En un escenario de crecimiento moderado y de tipos de interés en mínimos históricos (tipos cero en EE.UU. desde 2008 y en Europa más recientemente pero que se mantendrá durante más tiempo), Diego Jiménez-Albarracín, responsable de Renta Variable del Centro de Inversiones de Deutsche Bank, tiene claro que para lograr rentabilidad “hay que arriesgar”. Por eso, en su reciente presentación de la estrategia de inversión prevista para los próximos meses, descartó los activos monetarios y la renta fija pública (que ofrece algo más del 1% de rentabilidad a 10 años en el caso del bono alemán y de tan solo el 2,5% en el caso de los países periféricos) y apeló a “fijar horizontes más arriesgados”.
Incluso en una cartera de carácter moderado apuesta por tener aproximadamente la mitad de las posiciones en renta variable, el activo estrella, centrada sobre todo en los países desarrollados y en los valores de carácter cíclico. Según Jiménez-Albarracín, “este año apostamos por la rotación de activos en las carteras de inversión desde la renta fija hacia la renta variable, asumiendo mayor riesgo para conseguir la preservación de capital. El mayor crecimiento previsto para este año debería elevar el potencial de subida en los beneficios de las empresas. Todo ello unido a los bajos tipos de interés y la estabilización de los mercados financieros, nos hace estar positivos en bolsa”.
Sus regiones preferidas son EE.UU., el líder de la recuperación, donde apuesta por sectores como el de la tecnología e Internet, así como consumo cíclico, biotecnología, autos y medios de comunicación, y dentro del sector financiero, las aseguradoras. Pero también en Europa le gustan tanto mercados core (Alemania), como los periféricos (Italia y España), con valores en sectores como el automovilístico, el industrial, el de medios de comunicación, finanzas, telecomunicaciones y también el de la construcción, que puede beneficiarse de la exposición a Europa Central y del Este.
En España, ve el Ibex en el entorno de los 12.000 puntos, catapultado por el crecimiento de los beneficios y no ya por la expansión de múltiplos y apuesta por valores con exposición internacional, que han quedado rezagados sin razón en el último rally, con alta visibilidad y recurrencia de resultados (como Iberdrola o Enagás), con alta rentabildiad por dividendo, con liderazgo en sus mercados, innovación y ventajas competitivas (Inditex o Amadeus). En banca se decanta por valores como Sabadell o Bankinter. “A los inversores les gusta tanto la bolsa como las emisiones de bonos españoles y la prima de riesgo puede seguir bajando, hasta el entorno de los 100-120 puntos básicos en los próximos años”, añade Rosa Duce, economista jefe del Centro de Inversiones de Deutsche Bank, aunque matiza que las primas de riesgo en la zona euro ya nunca más estarán igualadas, pues los mercados tendrán en cuenta no solo el crecimiento sino también la evolución de variables como los déficits o el empleo.
Este último es el peor indicador que tiene ahora España, aunque Duce recuerda que es un “indicador retrasado de ciclo” y que si la economía gana impulso debería mejorar. Las previsiones de crecimiento para España están en torno al 1% y del 1,8% para el próximo año, ante los síntomas de recuperación de la demanda doméstica, el sector exterior y el sector inmobiliario.
Además de valores europeos y estadounidenses, su cartera moderada también tiene hueco para la bolsa japonesa y, dentro de la emergente, opta por Asia, por países con exposición al mundo desarrollado – Taiwán, Singapur o Corea- frente a aquellos más dependientes de la exportación de materias primas, del comercio entre países en desarrollo o de su propia demanda interna.
