El gobierno uruguayo prepara una nueva emisión de bonos para el 22 de agosto, esta vez se licitarán 775 millones en Unidades Indexadas (pesos indexados en la inflación) con vencimiento en 2025. Y como cada vez, se espera que la demanda supere ampliamente la oferta: el bono uruguayo es una de las estrellas rutilantes de la renta fija latinoamericana.
El pasado mes de julio, JP Morgan incluyó el bono en pesos uruguayos en su índice GBI-EM, el índice que nuclea las emisiones internacionales de países emergentes en moneda local. Por primera vez, el país rioplatense, de 3,3 millones de habitantes, se unió a un club reservado a 18 estados.
Semanas antes había ocurrido algo excepcional: por primera vez en su historia Uruguay colocó un bono global en pesos a cinco años. Y la demanda fue casi cinco veces superior a la oferta.
Los asesores financieros no acaban de acostumbrase a la nueva realidad de un peso fuerte y de una economía desacoplada de la región, que lleva casi doce años de crecimiento ininterrumpido.
Juan José Varela, gerente comercial de Gletir, recuerda los años que siguieron a la crisis financiera del 2002 y asegura que “ni el más optimista podría hacer imaginado un tipo de cambio a 28” pesos por dólar. El índice GBI-EM de JP Morgan es “un seguro de tasa barata para Uruguay”.
“El peso es una moneda fuerte por la cantidad de inversiones que está recibiendo el país, por la revolución que ha habido en la soja en los últimos quince años (gracias a la tecnología argentina), lo cerrados que estuvieron los mercados en Argentina, y por otro lado la instalación de las plantas de celulosa, que son inversiones que impactan en el PIB del país. Si a esto se le suma el turismo, que es un rubro muy bueno para Uruguay, se genera una fortaleza de la moneda muy importante. Entran muchos dólares y esos dólares hay que venderlos para aplicarlos a la economía nacional”.
Jerónimo Nin, head trader de Nobilis, coincidió en Boston con las autoridades de la Unidad de Deuda del ministerio de Finanzas de Uruguay justo el día de aquella emisión en pesos. Los funcionarios llevaban una semana visitando fondos en todo el mundo.
“Ya se veía entre los inversores la búsqueda de rendimientos, en ese momento los temores que generaba la política de Donald Trump hacia los mercados emergentes se iban disipando. Entonces, el dólar se empezó a debilitar y se buscaba un poco más de riesgo/retorno”, explica Nin.
En ese momento, Uruguay, país con grado inversor, era de los pocos países en el mundo que ofrecía rendimientos a dos dígitos. Las políticas del Banco Central contra la inflación empezaban a dar sus frutos y a su vez el gobierno corrigió la parte fiscal, todo esto trajo confianza a los mercados.
Jerónimo Nin señala que “le ha ido muy bien a los que han comprado, porque el bono salió a 10%, de rendimiento, y hoy por hoy, ya se está operando de 8,25% u 8,30%. Después de cumplió la idea de las autoridades de que entrara en el índice de JP Morgan y eso atrajo todavía más, porque es una llamada para los inversores pasivos, aquellos que siguen estrategias para replicar el índice. Entonces esos inversores salen a comprar a Uruguay”.
Desde el corredor debolsa GastónBengochea y Cia CB S.A, se considera que la emisión en pesos fue un hito, maniobra que atribuyen a la entrada de gente joven al ministerio de Finanzas.
Diego Rodríguez, director de Gastón Bengochea, asegura que los factores externos jugaron un papel fundamental: “esa emisión no se explica solo por la fortaleza económica de Uruguay (que lleva doce años ininterrumpidos de crecimiento) sino también por la existencia de un dólar débil desde 2008. Entonces, es claro que hay un apetito por monedas que no sean el dólar en el mundo, y eso ha permitido a muchas economías emitir en moneda local. Brasil ha emitido en reales, México y Chile también, entre otros”.