Según Zeina Latif, economista jefe de XP Investimentos, Brasil tiende a fracasar en términos de gestión del éxito, pero no es tan malo a la hora de gestionar la crisis. «Si tomas el primer mandato de administración de Cardoso o Lula, ambos comenzaron con grandes desafíos y terminaron bien, y vimos la reflexión y el resultado de sus políticas. Por lo tanto, creo que, irónicamente, la crisis fiscal más grave de la historia reciente de Brasil tiene un lado bueno, ya que obligar a Brasil a reconsiderar la intervención del gobierno en la economía y a eliminar esas políticas que son ineficientes. Es realmente desafiante, pero la historia nos dice que podemos hacerlo. Nuestro problema es que no podemos gestionar muy bien los períodos de éxito «, afirmó en la celebración del «2018 Latin America Investment Conference«, un evento organizado conjuntamente por el CFA Institute y la CFA Society of Brazil en Río de Janeiro.
Brasil sufrió una importante reducción de su productividad después de verse afectado por las medidas tomadas por la expresidenta Dilma Rousseff. El nuevo gobierno implementó un cambio material en las políticas económicas que se creen que están funcionando, y que pronto traerá también algunas mejoras en la productividad. Se eliminaron las políticas poco ortodoxas de precios que llevaron a una alta inflación en los precios de consumo, el nuevo gobierno entendió que este tema era el primero que debía abordarse. «En cuanto a la inflación de los precios de consumo, tenemos que entender que la disminución actual no se debió a la suerte del Banco Central, o porque los tipos cambio de divisas se comportaran favorablemente frente a otras destacadas monedas. Tenemos que reconocer que esta baja inflación es como la fiebre del paciente que está remitiendo porque el médico tenía razón en su diagnóstico y en el tratamiento también. Este gobierno entendió la necesidad de abordar los precios fiscales y su estrategia fue correcta», agregó Zeina.
¿Qué se puede esperar en los próximos años en Brasil?
Brasil se enfrenta a una de las crisis fiscales más graves de su historia. En octubre, los votantes elegirán a otro presidente que tendrá que enfrentar desafíos significativos. «Brasil necesita realmente estabilizar su relación deuda/PIB, de lo contrario, la estabilidad macroeconómica no será posible. Claramente tenemos un problema de sostenibilidad de la deuda pública y la reforma de las pensiones es la piedra angular del ajuste fiscal. No tengo ninguna duda de que el próximo presidente considerará el análisis coste-beneficio de sus decisiones. En términos de ambición política, no es realmente una buena idea que el presidente Temer apruebe una reforma de pensiones ahora. Tendría un enorme coste político y los beneficios se reflejarían en el mandato del próximo presidente. En un escenario en el que los mercados estuvieran realmente preocupados por este tema, habría un beneficio por hacer la reforma de las pensiones este año, pero claramente este no es el caso. Los mercados han otorgado el beneficio de la duda y esperan que esta reforma se logre en el mandato del próximo presidente. Pero, de todos modos, esto es algo crítico, no podremos ver un crecimiento sostenible en Brasil mientras exista inestabilidad macroeconómica», dijo.
Brasil necesita mirar hacia adelante e implementar reformas estructurales, la buena noticia es que la administración actual ya comenzó. Brasil necesita mayores aumentos de productividad para compensar el final del dividendo demográfico, la brecha entre la fuerza de trabajo y las personas fuera de la fuerza de trabajo va a disminuir en los próximos cinco años, y significa un menor potencial de crecimiento para Brasil. El próximo gobierno necesitará acelerar las reformas para preparar al país para el final de los bonos demográficos, de lo contrario, el crecimiento potencial en el PIB de Brasil será de 1% o 1,5%, una tasa de crecimiento mediocre para una economía emergente. Otra cuestión que será crucial para Brasil será abrir la economía para el comercio internacional, ya que el país necesita aumentar la competencia.
«Creo que este es uno de los momentos más críticos en la historia de Brasil, pero también creo que hay buenas posibilidades de ver buenas noticias en el próximo gobierno. En mi opinión, el riesgo de populismo ha disminuido mucho. Vemos este entorno económico más estable, aunque las tasas de desempleo y el temor a perder empleos sigue siguen siendo muy alto, pero no vemos protestas en las calles. Estamos viendo una sociedad que está calmada».
La economía es un tema importante en Brasil, un país que ha pasado por dos procesos de destitución desde su democratización y en ambos casos los procesos se iniciaron tras un colapso de la economía. «Ahora tenemos un presidente que tiene una cifra de aprobación de un solo dígito, pero las calles no están pidiendo su expulsión. A su vez, todos los posibles candidatos a la presidencia están buscando economistas talentosos y de renombre para ser su ministro de finanzas. Los políticos entienden que no hay lugar para más errores en la política económica y están tratando de mostrar su visión sobre la economía».
Finalmente, la regla de oro, -una norma constitucional establecida para evitar la emisión de nuevos bonos por parte del gobierno para financiar el gasto-, actúa como un límite. El próximo presidente electo necesitará ganar flexibilización en la regla de oro. Además, hay un cambio significativo en el debate económico. «Ahora estamos discutiendo reformas estructurales sobre políticas macroeconómicas y pensiones, y es algo que realmente importa, porque hace 10 años, cuando Fernando Henrique Cardoso intentó aprobar una reforma de pensiones, ni la prensa ni el sector privado lo apoyaron. No entendieron la necesidad de una reforma. Hoy, nadie niega la necesidad de las reformas. Los políticos en Brasil se han vuelto muy pragmáticos y utilizan análisis de coste-beneficio todo el tiempo. El coste-beneficio de no mejorar la reforma de pensiones es significativo en Brasil. La discusión es si el próximo presidente será lo suficientemente ambicioso y tendrá condiciones políticas para hacer algo diferente. Hoy, la pregunta es si va a ser una buena reforma o no, y es una pregunta completamente diferente. Si bien los desafíos son enormes, Brasil está mejor posicionado para enfrentar estos obstáculos. Nuestros políticos no son ideológicos, son pragmáticos», concluyó.