Tipos de interés negativos, depósitos con coste en lugar de retorno e inversores que pagan por prestar dinero. Este entorno de mercado hubiera sido hace tan sólo un par de años una historia de ciencia-ficción y, sin embargo, todo apunta a que la situación durará aún tiempo.
“La vida bajo cero puede ser difícil– no hay más que preguntarle a un mamut o a un tigre de dientes de sable-. Las últimas víctimas de la gran helada son los tipos de interés”, apunta con humor Asoka Wöhrmann, Chief Investment Officer de Deutsche Asset & Wealth Management.
Y es que los tipos de interés en muchos países europeos están ya en negativo y aproximadamente el 30% de los bonos soberanos de la eurozona ofrecen actualmente rentabilidades por debajo de cero.
“Esta situación, que es consecuencia de la de la política monetaria inusual de los Bancos Centrales -especialmente de las recompras de bonos o quantitative easing- supone un gran desafío para aquellos inversores que quieren proteger o hacer crecer su patrimonio”, explica Wöhrmann.
El experto de Deutsche Asset & Wealth Management pone como ejemplo lo siguiente: “si inviertes ahora en un bono Federal alemán a 10 años, necesitarás 386 años para duplicar tu dinero”. Una perspectiva nada tentadora para los portfolios de larga duración.
“Al igual que en la última edad de hielo, la elección es dura: adaptarse o luchar por sobrevivir. Para los inversores, esto significa encontrar fuentes alternativas de rentabilidad. La clave es tener todas las herramientas a tu disposición. Ya no hay balas de plata. La diversificación es lo que importa”, concluye.