Si bien siguen existiendo algunos desafíos estructurales, en opinión de Witold Bahrke, estratega senior de Nordea AM, la solidez de los fundamentales apunta a la continuidad de la rentabilidad superior de las acciones del Viejo Continente, impulsadas por la reducción de los riesgos extremos.
Según el estratega, tras las elecciones francesas, los activos europeos se encuentran ahora en una situación óptima: riesgos extremos reducidos, fundamentales económicos sólidos y una política monetaria relativamente acomodaticia. Si añadimos unas valoraciones baratas a esta combinación, la renta variable europea cuenta con todas las condiciones necesarias para batir a sus homólogos. Sin duda alguna, el optimismo respecto de las acciones europeas no es una novedad. No obstante, durante mucho tiempo este optimismo se reflejaba solo en las palabras, dado que parecía haber una escasa convicción en la visión positiva de los inversores sobre la región.
El fuerte impulso económico con crecimiento por encima de los niveles de Estados Unidos y la favorable valoración en varios indicadores no han sido suficientes para superar el escepticismo subyacente entre los inversores, señala Bahrke. Basado en métricas de valoración clásicas como el precio a valores de libro (P/B), la renta variable aparenta estar barata. «Europa está actualmente un 3% más barato que la mediana de su P/B a largo plazo, mientras que Estados Unidos está un 10% por encima. Las empresas europeas, al observar las variaciones cíclicas de sus ganancias en relación con los precios (Shiller P/E), se comercializan un 5% por debajo de su media, haciéndose históricamente baratas en comparación con sus homólogas estadounidenses que se comercializan un 38% por encima de su media. Pero en lugar buscar las gangas, los inversores han permanecido muy alejados en los últimos trimestres».
Con el año 2017 «súper electoral», el retraso de la convicción ha estado ligado a un factor: los riesgos políticos. El desgaste de los riesgos políticos, por lo tanto, es una condición previa para la inversión de un escepticismo profundamente arraigado en las acciones europeas.
Ahora –explica el estratega–, es probable que los mercados hayan alcanzado un punto de inflexión en su percepción del riesgo político. Según él, la peor pesadilla parece estar fuera del camino, especialmente desde una perspectiva europea. Para decirlo en términos económicos, los riesgos de cola se han reducido. «Con el principal obstáculo político para las acciones europeas despejado, esperamos que los inversores vuelvan cada vez más a centrarse en los fundamentos básicos de la inversión, es decir, crecimiento, ganancias, condiciones monetarias y valoración».