El relajamiento temporal de las tensiones entre China y Estados Unidos junto con unas políticas monetarias más acomodaticias por parte de los bancos centrales deberían comenzar a sentirse en la economía global. La Reserva Federal ha liderado las políticas de relajación monetaria con recortes en los tipos y el consumidor estadounidense, con capacidad para endeudarse a un menor precio, sigue siendo el principal impulsor del crecimiento global.
La confianza con respecto a la economía global empieza a cambiar. En lo que va de año, la atención se ha centrado principalmente en los temores a una recesión y la relajación de los bancos centrales, lo que ha sido bueno para los activos a largo plazo, como la deuda pública de alta calidad, los bonos corporativos de grado de inversión y los bonos con calificación BB.
Sin embargo, los temores a una recesión empiezan a disminuir y, aunque es probable que los bancos centrales sigan relajando su política, hay un límite hasta donde pueden llegar. Tras la reunión de octubre de la Reserva Federal (Fed) podría haber una o más rebajas de tipos, pero en la opinión de Ken Orchard, gestor de carteras de T. Rowe Price, es probable que no se den más. El Banco Central Europeo está limitado: podría rebajar los tipos otros 10 puntos básicos o así, pero los daños colaterales en el sistema bancario le preocuparán. Por tanto, la relajación de los bancos centrales podría dar paso pronto a un periodo tranquilo sin movimientos en los tipos.
Este periodo de cambio no ha hecho más que empezar. Como es comprensible, sigue habiendo mucha precaución ahí fuera, pero la reciente evolución positiva de las negociaciones comerciales entre EE.UU. y China ha supuesto un espaldarazo para la confianza. Aunque muchas organizaciones internacionales siguen revisando a la baja sus previsiones económicas, el equipo de economistas de T. Rowe Price ha elevado las suyas correspondientes al crecimiento de Europa y EE.UU. para 2020, basándose en las condiciones financieras más laxas, que han mejorado sustancialmente durante el último año. Esto apunta a la probabilidad de que el entorno de inversión cambie.
Una de las evidencias más probables de esto podría ser un pronunciamiento de la curva de tipos, al aumentar las expectativas de inflación futura. Ante esto, es probable que los bonos a largo plazo, como la deuda pública de alta calidad, comiencen a perder fuelle. Las empresas con calificación de grado de inversión de países estables, que han sido muy demandadas mientras se ha impuesto la prudencia, también podrían empezar a comportarse peor que otras clases de activos, debido a la vuelta del optimismo.
¿Qué activos se comportarán bien entonces? Muy probablemente, los activos que los inversores han evitado en el último año. Entre ellos, los bonos con calificaciones B y CCC, que han quedado rezagados con respecto a los BB este año. Podrían empezar a comportarse mejor que las inversiones en crédito de mayor calidad cuando los inversores empiecen a atreverse con clases de activos de mayor riesgo.
Los préstamos parecen también interesantes. No han tenido un mal comportamiento este año, pero han quedado rezagados con respecto a la mayoría de sectores en términos de diferenciales, debido a que no tienen duración y, por tanto, no se han beneficiado de la caída de los rendimientos. Ante el mayor optimismo de los mercados sobre el crecimiento y sus cábalas iniciales sobre cuándo volverá a subir los tipos la Fed, es probable que los precios de los préstamos vuelvan a subir.
Aunque la inflación es débil actualmente en la mayoría de los países, el desempleo también es bajo y la inversión empresarial floja, por lo que la inflación podría volver a repuntar. Si esto sucede, los títulos del Tesoro protegidos frente a la inflación podrían comportarse bien. En este entorno, en T. Rowe Price creen que el dólar estadounidense podría caer, pero esa predicción resulta más difícil.
El principal riesgo para el crecimiento probablemente sea un nuevo empeoramiento de las negociaciones comerciales entre EE.UU. y China. Sin embargo, tal como están las cosas, parece que ambas partes desean mantener la tregua al menos hasta 2020. Si esto sucede, el crecimiento podría recuperarse y se produciría una rotación en los activos más rentables.
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