Nos encontramos en un contexto complejo, la elevada inflación está erosionando los ingresos reales y provocando la adopción de agresivas medidas de endurecimiento monetario por parte de los bancos centrales, que han mermado la confianza de consumidores y empresas, y amenazan el crecimiento económico. Además, se siguen cumpliendo hitos en los mercados: el S&P 500 durante el primer semestre registró su peor cifra de rentabilidad total en los últimos 60 años y la renta fija global perdió un 15%.
Como consecuencia, los analistas de Credit Suisse, han rebajado sus previsiones para el PIB de las principales economías, y su pronóstico actual es que el crecimiento se sitúe por debajo de su tendencia, según explican en su último informe. En este sentido, calculan que el crecimiento del PIB mundial promediará un 2,9% este año, y un 2,1% en 2023.
En su opinión, Estados Unidos, la zona euro y otras grandes economías importantes deberían poder evitar la recesión en los próximos 6 a 9 meses. Europa es la región que corre más riesgo de desaceleración, situando el crecimiento económico en apenas el 0,7% en 2023; sin embargo, los analistas consideran que el crecimiento de la economía China debería repuntar en la segunda mitad del año, gracias a la reapertura y sustanciales medidas de estímulo presupuestario y crediticio.
Además, advierten que el crecimiento bajo supone que las economías son vulnerables a nuevas conmociones, o a la posibilidad de que un endurecimiento de las políticas superior al esperado las haga caer en recesión.
Por tanto, la pregunta que toca hacerse es si los bancos centrales pueden realmente trazar un aterrizaje suave para la economía. La previsión de los analistas es que los bancos centrales sigan endureciendo agresivamente sus políticas en los próximos meses. “Si la inflación comienza a ceder claramente, la contundencia de estos primeros pasos podría permitirles ralentizar el ritmo de endurecimiento hacia finales de 2022”, apuntan.
Qué rumbo deben tomar las carteras
Los periodos inflacionarios son intrínsecamente difíciles de gestionar, tanto para los inversores como para los bancos centrales. Vivamos donde vivamos, todos estamos asistiendo a un aumento generalizado de los precios. “De hecho, parece que los únicos precios que no están subiendo son los de muchos activos financieros, que se han visto sometidos a presión a medida que los bancos centrales comienzan a actuar cada vez más enérgicamente para elevar las tasas de interés con el objetivo de controlar la inflación”, explican los autores.
Además, el hecho de que muchos inversores nunca han experimentado este tipo de entorno inflacionario añade más leña al fuego, y hace que muchos de ellos duden sobre qué rumbo deben tomar en sus carteras de inversión.
Para tratar de encontrar una respuesta, los expertos de Credit Suisse han analizado el comportamiento de las distintas clases de activos estadounidenses en diversos regímenes de inflación. Su análisis muestra que un factor clave es si la inflación viene en deceleración o en aceleración. Cuando el crecimiento se debilita y la inflación es elevada y se acelera, todas las clases de activos, a excepción de las materias primas y el oro, tienden a atravesar dificultades. Pero el panorama cambia una vez que la inflación toca techo y comienza a decelerar. Cuando el crecimiento se debilita y la inflación es alta, pero está decelerando, los activos inmobiliarios y la renta fija comienzan a recuperarse. Cuando el crecimiento mejora, a menudo las acciones también empiezan a recuperarse.
Tres estrategias clave
Fruto de esta análisis desde el informe localizan una serie de estrategias que los inversores pueden utilizar para lidiar con estas complejas condiciones: diversificar su cartera de inversión, mantener sus inversiones en el mercado y continuar activos para identificar los riesgos y oportunidades.
Diversificación. En un entorno de debilitamiento del crecimiento e inflación superior a la media, los resultados pueden diferir mucho en términos de magnitud y dirección entre las distintas clases de activos, según la tendencia del producto interior bruto y de los precios al consumo. Según los analistas, contar con una cartera de inversión bien diversificada puede ayudar a repartir el impacto de venta masiva que sufra el mercado.
Mantener las inversiones. La inflación es elevada y va en aumento, pero las subidas de las tasas de interés por parte de los bancos centrales comenzarán pronto a tener efecto. “Muchas clases de activos se verán beneficiadas si la inflación comienza a atenuarse o el crecimiento económico repunta, como muestra nuestro análisis. Quienes se hayan ido durante el periodo de venta masiva del mercado no se beneficiarán del repunte”, apuntan.
Permanecer activos. Aunque existen muchos riesgos con los que lidiar en estos momentos, desde Credit Suisse insisten en que las oportunidades todavía siguen ahí.
En este sentido, la entidad explica cómo ha cambiado su posicionamiento. En la primera mitad de junio, su Comité de Inversiones global canceló sus perspectivas de rentabilidad poco atractiva para la deuda pública global, adoptando posicionamiento neutral. “Aunque la elevada inflación pueda hacer que los intereses en renta fija suban aún más, probablemente estas subidas tengan lugar a un ritmo más lento, puesto que ya se ha producido un reposicionamiento significativo del mercado con vistas al endurecimiento de las políticas de los bancos centrales”, aclaran.
En lo que respecta a renta variable mundial, mantienen sobreponderación desde mediados de marzo, expresada a través de una sobreponderación en las acciones estadounidenses y chinas, y estas últimas han ofrecido resultados mejores que las de los mercados desarrollados en el segundo trimestre. Asimismo, mantienen sus posiciones en soluciones de hedge funds propias, diseñadas específicamente para sostener la rentabilidad de la cartera en periodos de caída del mercado de renta variable, ya que consideran que la gestión de riesgos sigue siendo decisiva.