Después de que se evitara una recesión mundial tras las sacudidas de los dos pasados años, las fuerzas económicas y geopolíticas seguirán remodelando los cimientos del orden mundial en 2024. Un año que, en opinión de las bancas privadas, debería abrir muchas oportunidades y recompensar a quienes estén dispuestos a asumir riesgos, una visión que reflejan en sus documentos de perspectivas.
A la hora de elaborar la lista de los temas que marcarán este año, la visión de UBP, JP Morgan AM y Julius Baer es muy similar a la expresada por las gestoras internacionales: las tecnologías transformadoras, la transición energética en curso y el realineamiento geopolítico, influido por las políticas estadounidenses, son temas clave que se observarán a lo largo de 2024. “Si bien la diversificación de la cadena de suministro brinda oportunidades a la India y América Latina, la evolución del mercado también entraña riesgos, como guerras cinéticas, cambios en el poder regional y desafíos imprevistos, como desórdenes políticos y estanflación al estilo de 2016”, añaden desde UBP.
Temas clave en 2024
Según el informe “Investment Outlook 2024” de UBP, el aumento de los rendimientos de los bonos, que indica el abandono de una década de intervención de los bancos centrales, es un aspecto destacado de esta nueva era. “A pesar de ello, los inversores en renta fija aún pueden prosperar en 2024, dada la pausa en el endurecimiento de los bancos centrales y el final de un mercado bajista de bonos de tres años. Sin embargo, este cambio difiere de los ciclos recientes, ya que la política fiscal gana influencia, desafiando el dominio de los bancos centrales desde la década de 1990”, matiza el documento. Para UBP este “dominio fiscal” determinará el crecimiento económico y redefinirá a los ganadores y perdedores a escala mundial.
En este sentido explica que las recientes perturbaciones mundiales, como la guerra comercial de Trump, la pandemia de 2020 y la invasión de Ucrania por Rusia en 2022, han trastocado tres décadas de globalización, provocando inflación y desigualdad de ingresos. “Las facciones populistas y el amplio gasto fiscal han provocado mayores déficits presupuestarios, desplazando la influencia económica de los bancos centrales a los responsables de la política fiscal. En EE.UU., los déficits alcanzaron casi los 2 billones de dólares en 2023, con proyecciones del 4% del PIB y del 22% de los ingresos fiscales para 2028. Y con las elecciones de 2024 a la vuelta de la esquina, los bancos centrales, como la Fed, deben decidir entre luchar contra la inflación o acomodar las políticas fiscales. Se espera una pausa en las subidas de tipos a finales de 2023, lo que ayudará a la transformación industrial y al crecimiento económico. En 2024, la narrativa puede pasar de los temores inflacionistas a una transferencia del dominio de la influencia económica de la política monetaria a la fiscal, un cambio importante desde la década de 1980”, añade.
Para JP Morgan Banca Privada lo que marca la gran diferencia en este año es el cambio en la política monetaria de los principales bancos centrales. Según Clay Erwin, director global de Inversiones de J.P. Morgan Banca Privada, “la subida de los rendimientos de la renta fija mundial no solamente es histórica, sino que puede marcar una ocasión única en toda una generación como punto de entrada para los inversores, algo que podría no estar disponible dentro de un año”.
En su opinión, las perspectivas inflacionistas son hoy mucho menos sombrías que hace un año. Sin embargo, creemos que el mandato de los Bancos Centrales de una inflación del 2% se convertirá en el suelo de la inflación, no en el techo. Por lo tanto, los inversores todavía han de prepararse para un mundo de inflación elevada, sólo que no tan alta como la que hemos experimentado recientemente», comenta Erwin.
Christian Gattiker, director de Análisis en Julius Baer, explica que la carga del endurecimiento monetario anterior mantendrá el crecimiento bajo presión en todo el mundo a principios de 2024. Sin embargo, advierte: “La inflación debería seguir cayendo cerca de la zona de confort de los bancos centrales, ya sea por desgaste natural o por un bang. Esto debería permitir a los bancos centrales recortar los tipos”.
