El año ha arrancado con los mercados, analistas e inversores vigilando a China. 2022 acabó con el mensaje de que la reapertura del gigante asiático sería fundamental para la economía global, pero el empeoramiento de la situación del COVID-19 en el país tambalea de nuevo esta expectativa y despierta el temor por lo vivido en 2020.
En opinión de Richard Tang, analista de renta variable y Asia de Julius Baer, la tesis de la reapertura se ha materializado en gran medida con el repunte de fin de año. “2023 se trata de dar un respiro a la economía para que se recupere, donde las políticas de apoyo impulsarán más ganancias, aunque más lentas, en el mercado de renta variable chino. La política a corto plazo debería seguir siendo acomodaticia mientras los datos sigan siendo débiles y favorezca el consumo y otros sectores cíclicos”, explica sobre el punto de partida teórico del país.
Sin embargo, el incremento de los casos de coronavirus en China ha restado optimismo al proceso su reapertura. “Aunque en el mundo occidental las restricciones y confinamientos relacionados con el COVID-19 parecen cosa del pasado, en China acaban de pasar de una política de tolerancia cero a una relajación importante de las medidas sin haber hecho una preparación específica: poca tasa de vacunación con vacunas poco eficientes, sistema de salud desbordado… . La velocidad, profundidad y capacidad de reacción ante esta nueva situación marcará gran parte del futuro económico global, al ser China un productor y consumidor muy relevante a nivel internacional”, destacan desde el equipo de la agencia española de valores Portocolom AV.
Por ahora, y tal y como recuerdan desde Bloomberg, China prometió tomar represalias contra las naciones que impusieran restricciones a sus viajeros, mientras sigue gestionando el brote sin precedentes de COVID-19 asola el país. La Unión Europea, Estados Unidos y otros países exigieron a los viajeros chinos un resultado negativo en la prueba del coronavirus tras el repentino abandono por Xi Jinping de su política de Covid cero. “La oleada ha aumentado los temores de que una nueva variante del omicron que impulsa la oleada de China pueda crear una oleada en otros lugares”, advierten.
Según Cosmo Zhang, analista de Vontobel, aunque es esperable un repunte de los casos de COVID-19 a corto plazo antes de que se normalice, lo más probable es que la reapertura sea irreversible. “La población china aprenderá a vivir con Covid como el resto del mundo, lo que sustenta la recuperación económica de China y de los mercados emergentes en general”, advierte.
Renta variable china
En 2022, los mercados emergentes se han rezagado un 6% con respecto a los desarrollados, siendo China el país más afectado, con un -26%. Sin embargo, las acciones chinas han disfrutado de una especie de «rally de Santa Claus» ante la expectativa de que Pekín relaje sus estrictas medidas sobre el COVID-19 y reabra completamente su economía.
Según Tang, este repunte se basaba en gran medida en la reapertura y ya se ha materializado con el Hang Seng cerca de los 20.000 puntos. “El mercado se está consolidando mientras los inversores asimilan las perturbaciones económicas temporales de la reapertura. La primera oleada de contagios ha pasado en algunas ciudades, como Pekín, y otras ciudades de alto nivel podrían ver pronto atrás sus primeros picos. Dicho esto, la presión puede verse en las zonas rurales a medida que los trabajadores emigrantes regresan a sus hogares ante la llegada del Año Nuevo chino, aunque es menos probable que los problemas que surjan allí afecten al mercado de renta variable en comparación con las ciudades”, apunta el experto de Julius Baer.
En este contexto, James Cook, director de Inversores Especialistas en Federated Hermes Limited, considera que la reapertura y las valoraciones baratas son solo algunas de las razones por las que los inversores deberían fijarse en China este año. “La reapertura y la estabilización del sector inmobiliario son los principales motores de China a corto plazo. Hemos observado cambios políticos constructivos en múltiples frentes que anticipaban, en general, que el país se estaba preparando para una reapertura más significativa. La confianza de los inversores también se ha visto impulsada por las recientes medidas anunciadas para apoyar al alicaído sector inmobiliario chino. A pesar de ello, los inversores han tenido muchas razones para vender China. La relación riesgo-rentabilidad de la renta variable china parece atractiva, con una caída relativa del 15% en el año”, apunta Cook.
Los datos muestran que el índice MSCI China se disparó un 29% en noviembre para registrar su mejor rentabilidad mensual desde 2009. Según el experto de Federated Hermes, la percepción de un “giro de 180 grados” en las estrictas políticas sobre el COVID-19 del país impulsó el mercado.
