En un entorno en el que los rendimientos tienden a ser bajos, Schroders considera que la gestión activa es más importante que nunca. Para dar solidez a su enfoque de gestor activo, la firma cuenta con una plataforma de gestores y un equipo de científicos centrados en el análisis de datos, logrando una valiosa información que se suma a su análisis fundamental.
En su opinión, solo así se puede evitar caer en la complacencia y buscar un estilo de gestión que puede aportar alfa a las carteras de renta variable europea. Uno de estos estilos es el value, que desde la crisis financiera perdió fuerza y que ahora la gestora espera que vuelva a coger impulso con la vuelta a la normalidad en el mercado. “El estilo value es algo que ha ido cambiando. Nos centramos en aquellos negocios que presenten una ventaja competitiva y que cotizan con un descuento importante, ya que creemos que estos valores ofrecen una rentabilidad atractiva a largo plazo”, explica Andy Evans, gestor de Schroders.
Un estilo que Evans plasma en el fondo Schroder ISF* European Value, donde sigue una estrategia a la contra haciendo hincapié en el crecimiento del capital y en un horizonte temporal largo. “Al final el value te permite identificar esas empresas que pasan por momentos difíciles pero que, una vez eliminado el factor irracional y vistas a largo plazo tienen sentido”, matiza Evans.
En el contexto actual, Evans considera que la estrategia value es provechosa para exponerse a empresas con dividendos y para acercarse a sectores que pueden parecer, a primera vista, poco apetecibles o dar más “miedo”, como por ejemplo las telecomunicaciones o la minería. En cambio, su compañero Paul Griffin, co-gestor del Schroder ISF* European Special Situations, apunta que en los últimos años ha encontrado valor en empresas pequeñas de mucha calidad y con buena valoración.
Griffin, centrado en estrategias growth, señala que ha evitado conformar carteras eligiendo una o dos tendencias. “Nosotros analizamos nombre a nombre huyendo de elegir invertir una tendencia concreta, como la ciberseguridad por ejemplo. Aunque mi principal deferencia con la visión de mi colega Evans es que nosotros buscamos compañías que sigan haciéndolo bien los próximos cinco años. Empresas de alta gama que aportan un 9% o 10% de rentabilidad y que pueden crecer todavía a doble dígito. En cambio, en común tenemos que compartimos mucho de cómo es nuestro proceso de inversión”, destaca.
En este sentido, Griffin señala que su equipo usa como criterio identificar empresas que tengan activos tangibles que haga complicado que otro competidor pueda replicar. “Esta posición hace que en nuestra cartera no haya sectores como la energía, las materias primas o las finanzas; mantenemos un nivel de volatilidad muy bajo”, explica sobre su asignación de activos.
Valor a largo plazo
Este fondo, Schroder ISF* European Special Situations, superó al índice MSCI Europea en un 6% en 2017, ofreciendo una rentabilidad total del 16,2%, neta de comisiones. Griffin y su equipo buscan oportunidades nichos de crecimiento en la parte más baja de la capitalización del mercado, es decir, en áreas que el mercado, en general, suele pasar por alto. “Intentamos aislarnos del ruido que generan cosas como la polémica de Trump y su política comercial o los eventos electorales, y nos centramos en los motores específicos de empresas concretas. Creemos que este enfoque añade valor a largo plazo y evita la tentación de especular demasiado sobre las tendencias que va a seguir el mercado”, insiste en aclarar.
La última de las propuesta de Schroders para invertir en renta variable es una estrategia blend, que explica Martin Skanberg, gestor del Schroder ISF* Euro Equity. “Es sencillo, la mejor estrategia es la mixta porque la mezcla nos permite coger lo mejor de cada uno, manteniendo la disciplina de ambos. Nos centramos en el medio plazo para lograr rentabilidad en todo, ya que este tipo de cartera suele ofrecer rendimientos constantes. Nuestra estrategia blend permite un gran diversificación del riesgo y se centra en construir la cartera siguiendo un enfoque bottom-up”, explica Skanberg.
Uno de los principales cambios que Skanberg reconoce haber hecho en su cartera en 2018 es introducir la idea de la volatilidad como oportunidad. Según el gestor, espera un año de elevada actividad entre los accionistas en Europa, dado que las empresas están intentando desplegar el exceso de capital que tiene, ya sea a través de dividendos especiales, la recompra de acciones o la actividad de fusiones y adquisiciones.