Mario Draghi, ex presidente del BCE, vuelve a la primera línea de la política tras asumir el encargo de formar gobierno en Italia. La medida ha despertado gran optimismo en los mercados, muestra de ello es que el diferencial del bono italiano cayó a 105 puntos básicos, y también entre las firmas de inversión, que ven en su liderazgo un sinónimo de estabilidad.
La confianza y la experiencia son las herramientas que tendrá Draghi para enfrentarse al gran reto de evitar que la deuda asfixie a Italia, controlar la pandemia y encauzar la recuperación económica. A corto plazo, el antiguo mandatario del BCE ha apuntado cuatro desafíos para lograr el apoyo de la Cámara: vencer a la pandemia, completar la campaña de vacunación, dar respuesta a los problemas cotidianos y relanzar la economía del país.
“Draghi iniciará hoy consultas con el resto de partidos para tratar de formar gobierno. De entrada, contaría con el respaldo de Italia Viva, el partido de Matteo Renzi, y del Partido Democrático, mientras que la mayor dificultad estaría en lograr el apoyo del Movimiento 5 Estrellas, de corte populista. La Liga, el partido de Matteo Salvini, desea nuevas elecciones aunque asegura no tener prejuicios con Draghi, mientras faltaría por definirse el apoyo de Forza Italia de Berlusconi, que no oculta las buenas relaciones con el expresidente del Banco Central Europeo”, explican los analistas de Banca March sobre el entorno político al que se enfrenta Draghi a corto plazo.
En busca del equilibrio político
En opinión de Reto Cueni, economista de Vontobel AM, la llegada de Draghi como primer ministro italiano, marcaría un cambio hacia una postura más pro la Unión Europea y pro euro en Italia. “Esperamos que los mercados reaccionen positivamente a la noticia y que el mercado de renta variable italiano gane y los diferenciales de los bonos entre Italia y Alemania se reduzcan aún más”, apunta Cueni.
Ahora bien, el economista de Vontobel AM coincide con los analistas de Banca March en que primero tiene que superar algunos riesgos políticos. “Las posibilidades de que Mario Draghi se convierta en el jefe del 132º gobierno en los últimos 160 años son bastante altas. Pero sigue existiendo un riesgo no despreciable de que el partido más fuerte del Parlamento italiano no ceda sin que se produzca una escisión interna que empiece a manifestarse en los medios de comunicación italianos. Muchos diputados del Movimento 5 Stelle (M5S) tendrán dificultades para conciliar un presidente del BCE establecido al frente de la coalición de gobierno que lideran con su electorado antisistema. Incluso si se pudiera encontrar un nuevo socio de coalición en forma de Forza Italia, el partido del ex primer ministro Berlusconi, la nueva coalición necesitaría que algo más de la mitad de los diputados del M5S votaran a favor de Draghi y de la nueva coalición de gobierno”, explica.
A estos mismos retos se refiere François Raynaud, fund manager Multi Asset & Overlay en Edmond de Rothschild Asset Management, a la hora de valorar la llegada de Draghi a Italia: “Todavía necesita reunir una mayoría de cargos electos, ya sea provocando una escisión en un movimiento de 5 estrellas o con el apoyo de la liga del Sr. Salvini. Este último se ha mantenido abierto a esta hipótesis con la intención de retomar sus ideas y de elegir una fecha para las elecciones: ¿antes o después de la elección, prevista para dentro de un año, del presidente de la República, de la salvaguarda de la Constitución y de la elección de los ministros demasiado euroescépticos?”.
¿Qué podemos esperar?
De todas formas, Cueni sostiene que las probabilidades están a favor de Mario Draghi y del impacto potencialmente positivo en los mercados. “Un gobierno bajo el mando de Mario Draghi representaría un claro impulso contra el aumento de las fuerzas escépticas de la UE y del euro en Italia”, insiste.
Adrian Hilton, gestora de carteras en Columbia Threadneedle Investments, reconoce que el nombramiento de Draghi es bienvenido por los mercados financieros, que “anhelan la estabilidad política por encima de todo y cuyo recuerdo de su etapa como presidente del Consejo de Gobierno del BCE es positivo”.
Los mercados han acogido favorablemente este evento: el diferencial de la deuda pública italiana a 10 años con respecto a Alemania se sitúa actualmente en torno a los 105 puntos porcentuales (frente a los 120 puntos porcentuales cuando el partido de Renzi dejó el Gobierno sin mayoría parlamentaria). Además, el euro ha subido, reflejando la importancia de los acontecimientos en Italia en la percepción del riesgo en toda la Eurozona.
