El candidato republicano y expresidente Donald Trump corre con una ventaja para comandar la Casa Blanca cuando a las 01:00 ET había ganado en dos de los siete estados bisagra: Carolina del Norte y Georgia.
Sin embargo, es probable que el conteo final y definición de los resultados no se conozca hasta el mediodía del 6 de noviembre.
La candidata demócrata Kamala Harris anunció que no hablaría ante sus seguidores en la noche del cierre de las elecciones, lo que generó una sensación de derrota, según varios analistas.
Este sentimiento también fue alimentado por el triunfo de Trump en los Estados clave de Georgia, Carolina del Norte, Florida, Texas, Misuri y otra veintena de lugares y además, la proyección le favorece al Partido Republicano con la mayoría en el Senado.
A esta hora, el candidato republicano aventaja a la actual vicepresidenta demócrata con 246 delegados frente a 187, según las proyecciones de los principales medios estadounidenses.
Aún así, el resultado sigue ajustado y se va a decidir en los estados bisagra: Arizona, Michigan, Nevada, Pennsylvania (donde se espera que sea de los últimos en definirse) y Wisconsin.
De confirmarse estos resultados, que darían a Trump ganador, se podría esperar que los mercados se muestren aliviados por a un resultado que predecían y con el plus de evitar la volatilidad que podría traer una elección impugnada.
Las primeras opiniones de las gestoras van saliendo poco a poco. Aunque aún no todos los estados norteamericanos han dado su veredicto, los resultados a estas alturas dejan pocas dudas sobre la identidad del 47º presidente de la historia de Estados Unidos, que será efectivamente D. Trump, como ya han anunciado varias agencias de prensa norteamericanas. Tiene suficiente ventaja en los estados clave para asegurarse la mayoría de 270 escaños en el Colegio Electoral.
En este contexto, Michaël Nizard, responsable de multiactivos y overlay de Edmond de Rothschild AM, desgrana dos escenarios: Presidencia y Senado republicanos, pero Cámara de Representantes demócrata y un segundo marcado por el control republicano total de las tres cámaras.
En el primer caso concreto, según Nizard, -y a falta de una reforma fiscal ambiciosa- es probable que las esperanzas de un apoyo adicional a la economía estadounidense con las que cuentan algunos inversores se desvanezcan y frenen el impulso alcista de los mercados de renta variable. Esto será tanto más acusado cuanto que Trump centrará entonces toda su atención en los demás aspectos de su programa, que probablemente alimentarán aún más las presiones inflacionistas.
«En términos más generales, la inflación ya está luchando por volver al objetivo de la Fed, y podría incluso acelerarse bajo la presidencia de Trump», afirma el experto, que matiza que aunque los inversores vigilan de cerca el riesgo de aranceles, el aspecto más inflacionista del programa de Trump es su deseo de retirar a millones de trabajadores inmigrantes del mercado laboral, que ya está bajo presión.
La relación entre puestos de trabajo abiertos y trabajadores desempleados sigue siendo superior a 1, y es probable que vuelva a aumentar si se aplica esta política, lo que contribuirá a sostener los aumentos salariales y, por tanto, la inflación subyacente. Además, el experto explica que la guerra comercial de Trump contra China (impuesto del 60% sobre todos los productos) y el resto del mundo (impuesto universal del 10% sobre todos los productos) también es probable que alimente una nueva ola de inflación. Históricamente, los aranceles siempre han provocado subidas de precios en los productos afectados, incluso durante el episodio 2018-2019, con la diferencia de que la economía estadounidense tiene ahora una capacidad mucho mayor para generar inflación.
Es probable que todos estos factores pongan en tela de juicio el éxito de la Fed en el control de la inflación, y podrían llevarla a ralentizar su actual relajación monetaria. Es poco probable que el banco central estadounidense tenga en cuenta las cuestiones políticas en su reunión del 7 de noviembre, ya que prefiere esperar hasta tener más claras las prioridades económicas del vencedor, por lo que procederá a un recorte de 25 puntos básicos de su tipo de interés oficial. Sin embargo, a medida que se aclare el impacto inflacionista del programa de Trump, la Fed podría abandonar parcialmente el recorte de 100 puntos básicos anticipado en su último informe.
Este importante ajuste de la política monetaria de la Fed sólo fue parcialmente anticipado por los mercados financieros, y su incorporación seguirá alimentando la volatilidad de los tipos soberanos, tanto a través del componente de inflación como del de tipos reales, según Nizard. Mientras que los mercados de renta variable estadounidenses podrán contar con que los efectos positivos de la reforma fiscal sobre los beneficios seguirán subiendo en caso de un Congreso republicano -al menos a corto plazo-, el impacto será más ambiguo en caso de reparto de poderes.
Por otra parte, es probable que el resto del mercado de renta variable internacional siga bajo presión en ambos casos, en particular los europeos ante el riesgo de barreras arancelarias. Por otra parte, el espectro de una guerra comercial debería apoyar al dólar frente a todas las divisas, al igual que la revalorización de la Fed.