En el mes de julio, Venezuela debe desembolsar unos 70 millones de dólares para amortizar la deuda externa, correspondientes a los cupones del bono soberano Venezuela 2034. En la actualidad, la deuda soberana de Venezuela asciende a los 31.000 millones de dólares, mientras que la compañía petrolera estatal PDVSA, soporta otros 30.000 millones de dólares en deuda.
A pesar de la caída del precio del petróleo, Venezuela ha continuado con su estructura de pagos, los fondos de inversión apuestan que el país será capaz de cumplir con los pagos de su deuda a corto plazo, y que el gobierno será generoso en el caso de que una reestructuración sea necesaria.
La falta de liquidez que experimenta el país ha hecho disminuir la cantidad de importaciones, siendo la falta de medicamentos una de las consecuencias más acusadas en la población. Al no destinar divisas a los sectores productivos, la industria manufacturera está prácticamente paralizada, según señala la Confederación de Industriales de Venezuela (Coindustria), en el primer trimestre, la capacidad utilizada de la industria fue apenas de un 36%, lo que se refleja en la escasez de bienes de consumo.
¿Por qué Venezuela sigue cumpliendo con la deuda externa?
Pero, ¿por qué un país con una alta necesidad de efectivo sigue cumpliendo con su deuda externa? Ricardo Hausmann, aclamado economista de Harvard, se planteó la misma pregunta hace dos años, causando un gran revuelo en su Venezuela natal. El economista se preguntaba cómo era posible justificar el envío masivo de preciadas divisas a los inversores de Nueva York, cuando el país no podía pagar alimentos básicos e importar medicinas altamente necesitadas por una población empobrecida.
Los precios del crudo, cuya exportación genera la principal entrada de divisa, cayeron a casi la mitad desde que Hausmann hiciera sus declaraciones; y la reserva de divisas del país ha disminuido de forma dramática. El caos ha llegado a niveles sin precedentes: racionamiento de comida, saqueos, linchamientos multitudinarios y un sistema médico colapsado. Y, a pesar de todo ello, los tenedores de los bonos han recibido cada centavo que se les debía.
En lo que va de siglo, se han producido varios impagos de deuda soberana en distintos países del mundo, por ejemplo: Argentina, Ecuador y Ucrania. En casi todos los casos, el país decidió entrar en impago mucho antes de que la situación fuera tan catastrófica como la de Venezuela. Es extraño que, a pesar de lo insostenible de la situación, Venezuela se empeñe en cumplir con el pago de la deuda a cualquier coste.
Varias son las teorías que elaboran sobre los motivos de Venezuela: el primer argumento, sostenido por altos cargos del gobierno del país, mantiene que Venezuela puede esperar a que los precios del crudo repunten,la salvación podría llegar en el momento que cambie la tendencia.
El siguiente argumento tiene tintes de teoría conspiratoria, en parte debido a la opaca naturaleza de las finanzas del país. Esta teoría propone que existe personas vinculadas a la administración públicos poseen gran parte de la deuda del país; y que el gobierno teme que perdería gran parte del apoyo que necesita para continuar en el poder si los pagos dejan de realizarse.
La tercera teoría, algo ligada a la primera, afirma que, incluso aunque Venezuela haya perdido el acceso a los mercados internacionales de capitales hace mucho tiempo, un default podría empeorar aún más la falta de liquidez del gobierno; y disparar las acciones legales por parte de los acreedores, lo que minaría la capacidad del país de exportar. Si, menos dólares ligados a la producción del crudo entran en el país, los ahorros conseguidos por incurrir en default desaparecerían, empeorando la situación doméstica.