Como reconoce Gattiker lo que inquieta al mercado es el calendario que seguirán los bancos centrales. En su opinión, lo más probable es que esto ocurra en algún momento de los próximos meses. “Por lo general, los mercados financieros empiezan a prever las bajadas de tipos con una antelación de entre seis y nueve meses. Sin embargo, dependiendo de si los mercados financieros están en lo cierto sobre el momento y el tamaño de los recortes de tipos, y dependiendo del escenario de aterrizaje (duro, suave o sin aterrizaje), el entorno de fin de ciclo todavía podría crear algunos nervios en los primeros meses del año. Después, los activos de riesgo deberían estabilizarse a medida que disminuya la incertidumbre económica y de tipos”, comenta.
Implicaciones para la inversión
Para UBP, 2024 será el momento de hacer hincapié en seguir confiando en la gestión activa y dinámica del riesgo, ya que “ayudará a mantener nuestro compromiso de preservar y hacer crecer el patrimonio en unas condiciones difíciles”.
A la hora de hablar de activos concretos, apunta: “Los inversores pueden considerar complementar los bonos high yield con estrategias carry, para aumentar sus ingresos. La fortaleza de la tecnología y la industria, impulsada por el gasto en inteligencia artificial y las recuperaciones cíclicas, presenta oportunidades de crecimiento de los ingresos y beneficios de dos dígitos. En general, aunque los riesgos son elevados durante esta fase de transición del orden económico mundial, están surgiendo oportunidades a medida que se encuentran nuevos equilibrios, como en los mercados mundiales de deuda pública. Los inversores deben mirar más allá de la volatilidad a corto plazo y mantener la vista puesta en los rendimientos de la transformación a largo plazo de la economía a nivel global, en tecnología y nuevas energías, así como en el cambiante orden mundial”.
Desde Julius Baer, Christian Gattiker, director de Análisis en Julius Baer, también tiene palabras para la renta fija. El experto considera que la renta fija de alta calidad de los mercados maduros puede ser la mejor opción, seguida de empresas de crecimiento de calidad en renta variable. “En términos sectoriales, esto significa poner el énfasis en las tecnologías de la información, las comunicaciones y la atención sanitaria; a escala regional, mantenemos nuestra preferencia por las acciones estadounidenses, pero vemos oportunidades de compra en los servicios públicos europeos y hemos mejorado Japón”, matiza.
Para hacer frente a la perspectiva de una inflación más significativa en 2024 y más allá, desde JP Morgan Banca Privada proponen que los inversores miren primero a la renta variable. “Las empresas cotizadas están en disposición de seguir manteniendo su poder de fijación de precios y sus márgenes. Además, mientras que en el ciclo anterior los inversores recurrieron a la renta fija para aislar sus carteras de la ralentización del crecimiento, el informe Perspectivas 2024 de la firma señala que los inversores deberían considerar los activos reales como cobertura frente a la inflación en el próximo ciclo”, afirma Erwin.
En este sentido, el director de Análisis en Julius Baer señala: “La renta variable suiza debería responder a las expectativas y volver a convertirse en un depósito de valor a largo plazo”. Y añade: “En cuanto a los mercados emergentes, sobreponderamos los bonos en divisas fuertes y vemos potencial en la renta variable de mercados emergentes, salvo China. Respecto a las divisas, vemos cierto margen para que el dólar se suavice, mientras que el yen debería fortalecerse de forma controlada. El carry trade mundial de los inversores en yenes podría suavizarse, pero no descarrilar, dada la cautelosa normalización prevista por el Banco de Japón”.
Por último, el responsable global de inversiones de JP Morgan Banca Privada apunta que uno de los dilemas de los inversores este año es qué hacer con la liquidez. Según explica, la baja volatilidad y los rendimientos del 5% del efectivo han sido un imán para los clientes de banca privada, que mantienen bastante más efectivo que hace dos años, habiendo añadido al menos 120.000 millones de dólares más en fondos del mercado monetario a corto plazo y en letras del Tesoro.
Erwin reconoce que se trata de una tendencia global, pero particularmente fuerte en EE.UU., donde los clientes tienen más del doble de sus inversiones en bonos del Tesoro y mercados monetarios a corto plazo que sus homólogos fuera de EE.UU.. “Es bueno mantener efectivo cuando los tipos son altos y los mercados son muy volátiles. El efectivo funciona mejor que las acciones y los bonos cuando los tipos de interés suben rápidamente y los inversores cuestionan la duración del crecimiento de los beneficios empresariales. Pero creemos que esto es lo mejor que se puede obtener del efectivo”, concluye.