Las malas noticias siguen alimentando el nerviosismo de los inversores en títulos de compañías tecnológicas. El martes, la empresa de redes sociales Snapchat (SNAP) hizo de forma sorprendente, y tras haber actualizado y comunicado sus guías hace tan solo un mes, una fuerte revisión a la baja de sus estimaciones de crecimiento en ventas, provocando una caída del 43% en sus acciones y arrastrando a la baja al Nasdaq, que llegó a dejarse cerca de un 3,8% en los mínimos de la sesión. El informe de SNAP (y también el de Abercrombie & Fitch, que confirma las malas sensaciones que nos dejaban Walmart y Target la semana pasada) y el fuerte retroceso en la venta de nuevas viviendas en EE.UU. volvió a socavar la confianza de los inversores en las cifras de consenso para los beneficios por acción para 2022 y sobre todo para 2023.
Este pesimismo, que es más evidente en los sectores ligados al consumo cíclico, afectó también a la cotización de acciones vinculadas al turismo. Aunque la transición del consumo desde bienes a servicios/experiencias avanza con rapidez y las vacaciones de verano marcarán récord en venta de billetes para las aerolíneas y en tasas de ocupación para los hoteles, los gestores profesionales –buscando anticiparse a la caída de la próxima ficha del dominó– se lanzaron a liquidar posiciones en empresas de cruceros como Carnival (CCL) o Royal Caribbean (RCL) y en las hoteleras y gestoras de casinos como MGM y Caesars (CZR). El CEO de Marriott (MAR), Tony Capuano, confirmó que la campaña estival en Europa será la más fuerte de la historia, pero echó más leña al fuego al declarar que «será un reto evitar una recesión. El tiempo lo dirá, pero ciertamente parece que vamos en esa dirección».
Así, este castigo debería servir como aviso a navegantes para los que mantienen posiciones relevantes en Home Depot y Lowe’s que, a pesar de mostrar un desempeño saludable durante el primer trimestre, se verán verdaderamente afectadas si se confirman las malas noticias en el ámbito del mercado inmobiliario.
La caída en ingresos reales, al subir la inflación más rápidamente que los salarios, y el encarecimiento de las hipotecas –cuyo precio a 30 años ha pasado en muy poco tiempo del 3% al 5,3%– comienza a pesar, en particular sobre las rentas más bajas, que ya gastaron los cheques entregados por el gobierno en 2020 y 2021 y que disponen de un nivel de ahorro como porcentaje de su renta disponible mucho más ajustado, por lo que disfrutan de menos holgura en sus presupuestos para absorber el encarecimiento en productos de primera necesidad.
En palabras del CEO de Best Buy, principal distribuidor minorista de electrónica de consumo en EE.UU., «muchos consumidores están agotando los estímulos (cheques y ayudas) que recibieron el año pasado y ahora enfrentan problemas como el incremento de los precios de gasolina y alimentos, la subida de tipos de interés y de hipotecas, el temor a la recesión, la volatilidad de los mercados bursátiles y la incertidumbre geopolítica derivada de la guerra de Ucrania. Detrás de todo esto está el cambio gradual del gasto de las compras en el hogar a un gasto más experiencial en servicios y actividades que muchos no pudieron disfrutar durante la pandemia”.
Pero también hay buenas noticias para el ciudadano de a pie cuando extraemos conclusiones de los anuncios corporativos de empresas como Nordstrom (JWN), cadena de grandes almacenes al estilo de El Corte Inglés, que incrementó sus ventas en un 18,7% (frente al 12% proyectado por los analistas) gracias al repunte en compras, reflejo del regreso de la normalidad. Y Kohl’s -otro distribuidor- rebotó fuerte después de estar cayendo más de 20% demostrando que los precios reflejan ya proyecciones muy conservadoras para el sector. JP Morgan y Bank of America, en sus presentaciones a analistas, mostraron optimismo respecto a la salud del consumidor y el gasto de la clase media y media-alta, que sigue manteniendo su pujanza, como dejó de manifiesto el dato provisional de PIB para los tres primeros meses del año.
Y que confirmó el CEO de Ralph Lauren: «Nuestro cliente se mantiene fuerte; hemos pivotado hacia consumidores de mayor valor, que pagan precio completo y son menos sensibles a las campañas de promoción». El ahorro agregado de las familias aún se mantiene 2,3 billones de dólares por encima de la tendencia pre-pandemia (lo que representa un 14% del consumo anual) y sus balances de situación, con un apalancamiento un 40% inferior al que presentaban en la antesala del pinchazo de la burbuja de subprime, aparentan solidez.
Aunque la «put de Powell» muy probablemente tenga un precio de ejercicio más próximo a 3.400 que a 4.000, lo cierto es que los indicios de desaceleración en los índices de precios son cada vez más prometedores, como muestra el cambio de tendencia en los indicadores de reajustes de inflación elaborados por Citi (Citigroup Inflation Surprise Index), incipiente aún en Europa pero bastante más evidente en EE.UU.
Respecto a este último punto, y aunque de momento no deja de ser anecdótico, las recientes declaraciones de James Bullard (Fed San Luis, que habla de rebajas en tipos de interés a partir de 2023) o de Raphael Bostic (Fed Atlanta, que a pesar de no tener voto sugiere una pausa en el ciclo alcista de tipos a partir de septiembre) podrían volverse más frecuentes si el PCE del viernes sorprende positivamente. El incremento del 0,5% en junio es un hecho, pero a partir de entonces el tema puede ponerse más interesante. De hecho, estos comentarios más dovish se han traducido inmediatamente en un ajuste de las expectativas de incremento en tipos que, según la curva OIS, han pasado del 2,9% al 2,6% en solo un par de días.
El contraste entre la Fed y el BCE, tras las declaraciones de Lagarde que dejan claros sus planes de finalizar el APP en julio y situar en septiembre la tasa de depósito en el 0% (con subidas de 0,25% en julio y septiembre), tiene sentido habida cuenta de lo avanzado del ciclo estadounidense respecto al europeo. Y aunque a Villeroy le gustaría comenzar encareciendo el dinero un 0,5%, aún está por ver si esto será posible. Atendiendo al primer y quinto vencimiento de futuros de eurodólar, los inversores proyectan que a partir del mes que viene, y hasta junio del próximo, el BCE tensionará su política monetaria más rápidamente que la Fed. Algo difícil de justificar para aquellos que no piensen que el embargo al crudo ruso acabará por salir adelante.
El mercado bajista, encubierto en acciones tecnológicas y del momentum que arrancó en noviembre, comienza a dar muestras de estar muy maduro: el porcentaje de acciones del Nasdaq 100 cotizando por debajo de su media móvil de 200 sesiones está cerca de niveles asociados a recesiones. Un 40% de los componentes de este índice registran caídas iguales o superiores al 40% desde máximos y las valoraciones han pasado de 33x a 22x PER 12m.
Un cambio de discurso desde la Fed y una estabilización en la TIR del bono (el Tbond parece estar consolidándose en la zona de 2,85%) podría hacer a esta temática receptora de flujos en el medio plazo ante un rebote de carácter técnico.