Tras 12 años de aumentos rutinarios del límite de la deuda estadounidense, la amenaza de un impago vuelve a estar en el punto de mira a medida que se acerca la fecha en la que el Tesoro se quedará sin opciones de pagar las facturas de Estados Unidos, dice un informe de Matt Toms, CFA, Global Chief Investment Officer de Voya Investment Management.
“Los inversores que siguen las conversaciones entre el Congreso y el presidente pueden tener la sensación de que Washington y Wall Street viven realidades paralelas”, dijo Toms quien agregó que hasta la publicación de su columna de opinión del pasado 19 de mayo “la reacción de los mercados financieros ha sido bastante optimista».
Aparte de una dislocación en las letras del Tesoro a corto plazo en torno a un estrecho margen de vencimientos, los precios de la mayoría de los activos financieros siguen dependiendo principalmente de los datos económicos y los beneficios empresariales. “Esto podría cambiar rápidamente cuanto más se prolongue”, aseguró.
Se trata de política, no de economía; el debate no tiene nada que ver con la capacidad de EE.UU. para hacer frente a sus obligaciones de deuda. Se trata más bien del «teatro político de un gobierno dividido» que está poniendo en tela de juicio su voluntad de hacer frente al servicio de sus deudas, asegura el experto.
“Si no se llega a un acuerdo a tiempo, se produciría un impago técnico. Existe la preocupación y el riesgo de que algunos próximos vencimientos del Tesoro no se paguen a tiempo. Pero no existe una preocupación real sobre la capacidad a largo plazo del gobierno estadounidense para pagar sus deudas. Tres de los cinco actores centrales en las discusiones en este momento estaban ‘en la habitación donde sucedió’ allá por 2011. El presidente Joe Biden era vicepresidente, Charles Schumer era el demócrata de mayor rango en el Senado y Mitch McConnel era el republicano de mayor rango en el Senado. Es de suponer que recuerdan el caos que se produjo y el ambiente desagradable que se creó”, aseguró Toms.
Por el lado de las consecuencias, aunque se crea que es probable que las dos partes lleguen a una solución antes de que se produzca un incumplimiento técnico, las consecuencias de tal incumplimiento serían sustanciales. El alcance de los daños es difícil de predecir dado el alcance y los matices implicados. Sin embargo, se ven varios resultados probables.
En primer lugar, una rebaja de la calificación de la deuda pública de EE.UU., y un camino potencialmente largo para recuperar su calificación AAA, podría tener repercusiones en cascada en los mercados de capitales, incluido un aumento de los costes de financiación para EE.UU. (y, por extensión, para casi todos los demás) en el futuro, explicó el jefe global de inversiones de Voya.
Además, los fondos del mercado monetario estadounidense podrían sufrir tensiones, la alteración de la gestión de las garantías podría tener repercusiones negativas en los mercados financieros y los bonos del Tesoro de EE.UU. y otras inversiones de renta fija podrían sufrir liquidaciones forzosas.
Algunos inversores tienen directrices que estipulan que deben mantener una asignación mínima a títulos con calificación AAA o una calidad crediticia media ponderada mínima. En consecuencia, algunos gestores de carteras no tendrían más remedio que liquidar sus tenencias del Tesoro en favor de otros emisores AAA, como los supranacionales (es decir, el Banco Europeo de Inversiones o el Banco Mundial), concluyó el experto.
Esto es solo un fragmento de la columna de opinión publicada en el sitio web de Voya Investment Management a la que puede acceeder en el siguiente enlace.