En opinión de Dan Ison, gestor de renta variable europea de Threadneedle, la tradicional diferenciación entre las economías del «núcleo» y de la deprimida «periferia» de Europa carece ahora de validez.
El comportamiento de determinadas economías, como España e Irlanda, fue mucho peor durante la crisis financiera mundial, y las rentabilidades de las inversiones describieron una tendencia similar. No obstante, en los últimos 24 meses, aquellas economías periféricas que emprendieron reformas drásticas han empezado a registrar una rentabilidad de la renta variable superior a la de sus homólogas del «núcleo» europeo, como Alemania y Francia.
«El año pasado fuimos testigos del regreso del interés a la renta variable europea, a semejanza del renacimiento del ave fénix de sus cenizas, con una interesante combinación de ganadores y perdedores. Los mercados de renta variable de Grecia, Finlandia e Irlanda se anotaron las mejores rentabilidades, mientras que el Reino Unido, Francia e Italia se situaron en el vagón de cola. Alemania, los Países Bajos y España se encontraban en algún lugar intermedio».
Pero, ¿qué conclusiones se pueden extraer de todo esto? A grandes rasgos, las economías que han emprendido las reformas económicas más drásticas han logrado registrar una mejor rentabilidad de la renta variable. A pesar del profundo pesimismo externo sobre la capacidad de Europa para solventar sus propios problemas, las reformas han comenzado a dar sus frutos.
Según Ison, «los países de la zona euro que destacan por sus reformas ejemplares son, sin duda alguna, España e Irlanda. La troika avaló la salida de ambos países de sus programas de asistencia. España puede financiarse fácilmente por sí sola en mercados abiertos, e Irlanda ha efectuado recientemente su primera subasta de deuda tras el rescate. En ambos países, los costes laborales unitarios, un buen indicador de la competitividad, han disminuido significativamente desde sus niveles máximos. Y quizás un dato que resulta aún más importante: sus tasas de empleo están ahora en aumento. El PIB irlandés experimentó un notable repunte, especialmente fuerte en los segmentos de construcción y edificación y de inversión en maquinaria y bienes de equipo.
En cambio, las economías de Francia e Italia siguen atravesando dificultades. El presidente François Hollande recientemente reconoció que Francia soporta una excesiva carga fiscal. «Aquí tenemos pues a un líder socialista que hace un llamamiento al recorte de impuestos y al adelgazamiento del (sobredimensionado) sector público». Los costes laborales unitarios del país galo se mantienen sin cambios. Italia sigue representando una curiosa mezcla de datos económicos razonables y una situación política que posiblemente sea la más desconcertante del mundo desarrollado. No cabe duda de que la ausencia de un ejecutivo sólido menoscaba la capacidad de Italia para emprender reformas. La economía italiana, a pesar de ser la octava más grande del mundo, lleva más de una década sin crecer.
La recuperación de las economías periféricas ha contribuido a fomentar un sentimiento más positivo y generalizado en Europa, dice Ison. Según una encuesta reciente, los alemanes miran al futuro con más optimismo ahora que en cualquier momento desde mediados de los años 90. «También nos hace pensar que ya no es apropiado hablar de periferia frente a núcleo en Europa, al menos en términos de crecimiento económico y rentabilidad de la renta variable».
Según el experto, las economías que implantaron las reformas más ambiciosas y estrictas están dirigiéndose ahora hacia una significativa reactivación del crecimiento en comparación con 2013. «Prevemos que el crecimiento de los ingresos brutos impulse los beneficios en 2014 y contribuya a que éstos logren acortar diferencias con otros mercados desarrollados. Nuestras previsiones de beneficios se sitúan en el 10% para este año. Teniendo en cuenta todo esto, parece que el tema europeo para 2014 será la apuesta en largo en sangría y panettone, y en corto en chucrut y champán».