Las noticias y análisis sobre el impacto de la crisis del coronavirus en el mercado y en las economías circulan con rapidez estos días. La mayoría de las gestoras considera que el contexto actual se traducirá en una recesión, que habrá más medidas por parte de las instituciones monetarias y gobiernos y que es necesario vigilar la liquidez de algunos activos.
Sin embargo, John Plassard, especialista de inversión de Mirabaud, destaca que algunos de estos aspectos que, de momento han sido obviados por la mayoría de los analistas, podrían ser motivo de optimismo. En primer lugar, destaca que la mejora de las cifras de afectados por el coronavirus en algunos países. “El pasado 23 de marzo Italia registró la tercera caída consecutiva en el número de nuevos casos y fallecidos por coronavirus, generando cierta esperanza de una ralentización del avance de la epidemia. En Corea del Sur registró 76 nuevos casos el martes, confirmando la tendencia a la baja y aumentando las expectativas de que sea posible controlar la epidemia en uno de los primeros países afectados. Y, en China, las autoridades confirmaron el pasado martes que el cierre de la ciudad de Wuhan se levantaría el próximo día 8 de abril, después de más de dos meses de confinamiento”, resume.
Al control de la pandemia en estos países, se suma también los datos económicos de China, que resultan más esperanzadores. Según explica Plassard, “el gasto en consumo ha recuperado terreno, alcanzando el 85% de la media anual. Por su parte, la venta de coches está entre un 30% y un 40% por debajo de la media frente a la caída del 80% experimentada en febrero, y empieza a repuntar el comercio por vía marítima. Como prueba de esta recuperación, ha empeorado la calidad del aire, alcanzando unos niveles de contaminación más cercanos a lo normal”.
El tercer motivo para el optimismo es la rapidez con que gobiernos e instituciones han respondido. En este sentido, los países industrializados han adoptado unas medidas de estímulo fiscal de gran envergadura, sin tener en cuenta las consecuencias en términos de endeudamiento. “Los países del G7, por ejemplo, han prometido hacer todo lo necesario para recuperar la confianza, el crecimiento económico y los puestos de trabajo, y se han comprometido a colaborar con los bancos centrales para responder a una crisis que probablemente conduzca a una recesión mundial este año”, apunta.
Para Plassard los ejemplos más representativo son la decisión de Alemania de “hacer trizas ortodoxia económica” y, por primera vez desde 2013, el gobierno de Angela Merkel ha decidido recurrir a los mercados para financiar las medidas que ha anunciado, acumulando una deuda de unos 156.000 millones de euros, lo que representa un gran cambio respecto al superávit registrado en 2013. En Europa, la otra gran medida es el anuncio de compras del BCE por valor de 750.000 millones de euros.
“En Estados Unidos, la crisis del coronavirus ha obligado a los demócratas y republicanos a adoptar algo cercano a una tregua, y están al punto de alcanzar un acuerdo sobre un plan de estímulo económico por valor de 2 billones de dólares”, destaca sobre cómo se está gestionando la crisis económica en América. Una decisión que se suma a las medidas ya tomadas por la Reserva Federal de Estados Unidos.
«En resumen, aunque seguimos sin saber cuánto durará la pandemia, existen diversos escenarios que, descartando sorpresas desagradables, nos permiten anticipar una mejoría económica, sin obviar la volatilidad que no va a desaparecer en el corto plazo”, concluye Plassard sobre la situación actual.