Para el experto de Federated Hermes, a pesar de los retos que tiene el país, hay ciertos temas que ofrecerán un largo recorrido de crecimiento en una economía que, en gran medida, ya no es de crecimiento, y que serán una oportunidad de inversión. Entre ellos, destaca la digitalización; las tecnologías y las energías renovables; la biotecnología; la financiación del ahorro; el metaverso; y la localización de tecnologías críticas.
“Aunque es probable que las oportunidades en estos sectores sean significativas, es importante que los inversores eviten los escollos, algunos de los cuales son exclusivos de China. Esto incluye cualquier sector que pueda asociarse con la geopolítica, como la lista de entidades estadounidenses. Además, evitamos las empresas de sectores cíclicos, ya que suelen estar cargadas de un apalancamiento excesivo y generan rendimientos por debajo de su coste de capital. Creemos que, con el tiempo, a estas empresas les resultará muy difícil la transición a cero neto”, matiza.
Sobre el sector inmobiliario, el analista de Vontobel considera que el último impulso del Gobierno puede ofrecer oportunidades atractivas para los inversores. “Creemos que lo peor de la actual crisis inmobiliaria pasará pronto, aunque la recuperación del sector de la vivienda solo será gradual y, más probablemente, tendrá forma de L en 2023. Primero se estabilizará y luego se mantendrá en un nivel plano pero más sostenible. No prevemos que las ventas por contrato vuelvan a los máximos históricos de 2021. Si la actual dirección política se mantiene firme, junto con un escenario estable del COVID-19, el sector inmobiliario chino podría recuperarse de forma constante con precios relativamente estables en el futuro”, argumenta Zhang.
En este sentido, el analista reconoce que aunque la recuperación del sector esté plagada de baches, es optimistas respecto a la deuda de las compañías inmobiliarias chinas, especialmente de los que podríamos llamar «supervivientes» y que podrían recuperarse con más rapidez en los próximos años, y eso a pesar de que las valoraciones de algunos de los principales valores sean menos atractivas ahora en comparación con las que tenían hace un mes. “Seguimos siendo optimistas con respecto al sector para los próximos 12 meses y creemos que muchos de los rezagados y de las empresas con dificultades ofrecen el mayor valor, incluso tras el fuerte repunte de los últimos meses. También encontramos oportunidades atractivas en el sector del juego de Macao, teniendo en cuenta que las principales incertidumbres han quedado atrás, incluida la renovación de seis concesiones de casinos, la relajada política de COVID de China y un valor relativo aún atractivo”, matiza Zhang.
Los desafíos de China
En opinión de Cook, China se encuentra en una encrucijada crítica con múltiples retos, como la rivalidad geopolítica con EE. UU., los brotes de COVID-19 y la tensión en el sector inmobiliario, por citar algunos. “Se trata de cuestiones enormemente desafiantes que pondrán a prueba la determinación de los dirigentes chinos. En cualquier caso, el modelo de crecimiento alimentado por la deuda del pasado es irrelevante ahora; y la valoración histórica menos significativa. En este sentido, nos centramos en cómo es probable que China evolucione más allá de la reapertura comercial posterior a la crisis. Creemos que, en el mejor de los casos, el país puede lograr un crecimiento del PIB real de un solo dígito, medio o bajo, teniendo en cuenta las limitaciones a las que se enfrenta la economía”, argumenta.
En este sentido, desde Natixis recuerdan que la reapertura mejora la situación de China, pero existen dudas de que palíe los problemas de peso que su economía arrastra. Según destaca la entidad en uno de sus últimos informes, hay un lista larga de retos: el caos derivado de las políticas de COVID cero, que podría provocar perturbaciones en la producción y la cadena de suministro; el riesgo que podría derivarse del mercado inmobiliario, si las actuales medidas de apoyo no funcionan; el hecho de que las finanzas de los gobiernos locales chinos podrían empeorar aún más, si sus ingresos no se recuperan significativamente; o el peligro de que aumente la tensión geopolítica entre EE.UU. y China.
“En general, esperamos que el PIB de China crezca un 5,5% en 2023. Esto es más rápido que nuestra anterior previsión del 4,3% para 2023 tras las noticias de una apertura más rápida. En otras palabras, teniendo en cuenta el enorme efecto de base a partir de 2022, un crecimiento del 5,5% en 2023 es hasta cierto punto decepcionante, lo que también se relaciona con nuestra expectativa de crecimiento para 2024 de sólo el 4,5% en 2024, en línea con la desaceleración estructural de China”, apunta en su informe.