La segunda mitad del año se presenta incierta, en un entorno de crecimiento global por debajo de la media, pérdida de fuelle de la inflación, mantenimiento de políticas monetarias expansivas (excepto en Estados Unidos, donde la Fed comenzará a reducir su balance) y riesgos no demasiado potentes pero dignos de vigilar.
En este contexto, tener tesorería en cartera, a la espera de que surjan nuevas oportunidades, y buscar opciones de rentabilidad en algunos segmentos de deuda (high yield corporativo y deuda emergente), renta variable (sobre todo, en los lugares donde más vayan a crecer los beneficios) y estrategias alternativas son las opciones que presentó Diaphanum, en un encuentro con periodistas en Madrid en el participaron Rafael Gascó, su presidente, Miguel Ángel García, director de Inversiones, y Rafael Ciruelos, experto en Estrategia e Inversiones.
Aunque tener tesorería pueda parecer ilógico, por los retornos cercanos a cero que ofrece, es un activo en el que en la entidad están muy positivos. De acuerdo con sus previsiones, la Tesorería rendirá muy poco por la influencia del Banco Central Europeo, pero servirá para preservar el patrimonio. Es decir, ofrece seguridad y la posibilidad de estar a la espera para aprovechar próximas oportunidades. “No es que nos guste pero nos gustan menos otros activos: preferimos estar ahí y no ganar que estar en otros lugares donde podemos perder”, decía García.
En deuda pública la entidad es muy negativa, con la excepción de los países periféricos europeos, donde se podría arañar algo de rentabilidad, de forma especulativa; o se podría apostar, aprovechando momentos de muy bajas rentabilidades, por posiciones cortas en bonos alemanes, a la espera de una subida de tipos. Pero, a pesar de que los bancos centrales impedirán que estalle lo que sin su soporte sería una burbuja, dice García, la visión general es negativa.
“Los bonos gubernamentales están caros influenciados por las compras del BCE; si se mantiene la subida de la inflación y se siguen reduciendo las compras darán pérdidas”, dice. Y lo mismo ocurre con los bonos corporativos de alta calidad, con grado de inversión, que están en general sobrevalorados. Eso sí, en deuda corporativa hay algún foco de oportunidades: en high yield y deuda emergente (mejor en deuda local, puesto que las divisas han caído mucho en el pasado y las últimas subidas de tipos de la Fed no han tenido impacto, aunque seguirá siendo un riesgo a vigilar).
Bolsas, dependientes de los beneficios
También se pueden encontrar oportunidades en bolsa, buscando las regiones donde más pueden subir los beneficios, puesto que la recomendación de Diaphanum para el activo -que es neutral puesto que las valoraciones están en la media histórica y la volatilidad en mínimos- es que su evolución dependerá del comportamiento de los beneficios, que podría acelerarse dependiendo de la evolución de los bancos y las firmas de energía.
“Las bolsas están valoradas en media histórica, tienen recorrido en la medida en que avancen los resultados empresariales, que en un entorno económico de aceleración se están revisando al alza. Y tendrán mejor comportamiento los sectores favorecidos por la mejora del ciclo económico, como consumo cíclico, materiales e industriales”, dice García. En financieras, aunque ha sido una apuesta reciente de la entidad, irán reduciendo posiciones.
En su cartera equilibrada optan por exposición a bolsa europea, algunas estrategias value y también bolsa ibérica, con boutiques como Magallanes. En emergentes, optan por posiciones conservadoras (a través de un fondo de Robeco muy conservador), aunque piensan que puede haber oportunidades. En Latinoamérica, la clave estará en Brasil: “La economía está disfrutando de un nuevo equilibrio, con mayores PMIs y mayor confianza empresarial y una inflación bajo control. El temor es que los problemas políticos paralicen las reformas. Lo que ocurra en Brasil será clave en la región”, dice García.
La oportunidad en alternativos
Las estrategias por las que Diaphanum apuesta con más fuerza son las alternativas: “Estamos sobreponderando la inversión alternativa de bajo riesgo para suplir activos caros o de bajo rendimiento”, explica García. La idea es buscar gestores capaces de ofrecer un retorno adecuado, con independencia de la evolución de los mercados, y fondos con alta liquidez y baja volatilidad. Como ejemplos, Ciruelos habló, para su cartera equilibrada, de estrategias como una de arbitraje sobre fusiones de Lyxor; o una estrategia multigestor de Blackstone, que aúna estrategias de renta variable de mercado neutral, crédito no líquido y estrategias de seguimiento de tendencias (global macro y CTAs).
En cuanto a materias primas, descartan el oro y apuestan por un precio del petróleo en el entorno de los 50 dólares por barril, con un repunte de las materias primas industriales. Con respecto a las divisas, abogan por comprar dólares si llega a 1,1, pero neutralizarían posiciones a 1,05 y se pondrían cortos si hay paridad con el euro, mientras creen que la libra seguirá débil, aunque comprarían a niveles de 0,9.
La autocomplacencia: el principal riesgo
En cuanto a los riesgos, los políticos pasan a un segundo plano: el Brexit puede quitar alguna décima al crecimiento de la zona euro y a nivel global, no se esperan sorpresas en las elecciones en Alemania. Mientras, la situación bancaria no parece que afecte mucho a los mercados (aunque García reconoce problemas en Alemania e Italia, mientras en España ya se ha saneado mucho el sector). El exceso de deuda en Europa y China sigue sobre la mesa también, pero sin sustos, y Trump se ha desinflado (se espera un gasto público no tan agresivo y se desconoce la cuantía de la rebaja fiscal), pero no son fuertes preocupaciones.
El riesgo más potente sería la autocomplacencia, dice García, pues, al estar la volatilidad en mínimos históricos, los inversores se confían y eso puede llevar a una falta de percepción correcta del riesgo y a que el inversor se salga de su nivel, de forma que, ante un acontecimiento inesperado, lleguen las correcciones. “Tras las elecciones en Europa y con Trump menos activo, los riesgos políticos pasan a un segundo plano, con lo que el principal riesgo para los mercados financieros es la complacencia. Cuando las volatilidades están tan bajas cualquier cuestión inesperada provoca recortes importantes”, indica el experto.
Otro riesgo a considerar sería también la retirada de inversiones de los fondos soberanos si el petróleo baja de los 45 dólares, y su efecto en los mercados: cuando el precio llegó a 27 dólares, vendieron activos por valor de 151.000 millones de dólares y eso es algo que hay que seguir vigilando, aunque en Diaphanum creen que el precio se mantendrá en torno a los 50 dólares.