Este martes muchos votantes de varios estados acuden a los colegios para participar de elecciones primarias programadas que se aglomeran en el famoso “supermartes” y dejan reflexiones de cara a las presidenciables de noviembre.
El supermartes agrupa 15 contiendas para republicanos y 16 contiendas para demócratas repartidas por todo el país. Más de un tercio de los delegados republicanos están en juego, junto con una porción igualmente grande de delegados demócratas.
El expresidente Donald Trump ganó cómodamente las primarias de Carolina del Sur, superando a la última contendiente restante, Nikki Haley, por 60% a 40%. Trump sigue siendo el gran favorito para ganar la nominación republicana, pero hoy es la última oportunidad de Haley.
Por otro lado, el presidente Joe Biden va a la zaga en las encuestas. “Si bien argumentamos que las encuestas tan lejanas no son fiables y que una economía en mejoría debería elevar las expectativas de Biden para fin de año, se enfrenta desafíos más apremiantes a corto plazo”, dice el informe de David Page, jefe de Investigación Macro de AXA Investment Managers.
Además, el texto de AXA distribuido a la prensa recuerda que un informe del Departamento de Justicia con carga política lo calificó como «un anciano con mala memoria«, una imagen que resuena en medio de sucesivas meteduras de pata. A esto se le suma que una encuesta reciente de NBS mostró que el 75% de los votantes estaban preocupados. Esta es una imagen de la que Biden puede tener dificultades para deshacerse antes de las elecciones.
Los resultados de esta jornada se caracterizan por dar una gran muestra del electorado y posiciona a los candidatos en Alabama, Alaska (para los republicanos) y Arkansas, California, Colorado, Maine, Massachusetts y Minnesota, Carolina del Norte, Oklahoma, Tennessee, Texas, Utah, Vermont y Virginia.
El año de elecciones se afronta a un contexto macroeconómico que cerró en 2023 “con un fuerte impulso”, resalta Page. Sin embargo, “aún quedan dudas sobre si la economía finalmente se desacelerará”, agrega el informe.
Por otro lado, Samy Chaar, economista jefe, y Christian Abuide, responsable de Asignación de Activos de Lombard Odier, asumen que la probabilidad de que uno de los cuatro casos penales de Trump resulte en una condena antes de las elecciones es cada vez menor, después de que la Corte Suprema dictaminara esta semana que puede postularse para presidente.
Si bien para los demócratas no hay una carrera para reemplazar al presidente Joe Biden, con índices de aprobación por debajo del 40% y reacciones dentro del partido al conflicto entre Israel y Hamas, algunos lo consideran un pasivo electoral, agregan Chaar y Abuide.
En este contexto eleccionario, “lo importante para los mercados es que se trata de una campaña electoral relativamente poco arriesgada, ya que ambos candidatos han ocupado el cargo con anterioridad”, comentó Charlotte Daughtrey, especialista de Renta Variable en Federated Hermes.
No obstante, recuerda que el S&P ha registrado una rentabilidad media anualizada de un 6,2% en todos los años electorales desde la administración Hoover y que son las empresas de pequeña y mediana capitalización las que han obtenido mejores resultados en los años electorales.
En ese sentido, para Daughtrey cree “que las empresas de alta calidad con fuertes barreras de entrada obtendrán mejores resultados independientemente del presidente o del ciclo económico”.
Lo que le tocará a quien gane
El primer problema que enfrentará quien asuma el cargo en enero de 2025 será el «precipicio fiscal» de EE.UU., o el déficit presupuestario federal que regularmente paraliza al Gobierno debido al techo de deuda del país, comentan los expertos de Lombard Odier.
Según Chaar y Abuide, ningún lado del espectro político ha mostrado disposición para resolver el déficit del país. Si los demócratas ganan la presidencia, pero el Congreso permanece dividido, una solución al déficit sin duda se enfrentará a retrasos y tácticas de acercamiento al borde del abismo, socavando las posibilidades de decisiones presupuestarias significativas.
“Sin embargo, sea quien sea que ostente la presidencia, el problema no es nuevo; los fundamentos de la deuda de EE.UU. permanecerán sin cambios junto con la amenaza regular de un incumplimiento técnico. El debate sí tiene implicaciones a corto plazo para la calificación crediticia de EE.UU., además de muchos créditos fiscales para energía limpia, producción e inversiones que caen bajo la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), así como el presupuesto de salud”, concluyen los expertos.
Implicaciones en la clase de activos y sectoriales
El continuo rendimiento superior del mercado estadounidense respalda la decisión de Lombard Odier de diciembre de 2023 de aumentar su exposición estratégica a los activos estadounidenses. “A pesar de la posibilidad de una mayor volatilidad en el mercado de valores en un año electoral, eso debería disminuir, y las acciones estadounidenses merecen su posición central en las carteras”.
Sin embargo, los años electorales no muestran una correlación particular con el rendimiento del mercado de valores, que tiende a ser positivo, aunque a menudo muestran cierta consolidación o acumulación de primas de riesgo antes de una votación, y luego se recuperan en el período posterior, agregan los expertos.
A nivel sectorial, para la gestora, una victoria de Biden probablemente significaría un statu quo para la política energética. Lo mismo no puede decirse en caso de una victoria de Trump, lo que podría implicar recortes potenciales en el gasto gubernamental planificado con implicaciones para la diversificación hacia energía alternativa y tecnologías.
“Esperaríamos que una segunda administración de Trump fuera más positiva para las empresas de energía tradicional y los servicios financieros si muestra una dosis de desregulación”, explican Chaar y Abuide.
El sector de la salud tiende a desempeñarse mejor en entornos políticos estables, aunque “podríamos ver una presión regulatoria continua para acompañar el amplio acuerdo político de que los costos de atención médica deben seguir disminuyendo”.
Por otra parte, el sector tecnológico parece ser bastante indiferente sobre quién está en la Casa Blanca. Un área de interés y diferencia potencial está en torno a la regulación y cómo equilibrar las preocupaciones antimonopolio con el impacto potencialmente transformador de la inteligencia artificial.
“A medida que la promesa de la IA continúa evolucionando y se monetiza, las elecciones estadounidenses parecen ser menos relevantes”, concluyen los expertos.