La elección de Yamandu Orsi, de la coalición de izquierda Frente Amplio, como presidente de Uruguay probablemente no traerá consigo cambios importantes en materia de políticas, afirma en un reciente informe Fitch Ratings.
«La continuidad de las políticas debería preservar la estabilidad económica e institucional que sustenta la calificación «BBB» de la deuda soberana, y el progreso logrado en materia de desinflación e institucionalidad fiscal. Sin embargo, también podría significar una falta de acción audaz por parte de la administración para abordar los desafíos fiscales y de crecimiento que limitan la calificación», señala la nota.
La coalición de Orsi obtuvo una mayoría en el Senado, pero se quedó ligeramente corta en la cámara baja. La legislación requerirá negociación con partidos más pequeños, lo que reforzará los incentivos para la formulación de políticas centristas que Orsi ha prometido.
Según Fitch, las restricciones fiscales serán un desafío clave para Orsi. El déficit del gobierno central se ha mantenido estable en 2024 en torno al 3,4% del PIB hasta septiembre, pero esto se debió en parte a 0,5 pp en dividendos extraordinarios de las empresas estatales.
«Proyectamos que el déficit aumentará al 3,7% en 2025. Este déficit y los intereses de capitalización adicionales de los bonos indexados a la inflación y a los salarios mantendrán la relación deuda/PIB en una trayectoria ascendente de 1,7 pp por año desde un 66,3% relativamente alto proyectado para 2024, por encima de la mediana de la categoría «BBB» del 55,8%».
«Reducir el déficit será difícil. El presupuesto de Uruguay está dominado por programas sociales que Orsi planea reforzar. Esto deja solo una pequeña parte del gasto de inversión y operativo que será difícil de recortar. Su plataforma pide una mayor progresividad en el código tributario y cambios en los incentivos fiscales para cumplir con el «impuesto mínimo global». Pero Orsi también descartó aumentos de impuestos al final de la campaña, lo que sugiere un clima político que puede no respaldar medidas importantes para aumentar los ingresos. El presupuesto quinquenal que se presentará a mediados de 2025 será un indicador clave de sus planes», señala la calificadora internacional.
A pesar de un panorama fiscal más débil de lo esperado, otras mejoras reflejadas en la mejora de la calificación de Uruguay en 2023 siguen vigentes. El gobierno ha podido depender cada vez más de la financiación del mercado local. Una regla fiscal promulgada en 2020 no ha asegurado una mejora en el déficit fiscal general, pero aún representa un logro importante en nuestra opinión, ya que ha ayudado a mejorar la rendición de cuentas y la transparencia en la política fiscal. La nueva administración planea preservar y afinar la regla.
Además, los votantes rechazaron un referéndum de pensiones de alto riesgo en la primera vuelta de la votación de octubre. Fitcht señala que «Orsi buscará un «diálogo nacional» para revisar las preocupaciones persistentes, pero no esperamos que esto conduzca a cambios importantes o mandatos sin financiación».
El crecimiento mediocre es otro desafío para el nuevo gobierno de Uruguay. El crecimiento económico ha promediado 1,2% desde 2019, por debajo de la mediana regional de 2,4%, y aproximadamente igual que en 2014-2019, ya que la ejecución de un importante proyecto industrial para fabricar pulpa de Celulosa (la fábrica de UMP) coincidió con la pandemia de COVID-19. La inversión ha caído a un bajo 16% del PIB hasta el segundo trimestre de 2024 tras la finalización del proyecto.
«Orsi se ha comprometido a apoyar el crecimiento, incluida la infraestructura y la digitalización. Pero no ha revelado planes para reformas importantes para abordar los altos costos de producción, la baja apertura comercial y otros problemas que frenan la inversión. En consecuencia, seguimos esperando un crecimiento modesto de tendencia a mediano plazo de alrededor del 2%», dice el informe de Fitch.
La inflación, si bien es un desafío de larga data, ha mejorado significativamente en los últimos años. Actualmente, la inflación es del 5,0%, y las expectativas de inflación de alrededor del 5,8% están dentro del rango objetivo del gobierno (4,5% +/- 1,5 pp) por primera vez en muchos años. La política monetaria restrictiva y la apreciación del peso impulsaron la desinflación, pero este proceso se ha reforzado a sí mismo y se ha vuelto resistente a la reciente depreciación del peso.
El banco central de Uruguay tendrá un nuevo liderazgo después de los cambios de administración en marzo. Esto podría afectar la reacción de la política monetaria o el apetito por una mayor desinflación, en particular dada la preocupación del Frente Amplio por la sobrevaluación de la moneda. Sin embargo, «creemos que es poco probable que haya cambios importantes, porque la nueva administración tendrá incentivos para preservar el progreso desinflacionario logrado hasta ahora», concluye Fitch.