Pese a que Bernie Sanders no dejó de intentarlo ayer en las primarias demócratas celebradas en California y otros cinco estados, Hillary Clinton ya tiene asegurados los delegados necesarios para lograr la nominación de su partido, según un recuento realizado por Associated Press. Esto garantiza lo que será un duro duelo de cara a las elecciones presidenciales de noviembre: si nada lo impide, la ex secretaria de Estado de EEUU tendrá que enfrentarse a Donald Trump, el candidato republicano desde finales de mayo.
Pero, ¿y si hubiera una fórmula para predecir cuál será el ganador?
Un reciente estudio publicado en American Economic Review por Alan S. Blinder y Mark W. Watson, dos economistas de la Universidad de Princeton, demostró que la economía de Estados Unidos ha ido históricamente mejor bajo mandatos demócratas que bajo presidentes republicanos y que a menudo la evolución económica es un fuerte indicador de cuáles serán los resultados de las elecciones presidenciales.
Esto es así, explica la investigación, porque cuando la economía va bien, aumenta la votación del partido en el poder. “Casi independientemente de que parámetro se utilice para medir, la economía de Estados Unidos ha obtenido mejores resultados cuando el presidente es un demócrata en lugar de un republicano. Para muchos datos, incluido el PIB real (en el que se centra este estudio), la diferencia de rendimiento es grande y significativa. Tan grande que, de hecho, resta credulidad dada la poca influencia que la mayoría de los economistas atribuyen al presidente de los Estados Unidos”, escriben los autores del documento.
“Los demócratas lo hacen mejor casi bajo cualquier dato económico”, dicen Blinder y Watson subrayando que se refieren al ocupante de la Casa Blanca, no al partido que controla el Congreso o el Senado estadounidense.
Desde Truman a Obama, los economistas encontraron que las crisis del petróleo, los shocks de productividad, y, dependiendo de la muestra, los gastos en defensa, el crecimiento económico extranjero, o las expectativas del consumidor explican de manera conjunta sólo el 70% de la brecha partidista. “Algunos, tal vez incluso todos estos parámetros pueden ser considerados mezclas de buenas políticas y buena suerte. Sin embargo, nuestro análisis empírico no atribuye la brecha entre ambos partidos a la política fiscal o monetaria”, escriben.
En lo que respecta al gasto, reza el estudio, gran parte de esta diferencia en la economía de un presidente republicano a uno demócrata llega por el mayor gasto de las empresas, las inversiones fijas y el mayor gasto de los consumidores en bienes duraderos. Y llega sobre todo en el primer año de un mandato presidencial.
“Es probable que a los demócratas les guste decir que la diferencia se debe a la puesta en marcha de mejores políticas fiscales o monetarias, pero no hay nada en nuestro estudio que demuestre que esto es así”, recogen los autores en sus conclusiones.