Se cumplen seis meses desde el inicio de la pandemia. En apenas medio año el mundo ha cambiado y en un abrir y cerrar de ojos nos hemos visto inmersos en la mayor recesión económica de la historia. Tal y como ha explicado David Cano, socio director de Afi Analistas Financieros, en el III Evento de Aseafi, además se trata de una recesión desigual que no afecta a todos los sectores y países con la misma intensidad. Una característica que se ve claramente al comparar Europa y Estados Unidos, o por ejemplo España con Europa.
Sin embargo, Cano sí localiza un rayo de luz y es la capacidad de crecimiento que ha tenido China, epicentro de la pandemia. “Han sido capaces de controlar forma más eficaz la pandemia, con políticas económicas y fiscales más expansivas, lo que le ha dado ventaja en la carrera de alcanzar a EE.UU. como potencia mundial”.
En este sentido, Cano aconseja prestar atención al repunte de los tipos de interés del yuan chino, ya que la deuda pública de China es una de las pocas donde los tipos de interés están en niveles que “no están mal”. Esto, junto con cierta perspectiva de que la moneda china se pueda apreciar, es uno de los argumentos que le llevan a tener sobreponderado el mercado chino, que, según expresa, ya tiene que ser considerado como una categoría de activo.
Analizando la otra super potencia, Cano considera que Estados Unidos no ha salido tan mal parado y cree que a final de año es posible que recupere lo perdido. Por esta razón, en Afi están incorporando dólares en su cartera, los cuales actúan como activo refugio. “Creemos que se apreciará y claramente es el activo refugio que ha funcionado. Si tenemos una nueva recaída entendemos que es un activo refugio, por lo que sobreponderaremos la deuda pública americana”, añade.
Respecto, a elementos de cobertura para la renta variable, Cano destaca cuatro ideas, en concreto, cuatro tipos de ETFs: de volatilidad; estar corto en riesgo de crédito; un ETF que juega a tener breakeven de inflación y los metales preciosos (oro, plata, platino y paladio).
El papel de los bancos centrales
Una de las principales diferencias de esta crisis con la anterior ha sido la actuación de los bancos centrales, una reacción que Cano ha calificado como “impresionante” y “satisfactoria”. En total, la Fed y el BCE han creado 4,7 billones de euros en estos seis meses de pandemia.
Concretamente, el BCE ha creado 1,7 billones. Un billón ha sido para prestar a los bancos y 700.000 millones se han destinado a la compra de activos de renta fija. “Su intención es llegar a la economía real a través de los bancos comerciales. Gracias a la solvencia de los bancos y a los avales de los gobiernos los bancos están concediendo créditos. También a través de los estados que están disparados en términos de déficit público pero que lo financian sin problema”, explica. Una situación muy diferente a la de la anterior crisis, cuando la prima de riesgo española se situó en los 600 puntos y el tesoro español tenía que pagar el 7% para poder financiar el déficit público.
Otra de las notables diferencias que localiza es que, esta vez, el mercado de capitales está ejerciendo y las grandes corporaciones no están teniendo problemas para emitir en el mercado primario de bonos. “Como economista me gusta porque veo que la capacidad de resistencia ha sido superior. Como gestor de carteras me gusta menos porque provoca que los tipos de interés de la deuda publica estén bajos, al igual que los diferenciales en renta fija privada y en la renta fija high yield. Los bancos centrales han provocado una distorsión en los precios de los activos financieros”, expresa.
Temáticas protagonistas en la recuperación: ESG, infraestructuras, conectividad y salud
El COVID-19 no ha hecho más que acelerar tendencias que ya estaban presentes. Un ejemplo de ello, según explica Alejandro Domecq, jefe de ventas en M&G, es la inversión en renta variable. “Hemos visto que los bancos centrales han llevado los tipos a terrenos negativos y el 67% de los bonos globales cotizan por debajo del 1%, lo que empuja a que la tendencia sea invertir más en renta variable”, explica.
