El pasado domingo arrancó la COP26, una nueva cumbre del clima promovida por Naciones Unidas que se prolongará hasta el próximo 12 de noviembre. Todos los expertos coinciden en que este tipo de convocatorias son un “hito”, ya que pone en común los esfuerzos y compromisos de los países frente al desafío común de gestionar y mitigar el cambio climático.
El último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático), publicado en agosto, reclama la necesidad urgente de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de aquí a 2030. Las medidas adoptadas anteriormente han resultado insuficientes hasta la fecha.
En opinión de Gaël Binot, gestor de renta fija en mercados emergentes, y Hervé Chatot, gestor de activos cruzados, ambos de La Française AM, “pocos países han cumplido sus promesas y se han ceñido a los objetivos del Acuerdo de París de 2015. Con las políticas actuales, el calentamiento global alcanzará unos 3°C. Y, aunque un número importante de países se ha fijado el objetivo de cero emisiones netas de GEI para 2050, los avances siguen siendo muy escasos”.
Los debates y propuestas que se compartan estos días serán muy relevantes para enfocar la lucha contra el cambio climático, pero aún más importantes serán lo que ocurra después de la COP26; es decir, cómo los gobiernos, ciudadanos y empresas aborden la transición hacia una economía con cero emisiones. En este sentido, el último informe de Bain & Company, Beyond COP26: An Action Plan for CEOs, analiza qué supondrá a nivel pragmático este encuentro para las compañías.
En primer lugar, el informe concluye que tras la COP26, las empresas se enfrentarán a una mayor regulación, a mayores exigencias de información financiera relacionada con el clima y a un mayor escrutinio por parte de inversores y clientes. En concreto, los impuestos al carbono y los esquemas de comercio de emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) se incrementarán, y el precio del carbono probablemente seguirá subiendo. “Los gobiernos desplegarán más subsidios para impulsar el cambio”, prevé el documento.
Dada esta aceleración, es evidente que la atención se está desplazando de la fijación de objetivos a los resultados. Por ello destaca que muchas empresas han anunciado planes ambiciosos para reducir sus emisiones, en algunos casos hasta llegar a cero, pero son pocas las empresas que están haciendo grandes progresos para convertir esos objetivos en acciones. “Hay cuatro iniciativas que pueden ayudar: integrar la transición del carbono en la estrategia, encontrar formas de rentabilizar las inversiones en la reducción de las emisiones de carbono, incorporar esta transición en el día a día del negocio e implicar a los mandos intermedios”, propone el informe de Bain & Company.
Mientras continúa el trabajo político y la movilización de 100.000 millones de dólares al año para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse al cambio climático, la pregunta para muchas empresas es qué hacer una vez concluida la COP26. El informe concluye que la medida más importante es “prepararse para una gran aceleración” en cinco áreas: la regulación; la divulgación de información financiera; los objetivos basados en la ciencia; el escrutinio de los inversores; y las expectativas de los clientes.
Las empresas se preparan
En lo que afecta a la regulación, el informe indica que “los impuestos al carbono y los esquemas de comercio de emisiones que cubren el 21,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) en 2021 se incrementarán, y el precio del carbono (ya por encima de 60 euros por tonelada de dióxido de carbono equivalente en el Sistema de Comercio de Emisiones de la Unión Europea) probablemente seguirá subiendo. Los gobiernos desplegarán más subsidios para impulsar el cambio, como la iniciativa Energy Earthshots del Departamento de Energía de EE. UU., que tiene como objetivo reducir el coste del hidrógeno bajo en carbono a un dólar por kilogramo en una década”.
En segundo lugar, se incrementarán los requisitos para que las empresas informen sobre sus riesgos climáticos. En el Reino Unido, por ejemplo, los sistemas de pensiones, los bancos, las aseguradoras y otras empresas ya deben cumplir con el marco del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima. En el ámbito mundial, la Fundación de Normas Internacionales de Información Financiera está sentando las bases para un conjunto de normas comunes de información, y la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. Ya pide información pública sobre el cambio climático.
Otro aspecto importante es que a medida que más empresas establecen objetivos para reducir las emisiones, la Science Based Targets Initiative (SBTi) está creciendo rápidamente como el estándar para establecer ambiciosos objetivos de descarbonización, con un crecimiento anual del 130% en el número de empresas participantes durante los últimos cinco años. “Los objetivos de las empresas se están volviendo más holísticos, incluidas las emisiones de Alcance 3 que representan al menos el 40% del total. También son más ambiciosos, ya que la SBTi acepta solo objetivos de Alcance 1 y 2 en línea con el objetivo del Acuerdo de París de mantener el calentamiento dentro de 1,5 ° C. Los objetivos también se están volviendo más concretos, con definiciones más claras de cero emisiones netas de carbono y directrices específicas para los sectores”, explica el informe.
Inversores y clientes
Una tendencia que ya se está observando es el mayor escrutinio de los inversores. “La sostenibilidad, y el cambio climático en particular, se ha convertido en un criterio clave para los inversores, tanto activos como pasivos, y desempeña cada vez más un papel en las decisiones de inversión”, afirma el documento. Por último, están las expectativas de los clientes, que incluyen no solo la activador de la empresa sino también su cadena de suministro.
Por ejemplo, la Investment Association, la asociación de gestores de activos del Reino Unido planea emitir «advertencias ámbar» para las empresas que no dan información financiera relacionada con el clima. En todo el mundo, el comportamiento relacionado con el clima influye cada vez más en las decisiones de inversión. La Iniciativa Net Zero Asset Managers reúne a 128 gestores de fondos con 43 billones de dólares bajo gestión en un compromiso de tomar decisiones de inversión que respalden el objetivo de cero emisiones netas para 2050 o antes.
Dada esta aceleración, es evidente que la atención se está desplazando de la fijación de objetivos a los resultados. El análisis de Bain & Company basado en el trabajo realizado con grandes empresas que están actuando sobre sus objetivos y están comenzando a reducir sus emisiones, determina cuatro principios específicos están guiando las decisiones que marcan una diferencia tangible. Estos cuatro objetivos se resumen en: hacer de la transición del carbono un pilar de la estrategia empresarial; encontrar formas de rentabilizar las inversiones en la reducción de las emisiones de carbono; incorporar esta transición en el día a día del negocio; e implicar a los mandos intermedios.
“Es probable que la transición para dejar de utilizar el carbono y pasar a las emisiones netas cero sea una de las principales prioridades de muchos ejecutivos durante el resto de sus carreras. El trabajo llevará décadas, pero comienza con un conjunto pragmático de pasos significativos”, concluye el informe.