Uno de los grandes retos a los que se enfrenta el mercado de bonos sostenibles es el llamado greenwashing. Para valorar esta situación, Insight Investment (parte de BNY Mellon IM) ha analizado 804 bonos de impacto emitidos por empresas de 47 mercados desarrollados y emergentes. Según sus conclusiones, 1 de cada 5 (el 20%) no cumple con los requisitos mínimos de impacto de Insight.
Aunque bajar este porcentaje demuestra que aún queda trabajo por hacer, los analistas de Insight reconocen que existen una gran mayoría de bonos de impacto que cumplen con esos requisitos mínimos, incluso hay un 22% que superan ese mínimo. “La firma ha creado una clasificación por colores, rojo, verde y verde oscuro, para identificar el nivel de cumplimiento de los bonos, yendo menos cumplimiento a más”, explica Fabien Collado, gestor de Insight.
Según su experiencia, se trata de un mercado que sigue evolucionando y mejorando, tanto en orientación como en datos analíticos. “De 2018 a 2020 el panorama cambió mucho, pasando de un mercado donde los bonos sostenibles eran principalmente gubernamentales, a un mercado donde estaban más presentes los bonos sociales y de sostenibilidad. Tras el COVID-19, se vió una nueva evolución: los bonos sociales y verdes ganaron relevancia”, señala Collado.
Además considera que, tras la desaceleración experimentada en 2022 a consecuencia de las condiciones generales del mercado, la emisión de bonos de impacto volverá a coger impulso en 2023 con un crecimiento estimado de 1.600 millones de euros, frente a los 1.500 del año pasado. dando una visión sobre estos últimos años. Muestra de su potencial de crecimiento es que, en 2023, el 22% de las nuevas emisiones corporativas investment grade en Europa fueron bonos de impacto.
Al crecimiento de este mercado le ha acompañado los últimos años una proliferación de productos que invierten en esta clase de activo, lo que, según la gestora, subraya la necesidad de aplicar un análisis robusto a la hora de seleccionar inversiones concretas. “Una cuidadosa selección de las inversiones resulta crucial en un universo de emisiones amplio y en rápido desarrollo”, matiza Collado.
Este argumento explica el trabajo realizado por la gestora y que arroja interesantes conclusiones en términos de sectores y áreas geográficas. Por ejemplo, según señala el gestor, los dos sectores que concentran la mayor parte de los bonos de impacto con calificación en el ámbito corporativo son la banca y las utilities, que representan más del 50% de los bonos. Según explica el gestor, la utilities obtienen unos resultados mejores que la media, ya que solo cuentan con un 13% de bonos que no llegan a los mínimos (identificados con el color rojo), un 55% de bonos que llega (identificados con el color verde claro) y un 32% de bonos que superan sus mínimos (identificados con el color verde oscuro), sobre un total de 216 bonos de impacto analizados. Por su parte, la banca se sitúa más cerca de la media con un 19% de bonos rojos, un 60% de bonos verde claro y un 21% de bonos verde oscuro sobre un total de 234 bonos de impacto analizados.
Collado hace una mención especial al sector del real estate, ya que es el tercero más grande del mercado corporativo de bonos de impacto y, a su juicio, parece que se ha quedado detrás de otros sectores: “ De los 128 bonos de impacto evaluados por los analistas de Insight, el 31% recibieron la calificación de rojos, principalmente porque muchos emisores no justifican adecuadamente el estándar de bonos verdes; un 60% de los restantes bonos de impacto se clasificaron como verde claro y solo el 9% logró la calificación verde oscuro que los destaca como best-in-class”, señala.
Respecto a la distribución geográfica, la gestora concluye en su análisis que Europa Occidental lidera claramente los estándares de impacto, con solo un 12% de los bonos clasificados como rojos y un 30% como verde oscuro. “ Muy por detrás encontramos a Norteamérica y la región de Asia-Pacífico (APAC) desarrollada, donde un 35% y un 43%, respectivamente, de todos los bonos de impacto analizados por Insight han caído en la categoría de rojos, mientras que solo un 9% y un 7% fueron distinguidos con la clasificación verde oscuro. En los mercados emergentes, parece que los estándares de impacto están más equilibrados en Europa central y del Este con 30% rojos y 9% verde oscuro; Latinoamérica con un 24% rojos y 24% verde oscuro; y APAC emergente con 22% rojos y 11% verde oscuro. Por su parte, Oriente Próximo es la región claramente más rezagada, ya que un 64% de los bonos de impacto de la región fueron calificados como rojos, solo un 36% como verde claro y ninguno recibió la calificación de verde oscuro”, resume el gestor.
Según explican desde la gestora, siguen un enfoque único a la hora de asignar calificaciones tanto en mercados desarrollados como emergentes y aplica los mismos estándares para evaluar el impacto en todo el mundo. Por eso, consideran que comparar la situación de los bonos de impacto en ambos mercados arroja algunas conclusiones interesantes. “Aunque los mercados emergentes se situaban por detrás en el pasado, ahora la tasa de aprobados es similar entre los desarrollados y los emergentes. Quizás en contra de lo podría esperarse, la región de Asia-Pacífico emergente supera a su equivalente desarrollada en términos de estándares de impacto, con un 22% vs. un 35% de bonos rojos y un 11% vs. un 7% de bonos verde oscuro, respectivamente”, añaden en sus conclusiones.
Otra de las tendencias que Insight ha detectado a través de este análisis es que, históricamente, los mercados desarrollados tenían unos estándares de impacto por lo general más altos que los mercados emergentes, de ahí que el porcentaje total de rojos sea inferior. Sin embargo, advierten de que estos estándares han mejorado sustancialmente en los mercados desarrollados en los 2-3 últimos años. “En 2022, aproximadamente un 25% de los bonos de impacto de mercados desarrollados y emergentes no lograron superar la evaluación de Insight, lo que sugiere que la brecha entre ambas regiones se ha estrechado o, incluso, ha desaparecido”, matizan.
Por último, han detectado que, aunque los bonos verdes siguen concentrando la mayor parte de las emisiones de bonos de impacto, la clase de activo está cada vez más diversificada y ganan presencia los bonos sociales y de sostenibilidad. Según indica, de los 603 bonos verdes analizados, el 24% obtuvo la calificación verde oscuro, mientras que el 21% no cumple con los estándares de impacto mínimos y fueron calificados como rojos; y el 55% restante recibió la calificación verde claro.