En su opinión, es normal que “ante el tumulto de las últimas semanas” el mercado se haya puesto nervioso, pero considera que las incertidumbres que hay (el despliegue de la vacuna, el avance de la pandemia, un diferencial del BTP ajustado..) son posiblemente menos importantes que la reducción del riesgo político. “Si bien es difícil que el diferencial se estreche aún más, el riesgo de una ampliación significativa sigue siendo pequeño. Mientras tanto, los BTP siguen ofreciendo un atractivo carry en la esfera soberana de la zona euro”, añade Hilton.
“El mercado lo ha recibido muy bien, con lo que todo apunta a que puede ser una decisión acertada. El BCE tiene mucho de política, no sólo de técnica, por lo que es un experto que ya ha navegado en esas aguas. Italia necesita un whatever it takes…si Draghi ya hacía magia en el BCE ahora debe ser un vituroso o hacer más magia en Italia. Si alguien puede hacerlo es él”, añade Alberto Matellán, economista jefa de Mapfre Inversión.
En este sentido, el mercado ya está tomando nota de la formación de un gobierno dirigido por Mario Draghi con un claro estrechamiento en los diferenciales. Sin embargo, François Raynaud, fund manager Multi Asset & Overlay en Edmond de Rothschild Asset Management, advierte de no vender la piel del oso antes de cazarlo: “Este intento podría decepcionar como primer intento con los mismos candidatos que en 2018”.
En este sentido, una de las preguntas que lanza Raynaud es si Draghi podrá definir un programa más ambicioso que el de Conte cuando tenga que lidiar con una coalición heterogénea con miembros de partidos populistas, a diferencia de los tecnócratas anteriores.
“El punto más probable sería la aceleración de la reestructuración bancaria italiana, de lo contrario su margen de maniobra parece estrecho. Las lógicas de las coaliciones entre partidos ya se cultivan ante un mayor riesgo de elecciones anticipadas (reunión de los partidos de derecha hoy y solicitud de reunión de los demócratas con el M5S y la LEU, potenciales socios). Con un diferencial a 10 años cercano a los 100 puntos básicos, los riesgos de la deuda soberana italiana ya no parecen simétricos”, señala Raynaud.
Sobre cuál será el “efecto Draghi”, Dennis Shen, responsable de calificaciones soberanas y del sector público de Scope Ratings, apunta que, gracias a su influencia dentro de los círculos europeos, “un Gobierno bajo su dirección también podría tener una elevada influencia en áreas de reforma institucional, como la próxima reconsideración en torno al marco fiscal de Europa, incluido el límite del 60% de deuda sobre el PIB del Tratado de Maastricht”.
En opinión de Shen, y en virtud del planteamiento que Draghi mantuvo al frente del Banco Central -de hacer «lo que sea necesario» y fomentar una mayor carga en los responsables de la política fiscal para apoyar la recuperación económica-, Draghi podría ser una voz poderosa en las posibles negociaciones en torno a la reforma institucional regional para aumentar el espacio fiscal de los gobiernos, afectando no sólo la trayectoria futura de las calificaciones crediticias de Italia, sino también las de las naciones comparables del bloque de la UE.
“Con la deuda italiana en niveles récord de casi el 160% del PIB, el Gobierno requiere una arquitectura política sostenible que incentive la recuperación a corto plazo, pero que defina una visión de consolidación fiscal a largo plazo tras la crisis. La forma en que el Gobierno de Draghi gestione este acto de equilibrio tendrá implicaciones decisivas para la calificación crediticia; pero, mientras tanto, la resolución de la incertidumbre política, la aceleración de la salida de la crisis y la relajación sostenida de los tipos de interés podrían ser modestamente positivas para el crédito a corto plazo”, concluye Shen.
Además, Italia debe presentar su plan de «recuperación y fortaleza» a Bruselas antes de abril para obtener el primer pago y tendrá que respetar algunos criterios para asegurarse el desembolso de los tramos posteriores. «Algunos de esos criterios (que aún no se han revelado del todo) se basarán en reformas estructurales como la fiscalidad o los planes de pensiones, algo muy controvertido en Italia y que podría provocar el colapso de la coalición recién formada», apunta François Rimeu, estratega senior de La Française AM.
Para Rimeu, la tarea de Draghi es, como mínimo, muy difícil. «Tendrá que utilizar su influencia para persuadir a los socios europeos de que suavicen las diferentes condiciones de los futuros desembolsos y presionar para que se lleven a cabo algunas reformas más indulgentes a nivel interno. No estamos seguros de que el Sr. Draghi pueda realmente marcar la diferencia a largo plazo, pero probablemente podría dar a Italia cierta estabilidad en 2021», destaca.