Tradicionalmente, los análisis de renta fija de gobiernos no han evaluado el potencial de desarrollo sostenible a largo plazo del país emisor, especialmente en los mercados emergentes, donde resulta más difícil obtener información fiable y contrastada. Pero cada vez más, los inversores reclaman que se tengan en cuenta factores externos de tipo medioambiental o social, por ejemplo.
Esto explica, según Candriam, que las gestoras incluyan los criterios ESG –environmental, social y governance, según sus siglas en inglés– en sus procesos de análisis. En el caso de Candriam, la gestora ha probado el proceso “Best in Universe” en materia medioambiental, social y de buen gobierno (ESG, por sus iniciales en inglés), que ofrece a los inversores una evaluación integral del potencial de desarrollo sostenible de cada país así como de los riesgos y oportunidades de carácter no financiero que influyen en la creación de valor a largo plazo.
Este análisis parte de un diagrama de análisis dinámico que puntúa a los países en función de lo sostenible que es su gestión del capital humano, natural, social y económico. Las fuentes de datos independientes que alimentan dicho análisis proporcionan indicadores medibles y coherentes sobre los que basar las clasificaciones y calificaciones. Y según este análisis y los criterios que usa, Suecia, Noruega, Suiza, Islandia y Luxemburgo son los países más aptos para la inversión.
La firma ha recopilado el resultado de su análisis en una nueva edición del su informe ESG por países, un estudio en el que ha evaluado a 123 países, de ellos 35 eran economías avanzadas y 88 correspondía a economías emergentes.
Como resultado principal, Candriam apunta a que hay 74 países catalogados como aptos para la inversión –40 corresponden a economías emergentes y 34 a desarrollados– y 49 como no aptos. “Se observa un renovado interés entre los inversores por entender no solo la gestión, las estructuras y los procesos de inversión, sino también cómo custodian y administran los países su capital. Este cambio se origina en la evolución de las políticas públicas en materia de buen gobierno, que se refleja en marcos como los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo del Clima de París en 2015”, explica Wim Van Hyfte, jefe global de Inversión Responsable y Análisis de la firma.
Resultados del estudio
El hecho más predecible que ha arrojado este informe es que son los países desarrollados quienes ocupan de forma sistemática los cinco primeros puestos de esta clasificación –Suecia, Noruega, Suiza, Islandia y Luxemburgo, en la edición de 2017–, “lo que demuestra un sólido compromiso con los procesos que les han aupado hasta lo más alto”, apunta el estudio.
En la edición de este año, Suecia no solo se alzó con la primera plaza, sino que mejoró la puntuación del año pasado, al igual que los otros cuatro primeros clasificados. Las puntuaciones indican que el capital social, el capital humano y el capital natural, tal y como se definen en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, cuentan con el mayor grado posible de apoyo y protección. Del mismo modo, Noruega obtiene una puntuación elevada en las cuatro dimensiones del capital. En tercera posición, Suiza obtiene buenos resultados en todas las áreas y únicamente baja en materia de transparencia financiera y rendición de cuentas.
En cambio, la gran sorpresa la dan los países emergentes, que mejoran sus puntuaciones económicas. Según las conclusiones de Candriam, “este año se registró una mejoría de las puntuaciones económicas en muchos países emergentes, como la India, Polonia, México, Indonesia y Costa de Marfil, a pesar de que la India y Polonia puntuaron peor en otras áreas. La creciente importancia económica de los mercados emergentes es evidente. En las mayores economías emergentes, observamos una reorientación de las políticas públicas en China y la India en favor de un crecimiento más respetuoso con el medio ambiente, mientras que en Rusia y Brasil parece que se mantuvo el marco existente”.
Expectativas de mejora
Candriam se mantiene optimista respecto a la mejora que en los próximos años pueden experimentar varios países africanos, gracias a los beneficios que genera la propia globalización. “En Costa de Marfil, la mejora de la administración pública debería traducirse en una mayor puntuación de sostenibilidad. En Oriente Medio y Norte de África, Marruecos y Túnez se perfilan para una mejora gradual, con la condición de que consigan aislarse de la inestabilidad y la inseguridad”, señala como ejemplos.
Sin embargo, advierte que, en este proceso, hay muchos riesgos. Por ejemplo, explica el informe, que si el gobierno turco sigue alejándose de los principios democráticos, su puntuación se verá afectada negativamente. “Ese factor también ha penalizado los resultados globales en ESG de muchos países asiáticos que generalmente obtendrían una buena puntuación en las áreas de capital humano y capital económico”, reconoce el estudio en sus conclusiones.