La inflación solía ser el principal foco de preocupación para la política de tipos de interés de los bancos centrales europeos cuando los precios subían sin fin. Ahora que iniciamos el año 2014, su principal temor es el escenario contrario: el riesgo de deflación.
Ese riesgo tiene el potencial de convertirse un problema colosal, pues la caída de precios significa que los consumidores no compran bienes porque esperan que se abaraten más en el futuro, deteniendo en seco el crecimiento económico y desencadenando una recesión.
Sin embargo, hay tres razones por las que una era de caída de precios al estilo japonés, que costó a ese país una ‘década perdida’ en los años 90, no se instalará en la Eurozona, según afirma el economista jefe de Robeco, Léon Cornelissen.
“La recuperación económica, una fuerte voluntad de los políticos y una cultura completamente diferente se combinan para hacer de la deflación un elemento muy poco probable en la Eurozona”, afirma Cornelissen en su perspectiva de enero para los inversores.
¡Todo se debe al éxito del euro!
Irónicamente, el riesgo ha sido causado, en gran medida, por el éxito reciente del euro. Tras años de resultados mediocres cuando la Eurozona se tambaleaba de una crisis a otra, el euro se ha apreciado casi un 13% frente a otras divisas principales desde mediados de 2012. La experiencia japonesa demostró que un yen fuerte contribuyó notablemente a que el país se sumiera en la deflación en los años 90.
Ciertamente, los indicios de deflación cobran fuerza. Las cifras publicadas el 7 de enero mostraron que la inflación general cayó al 0,8% de forma anualizada en diciembre de 2013, desde el 0,9% de noviembre. La inflación subyacente – que no tiene en cuenta los precios de los alimentos y de la energía, más volátiles – cayó para marcar un nuevo mínimo, del 0,7% en diciembre. Pero esto implica desinflación, donde se reduce el ritmo del aumento de precios, en lugar de la más peligrosa deflación, donde los precios realmente caen.
“Observamos tres razones para el argumento optimista de que la deflación no se instalará en la Eurozona”, afirma Cornelissen. “En primer lugar, la Eurozona está experimentando una recuperación, y la periferia meridional en particular disfruta de un alza. Por lo tanto, difícilmente podemos apreciar que una economía europea en aceleración pueda caer en la trampa deflacionaria”.
“Por supuesto, hay quien argumenta que la recuperación europea no puede sostenerse por sí misma, y que debido a las prolongadas medidas de austeridad, es posible una recaída en la recesión. Pero no es así. Es más probable que el déficit presupuestario y los objetivos de deuda se pospongan una vez más, hasta que las economías de la Eurozona recuperen la buena senda”.
Super Mario hará valer su instinto
También hay voluntad política y reguladora. “Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha dicho ya que es muy consciente de los riesgos deflacionarios y que está dispuesto a tomar medidas contra ellos”, afirma Cornelissen. La inflación se encuentra ya muy por debajo del objetivo del 2% del BCE, pero Draghi ha insistido en que no puede permitirse un descenso permanente demasiado inferior al 1% “y por lo tanto entrar en la ‘zona de peligro’”.
“Puesto que los tipos de interés en la Eurozona se encaminan hacia el cero, es una indicación clara de que el BCE está dispuesto a recurrir a medidas monetarias poco convencionales si es necesario, ejerciendo presión sobre el tipo de cambio del euro y limitando los riesgos deflacionarios”.
En tercer lugar, también existen notables diferencias culturales entre Europa y Japón, afirma Cornelissen. “La perspectiva de un entorno deflacionario al estilo japonés es políticamente inaceptable en la Eurozona”, asegura. “El largo periodo de estancamiento vivido en Japón puede explicarse, en parte, por la naturaleza inusualmente orientada al consenso y monoétnica de la sociedad japonesa, que estaba dispuesta a sufrir por el bien de la nación. Tal estoicismo es poco probable en la Eurozona”.
El verdadero problema es la unión bancaria
Cornelissen afirma que la verdadera amenaza potencial de que la deflación se afiance es “el lento, insuficiente y poco satisfactorio avance hacia una verdadera unión bancaria en la Eurozona, y ésa es la receta para el crecimiento lento”.
“Tal escenario no consigue romper el vínculo entre bancos débiles y naciones débiles, y recuerda a los observadores del estilo japonés el ‘sistema convoy’ que mantiene a flote a los bancos ‘zombis’ que a su vez mantienen con vida a empresas ‘zombis’, impidiendo así una destrucción creativa y un reinicio. Por supuesto, ello es válido en parte para la Eurozona”.
“Sin embargo, la salud general del sector bancario europeo es mejor que la del japonés. Como tal, la enfermiza tolerancia hacia los bancos y naciones débiles de la Eurozona es, en nuestra opinión, un problema a largo plazo para el conjunto. Este problema quedará cubierto por la incipiente recuperación y, por consiguiente, no basta para empujar a la Eurozona a una deflación al estilo japonés”.
También es importante recordar que la Eurozona ha estado en esta situación antes, en el periodo que siguió al colapso financiero del año 2008, afirma Cornelissen.
La Eurozona sobrevivió a un breve periodo de deflación en 2008/09
Como muestra el gráfico superior, en 2008/2009 una espectacular caída de la inflación finalizó en un periodo de cinco meses de ligera deflación. “Un periodo tan breve de ligera deflación no es un desastre, con tal de que las expectativas deflacionarias no se atrincheren. Todavía estamos muy lejos de que se produzca tal situación en la Eurozona”, afirma Cornelissen.
Robeco prevé que la inflación subirá de manera gradual hasta el 1,2% en la Eurozona durante 2014 a medida que el crecimiento avance, lo que está en línea con el consenso de otros gestores de inversiones.