El IPC de mayo de Estados Unidos sigue la estela del mes anterior, calmando los ánimos después de un primer trimestre caracterizado por sorpresas negativas en los índices de precios.
El 3,3% del índice general (-0,10% respecto al 3,4% de abril y por debajo del 3,4% del consenso) y el 3,4% de la subyacente (0,2% menos que el 3,6% de abril y por debajo del 3,5% de los economistas), facilitan la continuación en el repunte de precios de la deuda pública. En términos intermensuales, el dato general se mantuvo plano (frente al +0,1% de la calle) y el subyacente subió un 0,2% (frente a la previsión del +0,3% del precio de la calle).
Los precios de la energía aceleraron su caída hasta un 2% respecto al mes pasado (frente al 1,1% intermensual en cada uno de los dos meses anteriores), y los servicios ex energía confirmaron la tendencia que comenzó en marzo (+0,5% marzo, +0,4% abril y +0,2% en mayo). Esto es especialmente alentador si tenemos en cuenta que uno de los indicadores a los que más atención presta Jerome Powell es el de inflación en el sector servicios ex vivienda, que en mayo quedó en -0,04% intermensual (el primer dato negativo desde 2021), frente al 0,42% de abril y el 0,65% de marzo, en clara progresión bajista.
Y, aunque el componente de vivienda subió un 0,4% intermensual y un 5,4% interanual, será la clave del proceso de desinflación los próximos meses, como anticipan las medidas de alquiler en tiempo real, en tendencia bajista desde hace varios meses.
Otra noticia positiva la encontramos en el precio de los seguros de automóviles que, como anticipábamos hace unas semanas, cayeron un 0,1% intermensual, desde el 1,8% y el 2,6% intermensual de los dos meses anteriores. A pesar de que el incremento en el coste de este servicio se mantiene elevado en términos absolutos (+20,3% los últimos 12 meses), su impacto sobre la cesta posiblemente continúe disminuyendo. El precio de los coches (nuevos) también cayó un 0,5%.
El dato de PPI puso la guinda en lo que a índices de precios se refiere, cayendo más de lo previsto, un 0,2% intermensual, frente al +0,1% que anticipaban los economistas.
A pesar de todo, y como cabía esperar después de un primer trimestre caracterizado por sorpresas negativas en los índices de precios, harán falta al menos un par de meses para que los miembros de la Fed recuperen la confianza. Lo cierto es que, con la bolsa en máximos, el crecimiento de PIB por encima de potencial en media los últimos tres trimestres y los diferenciales de crédito en mínimos, parece razonable concluir que el nivel de tipos puede no ser suficientemente restrictivo y existe el riesgo de repunte de la inflación, algo que explicaría la actitud de Jerome Powell de ir “dato a dato”. Aunque el presidente reconoció estar algo más cerca del objetivo, reiteró que la inflación «sigue siendo demasiado alta» y que el FOMC necesita «mayor confianza» antes iniciar un ciclo de recortes.
En línea con las expectativas de consenso, el banco central estadounidense no hizo cambios a su política, manteniendo los tipos en el rango del 5,25%-5,50%. No obstante, en el “mapa de puntos” sí hubo variación y la mediana para 2024 y 2025 se vio ajustada, anticipando una sola rebaja de 0,25% este año (frente a las 3 reflejadas en el mapa de marzo), y trasladando un recorte de este ejercicio al próximo (cuatro recortes en comparación con los tres anteriores).
Como recordarán nuestros lectores, recientemente hablábamos de que la distribución de probabilidades entre escenarios de no aterrizaje o aterrizaje suave y recesión dificultaba el trabajo de los banqueros centrales, situándolos ante la encrucijada de bajar tipos para evitar una ralentización excesiva o demasiado rápida, o mantenerlos altos por tiempo más prolongado para garantizar la victoria sobre la inflación.
En este sentido, la división en los votos de los participantes en la confección del mapa (siete participantes a favor de un solo recorte y ocho defendiendo dos hasta diciembre, más cuatro miembros del FOMC que no harían ningún cambio) apunta a un equilibrio muy frágil, que podría girarse rápido en un sentido o en el otro. Recordemos que solo quedan cuatro juntas más hasta final de año (31 julio, 18 septiembre, 7 noviembre y 18 diciembre), y que las dos últimas quedarían comprometidas por el resultado de las elecciones presidenciales (5 de noviembre). Adicionalmente, al haberse publicado la cifra de inflación horas antes de la reunión de la Fed, y aunque Powell aclaró que los participantes pueden ajustar sus estimaciones sobre la marcha, es posible que este mapa de puntos no refleje la sorpresa positiva en los precios, lo que justificaría que la curva asuma una rebaja de 0,25% en noviembre y otra, con un 89% de probabilidad, de diciembre, elecciones presidenciales mediante.
Los puestos de trabajo vacantes han pasado de 12 millones en 2022 a 8 millones, y el número de desempleados está cerca de los 7 millones, de forma que, si repuntan los despidos, el potencial de recolocarse rápidamente se verá disminuido. Las pymes, que son responsables de dos tercios de la creación de empleo, han recortado sus planes de contratación, y las bajas voluntarias también están cayendo rápidamente. Aunque el paro solo ha aumentado desde un 3,4% hasta un 4%, incrementos de 0,5% en paro desde mínimos han venido acompañados habitualmente de recesiones. Por su parte, las peticiones de subsidio de desempleo subieron a 242.000 (respecto de las 229.000 de hace una semana, y por delante del pronóstico de 225.000), dejando las acumuladas en 1,82 millones (cuando el consenso apuntaba a 1,795 millones).
El crecimiento salarial continuará descendiendo y, de aquí a los próximos meses, un mercado laboral menos dinámico que estimula el ahorro y desincentiva el consumo, además de un efecto más favorable de los factores estacionales, apunta a un regreso a la senda bajista en lo que a inflación se refiere. Por eso es factible que acabemos disfrutando, en contra de lo mostrado por el mapa de puntos, de dos recortes antes de final de año.
Opinamos, en resumen, que, a pesar de la falta de visibilidad, el proceso de desinflación se está reactivando después de unos meses de dudas, algo que dotará de inercia la vuelta a la moderación en lo que respecta a política monetaria a nivel global. No obstante, y a pesar de que la disminución en las métricas de inflación siga presionando a la baja las rentabilidades de la deuda pública, el efecto positivo sobre la bolsa va en disminución. Sin embargo, nuestra principal preocupación es que el crecimiento nominal, que es la piedra angular de la rentabilidad empresarial, pueda ralentizarse ante unos recortes de tipos que no tendrán un efecto inmediato sobre la economía. Además, esto sucedería en el contexto de valoraciones exigentes y de una foto fiscal y política llena de incertidumbres.
Un indicio para identificar el “punto de ruptura” sería, por ejemplo, un giro en la correlación positiva entre precio de la bolsa y de la deuda pública. De continuar (o acelerarse) las ganancias de productividad construidas sobre las eficiencias que trae la IA, que han apuntalado en Estados Unidos la recuperación en el ciclo de crecimiento de beneficios por acción, la bolsa podría sorprender positivamente, como lo hizo entre 1995–2000.
A corto plazo, el mercado se acerca de nuevo a la sobrecompra técnica, los indicadores de sentimiento vuelven a tensionarse y la participación se ha polarizado como consecuencia de la renacida fortaleza de acciones tecnológicas.