El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció la reestructuración y refinanciación de todos los pagos de deuda externa del país, después de liquidar el último pago de los bonos de PDVSA. En la industria financiera, la medida se interpreta con diferentes matices: algunos consideran que se trata de un sinónimo de default, otros hablan de default selectivos y otros, de default a cámara lenta. Lo que sí está claro es que el anuncio del presidente venezolano ha creado una situación de incertidumbre en los mercados.
“No está claro por qué Maduro anunció la reestructuración, después de pagar el último vencimiento. Tampoco está claro si buscan reestructurar tanto los bonos soberanos como los bonos de PDVSA, o solo uno de ellos. Debido a sus diferentes estructuras legales, la reestructuración de PDVSA es mucho más compleja que la soberana”, afirma Claudia Calich, gestora del M&G Emerging Markets Bond Fund.
Operadores del mercado comentaron a Funds Society que ven probable un default selectivo, en el cual no haya impago de PDVSA, pero sí de los soberanos, ya que la viabilidad de estatal de petróleo es vital para el gobierno venezolano.
“Este es un momento muy incierto. Al anunciar una reestructuración de deuda, se abre un proceso de negociaciones y conversaciones con los tenedores. Lo más difícil es evaluar el precio de los bonos a corto plazo. Esto provoca también mucha incertidumbre en términos del tiempo que va a llevar todo este proceso. Así que, a muy corto plazo, la incertidumbre va a ser alta y los inversores van a estar esperando algo de claridad al respecto”, explica Marcelo Assalin, responsable global de deuda de los mercados emergentes de NN Investment Partners.
Diego Rodríguez, director del corredor de bolsa uruguayo Gastón Bengochea & CIA, da por seguro que Venezuela se dirige a un default: “Venezuela dijo entre líneas, pagamos el bono de PDVSA 2017 y hasta aquí llegamos”.
“Venezuela no cuenta con un proyecto macroeconómico que pueda sostener la reestructura de su deuda. La industria petrolera también se encuentra en crisis, el sector ha mostrado enormes ineficiencias a tal punto de verse en la necesidad de importar refinado», recuerda Rodríguez.
Además, dice, la administración Trump ha tomado medidas para evitar que “el sistema financiero de EE UU sea cómplice del régimen de Maduro”, y esto incluye la prohibición al sistema financiero estadounidense de comprar de bonos públicos y deuda de la petrolera estatal PDVSA. «Creemos que esta medida pone un escollo adicional de llegar a un acuerdo de reestructura. En definitiva, no vemos fácil que el gobierno venezolano alcance un acuerdo con la comunidad financiera internacional si no hay un proyecto político-económico que dé garantías al cumplimiento de las obligaciones”, añade.
No habrá contagio
Todas las fuentes consultadas excluyen un contagio de la crisis venezolana al resto de las economías latinoamericanas. Para la mayoría de los inversores, las pérdidas serán limitadas, ya que Venezuela ha sido una de las mejores apuestas de los últimos diez años y han recuperado con creces su capital.
Esto no impide que el proceso de reestructuración que queda por delante se anuncie especialmente duro: “No está claro cómo (los venezolanos) podrán negociar con los tenedores de bonos estadounidenses, dado que el jefe de los negociadores es un individuo sancionado por los EE. UU. Aunque el momento exacto de un incumplimiento es muy difícil de predecir y las noticias llegaron antes de lo esperado (no hay datos para medir la posición de liquidez de Venezuela), esto ha sido un accidente a cámara lenta que venimos viendo desde hace varios años, por lo que el anuncio no debería producir un contagio en otros activos de EM”, asevera la gestora del M&G Emerging Markets Bond Fund.
Aproximadamente, el 74% de la deuda venezolana está concentrada en tenedores de EE.UU. y Canadá.