La inflación en Uruguay se aceleró hasta alcanzar un 10,23% en febrero, desde un 9,68% en enero, el ritmo más fuerte de crecimiento desde hace 12 años. En los últimos cinco años, el crecimiento de los precios se ha mantenido por encima del rango objetivo de inflación del Banco Central del Uruguay, comprendido entre un 3% y un 7%.
Brasil, Argentina, Venezuela y ahora Uruguay han registrado una inflación por encima del 10% en los últimos meses, incluso aunque sus economías se estén debilitando. Las políticas fiscales de la región están luchando por mantener su credibilidad, mientras sus monedas se deprecian frente al dólar y sus tasas de inflación se aceleran.
En el caso de Uruguay, la inflación es una consecuencia directa tanto de la depreciación del peso uruguayo, que perdió un 24% frente al dólar en los últimos 12 meses y que en lo que va de año ha perdido un 7,2%; como de la subida de los precios de las empresas de servicios públicos. La política monetaria del país ha seguido siendo restrictiva, con unas tasas de interés reales cercanas al 5% y con un crecimiento de la oferta monetaria menor al objetivo de crecimiento. En la actualidad, cuando la inflación toca los dos dígitos, existen menos implicaciones en materia de subida salarial que en el pasado, pero puede añadir presión en contra de la adopción de nuevas líneas de medidas salariales que buscan reducir la inflación a posteriori con mecanismos de ajuste.
Según el último reporte de Fitch Ratings, el déficit por cuenta corriente es moderado a pesar del bajo precio de las materias primas, reflejando una cobertura natural en términos de comercio para Uruguay, ya que el país exporta bienes de agricultura e importa petróleo. La intervención del Banco Central para suavizar la depreciación de la divisa disminuyó las reservas del país de 18.000 millones de dólares a principios de año, a 14.000 millones en febrero.
El crecimiento se ha desacelerado con un 1,4% estimado para 2015, desde un 5% de crecimiento medio durante el periodo de 2010 a 2014, reflejando el impacto de una menor demanda exterior, principalmente por la recesión de Brasil; y por factores de la demanda interna, que incluyen una moderación en el ciclo de inversión y un mercado laboral más débil. Fitch Ratings proyecta que estos factores contribuirán a otro año de lento crecimiento de 0,9% para 2016, ya que el impulso estadístico de la producción en nuevas plantas de celulosa se desvanece.
Las agencias de calificación del riesgo crediticio siguen con atención la situación macroeconómica de país, cuya tasa de inflación se sitúa entre las más altas entre los países que cuentan con calificación de grado de inversión en su deuda soberana. Desde 2012, Uruguay recuperó su grado de inversión tras perderlo en la década anterior en la peor crisis económica y financiera de su historia. Por el momento, las calificaciones de la deuda soberana del país permanecen estables, con una nota de “Baa2” concedida por Moody’s, de “BBB-” por Fitch Ratings y de “BBB” concedida por Standard & Poor’s.