Respecto a la inversión en infraestructura cotizada, Domenecq ha señalado que desde M&G la entienden como aquella inversión en compañías que cotizan y están respaldadas por activos físicos y críticos para el funcionamiento de nuestra sociedad, o por contratos a muy largo plazo con ingresos previsibles.
En este sentido, ha indicado que invierten en infraestructuras económicas, sociales y de crecimiento que se benefician de las grandes tendencias del futuro, como son la mayor utilización de la tecnología, energías limpias, o urbanización. Asimismo, ha destacado la inversión ESG, ya que cree que permite adaptarse a cambios y responder, sobre todo en un tema como la infraestructura, a cambios de tendencias.
Otro de los activos donde Domenecq ve oportunidades es en la inversión en utlities. “El sector de consumo público, gas y agua han aguantado bien durante la crisis porque son bienes vitales, a nivel de beneficios podemos ver cómo, a pesar de esta crisis, el sector de utilities ha conseguido mantener los beneficios e incluso aumentarlos”, explica.
En el campo de la inversión ESG, destaca el impulso que le dará la Unión Europea, algo que proporcionará muchas oportunidades a los inversores. En este sentido, advierte del efecto que pueden tener los cambios regulatorios. “Existe un gran porcentaje del ebitda de las compañías que se podría reducir en función de cambios legislativos. Hay que estar muy atentos a cambios regulatorios, tener un enfoque mirando a los cambios sociales y medioambientales”, aconseja.
Por su parte, Óscar Esteban, director de ventas para España y Portugal de Fidelity, se ha centrado en la conectividad como megatendencia. Donde ha destacado el papel acelerador del COVID-19 y la necesidad de que los análisis de las compañías sean cada vez más profundos.
Para el experto, la tecnología es “el caballo ganador” del mundo post COVID-19. Pero sus ganadores han de encajar en una de las tres categorías en las que dividen a las compañías: dinamizadores (ofrecen las herramientas), creadores de redes (tienen márgenes bajos y van a ver incrementados su márgenes de forma consistente) y los innovadores, los cuales se benefician de los dos anteriores y son compañías que generan aplicaciones para sanidad digital, ciudades inteligentes, e-commerce o juegos online.
Por último, Álvaro Ramírez, vicepresidente ejecutivo de ventas para el mercado español de JP Morgan, se ha centrado en la inversión en salud. Según explica, el menor ruido político -antes la principal fuente de incertidumbre era la guerra comercial y el Brexit- el aumento de interés de los inversores y el COVID-19 y la carrera por la vacuna, han hecho que este año se pusiera más atención en este sector.
Sin embargo, a pesar de que parezca una moda, Ramírez recomienda poner las luces de largo alcance. “Es una tendencia apoyada por tres pilares que provocarán cambios estructurales a medio y largo plazo: el envejecimiento, la innovación y las tecnologías”, apunta.
Cada vez vamos a vivir más, lo que aumenta la necesidad de destinar más dinero para cuidarnos. En los países desarrollados el porcentaje del PIB que se destina a salud se acerca al 9% y, según expresa Ramírez, en los emergentes también vemos cambios que harán que aumente de manera acusada. Algunos ejemplos son el aumento de enfermedades de los países ricos, como la diabetes, la tendencia a incrementar el gasto en sanidad y el aumento de la urbanización que lleva aparejado enfermedades como el asma.
Sin embargo, advierte de que el sector salud no deja de ser una estrategia temática y debe ser satélite. “Para el inversor particular son estrategias que se entienden muy bien, pero no dejamos de pensar que el core de la cartera debe invertirse en productos globales, multiactivos y diversificados”, concluye.
Álvaro de Luna, country head of distribution Iberia en Aberdeen Standard Investments, ha abordado la inversión responsable en un panel donde ha asegurado que Europa ha tomado el liderazgo en la transición hacia la sostenibilidad, y es uno de los factores que indican que pueda ser la década europea. Además, ha corroborado que la inversión bajo criterios ESG, contribuye positivamente a la rentabilidad.