Deuda emergente
En renta fija, opta por los bonos de los países periféricos europeos de plazos medios (aunque su potencial es limitado, dado que el entorno de mayor estabilidad económica y la mayor tranquilidad de los mercados de deuda ha permitido rebajas ya muy importantes en las primas de riesgo), por una apuesta selectiva de bonos corporativos con grado de inversión con algo más de riesgo y sobre todo, ha incrementado el peso en las carteras de los bonos emergentes en divisa local, pues considera que el efecto masivo de caída de las divisas ya ha pasado. “En los cinco frágiles emergentes que están teniendo procesos electorales parece que triunfa el reformismo: eso ha ocurrido en India, Indonesia y lo esperamos también en Turquía. Las incógnitas son Suráfrica y Brasil”. En su opinión, cada vez hay más oportunidades tanto en deuda soberana como en crédito pero se impone la necesidad de ser muy selectivos. La renta fija emergente “ofrece unos retornos más altos debido a que los fundamentales han mejorado, ofrece cupones atractivos y existe potencial alcista para sus divisas frente al euro”, explica Jiménez-Albarracín.
Oportunidades en el mercado inmobiliario español
Aunque la cartera moderada no tiene posiciones aún en el sector inmobiliario, ni tampoco al español, los expertos creen que empieza a ser interesante. Duce advierte de que la falta de inversión hace que la aportación del sector al PIB en España sea aún negativa y de que a pesar de la brutal corrección de precios, éstos pueden seguir cayendo en algunas zonas, pero matiza que ya empieza a haber oportunidades de compra. En cuanto a las cotizadas, Jiménez-Albarracín cree que hay una tendencia positiva: las grandes cotizadas del sector están refinanciando la deuda y los bancos optando por la creación de sociedades específicas, como Sabadell con Solvia, algo positivo pues muestra que los acreedores, en lugar de quedarse con las empresas o los activos, están dando esa oportunidad de reestructuración de la deuda. Algo que está generando un mayor apetito de los fondos de capital riesgo.
Con respecto a las socimis, es cauto y descarta meter a todo el sector en la misma cesta, ahora que se han disparado las salidas a bolsa. “No pensamos que se vaya a generar una burbuja pero hay que ser cauto al elegir socimi, en función de sus socios, sus ojetivos y activos en los que invierte. Si una empresa dice que va a invertir en activos inmobiliarios, lo importante es que esas inversiones sean rentables”, añade.
También han aumentado las posiciones de liquidez debido a la cautela por el optimismo reinante. “No creemos que el verano sea tan volátil como los dos anteriores, pues la situación ha cambiado mucho, pero existe una sensación de complacencia y optimismo que puede parecer desmesurada y que explica que ahora mismo actuemos con cierta cautela”, dice Jiménez-Albarracín.
Crecimiento moderado
Las perspectivas del banco pasan por un entorno de crecimiento mundial moderado liderado por EE.UU. (crecerá un 1,9% en 2014, tras las distorsiones económicas experimentadas en el primer trimestre y aupado por la demanda interna), con una Europa de crecimiento positivo –incluso en la periferia- pero débil -debido al alto endeudamiento- y con una China que que emerge de nuevo gracias al impulso reformador.
Y en el que los bancos centrales mantienen su compromiso para no arriesgar la recuperación, más frágil que en otras ocasiones debido a la deuda. Así, y aunque se espera que la Fed mantenga el tapering, las subidas de tipos no llegarían hasta el verano del año próximo y serían muy moderadas, dejando los tipos en EE.UU. en el entorno del 2,5% a dos/tres años, no ya en el 4%. En Europa, la barra libre de liquidez propuesta por el BCE será el elemento clave para potenciar el crédito en los próximos años y no se esperan subidas de tipos en los próximos dos años. “Nos vamos a mover en un escenario prolongado de tipos bajos, así que será fundamental saber si el dinero del BCE acaba en las familias y en las empresas. Ahí radica la clave del éxito de la política de Draghi”, apunta Duce.
Estas políticas diferenciadas deberían impulsar al dólar. “El euro está muy alto porque durante mucho tiempo Europa ha estado muy poco presente en las carteras debido a la crisis de deuda pero ahora se demanda, lo que sostiene a la divisa. Pero habrá un cambio de tendencia cuando la Fed cambie su discurso, algo que podría hacer a finales de año”, dice. Por eso ve al euro en en el entorno de los 1,2 o 1,25 dólares en los próximos dos o tres años.