Una teoría aparentemente nueva sobre el dinero y la deuda soberana con implicaciones significativas para la inflación futura está ganando popularidad rápidamente entre algunos políticos como una forma de pagar potencialmente por los gigantescos programas de gasto gubernamental. Según apunta Stewart D. Taylor, gestor de carteras diversificadas de renta fija en Eaton Vance Management, la teoría monetaria moderna (TMM) sostiene que la deuda de un gobierno soberano controla su propia impresión monetaria nunca puede incurrir en un impago o volverse insolvente (algo cierto). La TMM también afirma que el gasto deficitario es necesario para el crecimiento (esto último no es cierto). Finalmente, la TMM postula que, si la inflación se eleva hasta niveles incómodos como resultado del gasto, entonces el gobierno puede subir los impuestos hasta que la oferta y la demanda se vuelvan a igualar y alcancen el equilibrio (algo extremadamente dudoso).
Taylor, como alguien que ciertamente está muy interesado en la inflación y su impacto en la inversión y los ahorros, cree que esta idea económica es la más peligrosa (para el patrimonio neto de los inversores) que se ha postulado en décadas.
Claramente, la lógica tiene un atractivo innato. Después de todo, obtener algo por nada es la oferta más atractiva que un político puede hacer a sus electores. Además, la capacidad de financiar un programa que favorezca al gasto, sin límites ni impuestos, es increíblemente atractiva para los políticos. Si bien la TMM no argumenta que no debería haber límites para el gasto deficitario, sus defensores argumentan que el único límite es la falta de recursos que crea la inflación.
Desafortunadamente, hay una trampa: si bien un gobierno puede crear dinero sin nada más que utilizar una imprenta, la degradación de la moneda no cambia el valor de las cosas que deseamos comprar con ella. Sólo cambia la cantidad de la moneda utilizada para comprar esas cosas. En otras palabras, la impresión desmesurada de dinero infla el valor de las cosas al diluir la cantidad del medio de intercambio utilizado para pagarlas. Para los jubilados, ahorradores e inversores, esta degradación devalúa y potencialmente pone en peligro años de esfuerzo fiscal y seguridad futura.
Muchos de los expertos que proponen la TMM señalan el bajo nivel de inflación desde el final de la crisis financiera como prueba de que utilizar el poder de la imprenta no produce inflación. A pesar del hecho de que un solo dato no es evidencia sólida de nada, es probable que el alto nivel de deuda sea la mejor explicación de por qué el crecimiento de la economía desarrolladas y de la inflación ha sido tibio, a pesar del masivo estímulo global. Agregar deuda a la deuda probablemente solo servirá para inhibir aún más el crecimiento.
Aparte, hay que tener en cuenta una serie de acontecimientos económicos del mundo real que nos previenen de aplicar esta teoría monetaria. Taylor tiene en su escritorio un billete de 100 dólares zimbabuenses y un billete de 2 billones de marcos alemanes emitidos en los últimos días de la república de Weimar, justo después de la Primera Guerra Mundial. Ambos países obviamente tenían el control de sus respectivas imprentas, pero los ciudadanos de ambos sufrieron unas consecuencias prácticamente insoportables. Los defensores de la TMM presentan argumentos complicados sobre por qué los dos ejemplos no son pertinentes, pero según la opinión de Taylor, intuitivamente parece que lo son.
Para controlar la inflación, la mayoría de los sistemas monetarios dependen de un proceso político o de una autoridad bancaria central fuerte. Debido a que los sistemas políticos, con más de mil años de historia económica, tienen una historia tan pobre de reaccionar a las amenazas económicas de manera oportuna, las naciones desarrolladas modernas han creado instituciones bancarias centrales. La mayoría de estos tienen el mandato central de mantener la estabilidad de precios, y la mayoría son independientes de su liderazgo político. Por otro lado, la TMM se basa en que los políticos actúen contra su propio interés para aumentar los impuestos (lo que daña su popularidad entre los votantes) a medida que la inflación supera un umbral indefinido. La historia argumenta fuertemente contra los políticos que tienen la voluntad y el coraje de hacerlo.
Si bien el sistema actual de Estados Unidos cuenta con un banco central independiente que controla la disponibilidad de crédito tiene inconvenientes importantes, Taylor cree que los riesgos inflacionarios asociados con la TMM son inaceptables. Desde su punto de vista, la TMM es una arquitectura más política que económica que, al mismo tiempo, corre el riesgo de avivar la inflación y ralentizar el crecimiento económico para las generaciones futuras. Cuando un político ofrece algo por nada, la historia dice que se debe tener cuidado.
A pesar del interés reciente en la TMM, todavía es una idea que reside firmemente en la periferia del pensamiento político y económico. Sin embargo, en una era de creciente populismo, las ideas marginales pueden transformarse rápidamente en ideas comunes. Los inversores deben tener especial cuidado con esta teoría.