El índice general de precios de consumo (IPC) de EE.UU. cayó al 5% en marzo (tasa interanual), pero la tasa subyacente (que excluye los alimentos y la energía) escaló hasta el 5,6%, según los datos publicados el miércoles por la Oficina de Estadísticas Laborales estadounidense. En opinión de los expertos, esta tendencia divergente subraya la complejidad del panorama inflacionista actual, en el que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) se debate entre la necesidad de abordar una inflación subyacente persistentemente elevada y la mejora de los precios generales.
“El IPC de EE.UU. mostró que la inflación subyacente subió en marzo en línea con nuestras expectativas (0,4% intermensual). También como se esperaba, los detalles del informe sugirieron que el nivel subyacente de la inflación se está moderando de manera más sustancial”, señala Tiffany Wilding, economista de la gestora de fondos PIMCO.
Según explicó la oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU., «el índice de vivienda fue, con mucho, el que más contribuyó al aumento mensual de todos los artículos. Esto compensó una bajada destacada en el índice de energía, que bajó un 3,5% durante el mes, con todos los principales componentes del índice energético en descenso».
Por su parte, David Kohl, economista jefe de Julius Baer, matiza que el dato se ralentizó notablemente en marzo debido sobre todo a la caída de los precios de la energía y a la menor inflación en la mayoría de las demás categorías. “La inflación estadounidense se ralentizó más de lo previsto en marzo, hasta el 5% desde el 6% de febrero, y los precios subieron en conjunto sólo un 0,1% respecto al mes anterior. Al mismo tiempo, la dinámica de los precios ha sido muy heterogénea: los servicios energéticos disminuyeron bruscamente, mientras que los costes de alojamiento siguieron subiendo. Los precios de los bienes sólo aumentaron moderadamente, y la dinámica de los precios de los servicios básicos, que se siguen de cerca por su supuesta relación con el aumento de los salarios y la rigidez del mercado laboral, se ralentizó hasta el 0,3% en marzo. La tasa de inflación subyacente, que excluye los alimentos y la energía, se mantuvo incómodamente alta en el 5,6%, reforzando la presión política sobre la Reserva Federal para que siga subiendo los tipos de interés”, explica Kohl.
Descifrando a la Fed
Ahora, la gran pregunta es cómo interpretará la Fed este último dato y cómo afectará a las decisiones que tome en su próxima reunión, prevista para el próximo 2 y 3 de mayo. En opinión de Jon Maier, Chief Investment Officer de Global X ETFs, “la Fed tendrá que calibrar cuidadosamente su política monetaria para navegar por esta intrincada situación económica, asegurándose de que sus decisiones sobre los tipos de interés tengan en cuenta tanto la relajación de la inflación general como la persistente inflación subyacente. En conjunto, junto con un desempleo en mínimos históricos, parece más que probable que la Fed mantenga la senda de los 25 puntos básicos en la próxima reunión”.
Algunos expertos difieren de esta visión y consideran, como por ejemplo Wilding, que el dato “reafirma la idea de que la Reserva Federal de EE.UU. está muy cerca de dar por concluido su ciclo de subidas de tipos, y que la posibilidad de una nueva subida en mayo es muy remota”. Una visión que también comparte el economista jefe de Julius Baer: “El dato refuerza la presión política sobre la Fed para que siga subiendo los tipos de interés, pero esperamos nuevas tensiones en la dinámica crediticia estadounidense en las próximas semanas, lo que convencerá a la Fed de abstenerse de nuevas subidas de tipos”. Según la visión de Kohl, una nueva subida de tipos por parte de la Fed en la próxima reunión del 3 de mayo tendrá poco impacto en los próximos informes del índice de precios al consumo (IPC), que deberían mostrar una desaceleración continuada de la inflación.
“Las actas de la última reunión de la Fed, celebrada el 22 de marzo, mostraron que los responsables políticos han empezado a sopesar su deseo de frenar la inflación con tipos de interés más altos frente al riesgo de ralentizar demasiado la economía y provocar una recesión. Con la aparición de tensiones bancarias y el inicio de la ralentización de la actividad crediticia, existen pruebas de que la política monetaria ya es restrictiva y no son necesarias nuevas subidas de tipos. Sin embargo, las actas de la reunión de marzo del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) revelan que hay más apetito por nuevas subidas de tipos que por concluir el ciclo de subidas. Prevemos nuevas tensiones en la dinámica crediticia estadounidense en las próximas semanas, lo que probablemente convencerá a la Fed de abstenerse de nuevas subidas de tipos, y esperamos que el rango objetivo de los fondos federales se mantenga sin cambios entre el 4,75% y el 5,00% en la próxima reunión del FOMC”, aclara el responsable de Julius Baer.
En términos generales, según Colin Graham, director de estrategias multiactivo de Robeco, los mercados se equivocan si piensan que los tipos de interés bajarán antes que la inflación. “Nuestro escenario base de inversión es que el endurecimiento de la política monetaria llevará a un crecimiento nominal de la economía bastante menor a lo largo del año, aunque creemos que los bancos centrales carecen de margen para recortar tipos hasta derrotar la inflación, salvo que el crecimiento económico se desplome estrepitosamente”, concluye Graham.