El rompecabezas macro-político-financiero argentino tiene hoy tantas piezas abiertas que vuelven virtualmente imposible anticipar la forma en la que se rearmará en los próximos meses. Sin embargo, sostenemos que cualquier rearmado posible comienza por la forma de tratamiento que vaya a darse a la deuda. A la actual administración no le dan los tiempos para hacerlo y el nuevo gobierno no va a tener tiempo material de postergar esta definición.
Definido este punto, el abanico del resto de las decisiones de política (monetaria, fiscal, régimen cambiario y fuentes de financiamiento) se acotan notablemente. Con esa decisión sobre la mesa, las variables que definirán la coyuntura 2020 (crecimiento, inflación, tipo de cambio real y brecha cambiaria) quedan fuertemente determinadas, y con ella, una indicación más firme para los precios de los activos.
Escenarios de tratamiento de la deuda
El perfil de vencimientos de la deuda en 2020 registra una singularidad muy particular: post reperfilamiento, más del 95% de los vencimientos de capital con el sector privado corresponden a instrumentos con legislación argentina.
A partir del año siguiente, la situación se invierte. Este dato amplía el margen de maniobra del gobierno y deja tres posibilidades para el tratamiento de la deuda. La probabilidad que uno le puede asignar a cada uno de estos escenarios es función de un conjunto de variables, donde la mayoría tienen hoy una realización incierta.
A continuación, presentamos cada uno de los escenarios, explicando en qué consisten y cuál es -a nuestro entender- la probabilidad de que se materialice cada uno de ellos.
1.Default generalizado a la 2001: corresponde al escenario más extremo ya que implicaría un incumplimiento en el pago de las obligaciones de deuda sin distinción de legislación, moneda, plazo o acreedor. Al igual que en 2001, en este escenario, la deuda con organismos multilaterales (la más importante del FMI) se mantendría corriente.
Tal como venimos sosteniendo en nuestros reportes, entendemos que a pesar de los enormes desafíos que definen a las actuales circunstancias, la rigidez de la deuda y la baja proporción de los acreedores privados en el total vuelven inviable un default generalizado. Entendemos que las declaraciones de Alberto Fernandez “Argentina no tiene posibilidad de caer en default si yo soy Presidente” y Mauricio Macri sobre este punto abonan esta interpretación.
2. Reprogramación voluntaria / Canje a la uruguaya: ésta es una posibilidad cierta de encarar el problema con criterios de mercado. Se trata de una propuesta “amigable” que contemple extensión de plazos, algún eventual recorte de intereses y excluya quitas de capital. El universo de bonos elegibles abarcaría a los bonos con vencimientos más próximos.
Este escenario tiene algunos contratiempos prácticos: la implementación de una operación de estas características no es instantánea. La experiencia internacional indica que, en el mejor de los casos, se requieren dos meses. Si tomamos la fecha del anuncio de Lacunza, el canje se debería concretar en la fecha de la elección presidencial, lo cual vemos muy poco probable (además, todavía ni siquiera se presentó el proyecto en el Congreso). En otras palabras: en la situación actual, de materializarse este escenario el canje recién sería llevado a cabo por el próximo presidente.
3.Canje en dos etapas: este es un escenario intermedio entre los dos analizados previamente. Consiste, en un primer momento, en ofrecer un canje (¿voluntario?) para los instrumentos con ley local que representan el más del 95% de los vencimientos de capital de 2020 y con ello ganar tiempo para poder ofrecer, más adelante, un segundo canje más amplio para la deuda con ley internacional.
Para volver más atractivo el canje local, éste podría contemplar una cláusula de reversibilidad: los tenedores de los nuevos instrumentos podrían tener el derecho a participar del segundo canje en iguales términos y condiciones. Entendemos que una propuesta de estas características debería contar con buena receptividad por parte de los bonistas, especialmente teniendo en cuenta la experiencia reciente de reprogramación unilateral de Letes y Lecaps, también regidos por ley local.
El año que viene, Argentina deberá enfrentar vencimientos de capital de bonos en manos del sector privado por USD 19.0bn, de los cuales USD 18,6bn son legislación local (USD 5,7bn bonos en USD; USD 3,5bn bonos en ARS; USD 5,9bn letes/lelink y USD 5,6bn lecaps/lecer).
Solo USD 0,4bn del bono internacional en francos suizos corresponden a vencimientos de ley extranjera del año que viene. Esta operación alivianaría significativamente el programa financiero del 2020 y permitiría “comprar tiempo” para poder hacer una restructuración voluntaria y ordenada para los bonos globales.
Una cuestión adicional (y muy importante) que atraviesa a cada uno de los escenarios de forma transversal es la opinión del FMI. Claramente, el organismo no apoyaría la hipótesis planteada en el escenario de default generalizado, y frenaría automáticamente los desembolsos agendados para 2020 por aproximadamente USD 4,0bn. Cabe recordar que una de las condiciones que el FMI se autoimpone para activar un desembolso es que “haya perspectivas de recuperar acceso a los mercados de capitales privados dentro de una ventana temporal”.
Pero definitivamente sí debería apoyar los escenarios 2 y 3, como hizo con Ucrania y Uruguay, entre otros. Conceptualmente, la decisión que tome el próximo gobierno en relación con tratamiento de la deuda también tendrá implícito una decisión sobre qué tipo de relación quiere llevar con el organismo.
Desde el punto de vista de mercado, a los precios actuales los bonos claramente no tienen valor en el escenario 1, pero si lo tienen en los escenarios 2 y 3, a nuestro criterio los más probables.