El creciente peso de la producción estadounidense en el mix energético mundial también ha aumentado la importancia de los trastornos sufridos por la producción en regiones como la del Golfo de México, donde ahora empieza la temporada de tormentas. Desde NN IP señalan que llevará meses evaluar el impacto de Harvey, pero algunas de sus secuelas sobre el sector energético son ya palpables ya que a su paso dañó la infraestructura energética del Golfo de México.
El 18% de la producción de petróleo y aproximadamente el 4% de la de gas natural, el Golfo continúa siendo una región clave para el sector energético de EE.UU., si bien su participación en el total producido ha disminuido como resultado de la extracción de hidrocarburos a partir de esquistos bituminosos. “Por ejemplo, ese porcentaje del 4% en la producción gasista representa una disminución notable respecto del 26% al que ascendía en 2001”, explica la firma en su análisis.
La revolución que representa la producción a partir de esquistos y el consiguiente ascendiente de EE.UU. como productor determinante del precio marginal en el mercado mundial también han elevado el perfil de estas tormentas, cuyo impacto es ahora más global y no sólo doméstico”, añaden.
Estados Unidos se ha convertido asimismo en el mayor exportador mundial de productos petrolíferos, por lo que las interrupciones en sus refinerías, producción, oleoductos y puertos repercuten también en el extranjero
A finales de agosto estaba cerrada casi el 25% de la capacidad de refino del país, privando con ello al mercado de unos 4,4 millones de barriles diarios de productos refinados. “Se esperaba que las reservas de carburantes, que ya habían disminuido en la temporada de desplazamientos por carretera durante la época vacacional estival en EE.UU., aún descendieran más por efecto de las interrupciones en las refinerías. En consecuencia, uno de los efectos más inmediatos de Harvey fue un intenso repunte en los precios de los carburantes”, asegura la firma.
Los cierres de refinerías reducen la demanda de crudo
En cambio, y pese a los cortes registrados en la producción, la cotización del crudo West Texas Intermediate (WTI) ha sufrido presiones a la baja. Esto se debe, explican desde NN IP, a que la interrupción estimada en la producción de petróleo, que a finales de agosto rondaba el millón de barriles diarios, fue muy inferior a la reducción en la demanda de crudo como consecuencia de las paradas más amplias en la actividad de refino.
Al efecto negativo de estas paradas se une el cierre simultáneo de oleoductos y puertos estadounidenses, factores que conjuntamente elevan la presión sobre los precios del crudo ligero
Con la temporada de desplazamientos por carretera llegando a su término, las refinerías estaban a punto de iniciar sus operaciones de mantenimiento anual. La cotización del Brent del Mar del Norte, la otra referencia internacional para los precios del crudo, también había disminuido. Las consecuencias inmediatas de Harvey hicieron caer la cotización del WTI más que la del Brent, que se ha recuperado algo desde entonces. En NN IP creen que “las interrupciones en EE.UU. afectarán previsiblemente también a la demanda ejercida por refinerías europeas y asiáticas, que aumentará”.
Los efectos sobre la demanda pueden durar más que sobre la oferta
Como resultado de estas dinámicas, la brecha entre los precios del Brent y el WTI se amplió tras el huracán. “Es probable que el arbitraje de precios del mercado mantenga este diferencial dentro de unos límites, así como que la demanda de WTI aumente una vez se reanuden la producción de petróleo y la actividad en las refinerías y los puertos”, añade la firma.
En su opinión, “la oferta tendería a normalizarse en un mes o así, mientras que la situación de la demanda podría llevar varios meses. Esto, unido a una posible reversión del posicionamiento especulativo neto, largo en WTI, podría mantener los precios bajo presión en los próximos meses”.
En la actualidad, el impacto de Harvey es incierto. El huracán Irma, por su parte, asoló el Caribe antes de dirigirse hacia la costa oeste de Florida, recordándonos que la temporada de huracanes no ha hecho más que empezar.