argentina.
En el 2017 abrimos nuestra sede en Zonamerica. El régimen de zona franca nos resulta muy conveniente para proveer servicios a nuestras operaciones en otros países. Además, el talento disponible en el mercado uruguayo ha sido excelente para conformar un equipo sólido en Montevideo, y la infraestructura de Zonamerica ha estado siempre a la altura de lo que necesitamos: moderna, eficiente y bien conectada.
FS: ¿Qué sectores les interesan más y qué elementos ven que podría impulsar el venture latinoamericano en el mediano plazo?
HK: Creemos que el avance continuo de la innovación tecnológica, y el impacto positivo que esta genera sobre la productividad y eficiencia de las economías, va a seguir impulsando al venture capital en América Latina en el mediano y largo plazo. En particular, hoy estamos viviendo un momento transformacional con la inteligencia artificial, que representa un punto de inflexión similar al que significó en su momento la aparición del browser o de los teléfonos móviles con internet.
Además de la IA, vemos un universo de oportunidades en sectores donde la tecnología tiene un potencial enorme para resolver problemas estructurales de la región: fintech, climatech, edtech, healthtech, logística, agro, y varios más. Muchos de estos verticales están aún en etapas tempranas en Latinoamérica, pero muestran un dinamismo muy alentador.
Desde el punto de vista de los inversionistas, también se nota un creciente apetito por la región. Cada vez más fondos globales están activos en América Latina, y los LPs (inversores institucionales) están más atentos a la oportunidad. Esto, combinado con un pipeline creciente de talento emprendedor y una mayor madurez del ecosistema, crea un entorno muy fértil para el desarrollo del venture capital en la región.