La deuda de mercados emergentes, compuesta por emisiones de unos 70 países, se ha convertido en una clase de activo enorme, con un universo de inversión de 16 billones de dólares, que para los inversores extranjeros se reduce a 6,2 billones. A su vez, el universo de renta fija emergente corporativa agrupa 650 emisores diferentes entre 53 países, comprendiendo una clasificación crediticia desde el rango CCC hasta doble AA. Y, según apuntan desde PineBridge, la renta fija de mercados emergente tendrá un crecimiento materialmente superior al de los mercados desarrollados en 2018. “Es un mercado amplio, con muchas oportunidades y algunos riesgos, pero en términos de fundamentales es probablemente el mercado más fuerte que he visto en los mercados emergentes”. comenta Steve Cook, gestor de cartera dentro del equipo de renta fija emergente.
Conforme el diferencial del crecimiento en PIB entre los mercados emergentes y los mercados desarrollados se amplía, con una significativa mejora en las economías emergentes, se espera una mayor inversión y una mayor llegada de flujos a los mercados de acciones locales, algo que suele provocar que las monedas de los mercados emergentes se aprecien.
“En el mercado no se habla de otra cuestión que de la fortaleza de los fundamentales de la deuda emergente. Para nosotros es una oportunidad, los mercados están cotizando de una forma razonable, con un diferencial materialmente menor a lo que era históricamente, pero con la ventaja de una mejora en los fundamentales de estos países. Es por esto que estamos favoreciendo a la renta fija emergente en moneda local frente a la denominada en divisa fuerte, especialmente si se tiene en cuenta en términos relativos, manteniendo unos diferenciales que son todavía superiores a los de los mercados desarrollados”, señala.
En el caso de la deuda corporativa emergente de grado de inversión, los fundamentales son mejores que los de sus pares en los mercados desarrollados, con un menor apalancamiento y mejores márgenes, como consecuencia la volatilidad de esta clase de activo ha disminuido considerablemente. “Algunos escépticos lo atribuyen únicamente al relajamiento cuantitativo, apuntando a la cantidad de flujos que ha entrado en la renta fija como clase de activo, provocando una disminución de la volatilidad en términos generales. En concreto, si se compara la desviación estándar anualizada a 10 años de la deuda emergente soberana en moneda local, de la deuda emergente corporativa con grado de inversión y la deuda corporativa estadounidense de grado de inversión, con valores de un 13%, 7% y 6,6% respectivamente, contra la misma métrica a 5 años, se puede ver una clara disminución de la volatilidad, reduciendo a un 11%, 3,7% y un 3,9%. En realidad, se trata de un fenómeno consistente que se ha dado en los últimos 10 años”, añade.
La razón por la que la volatilidad de la deuda emergente soberana denominada en moneda local sigue siendo tan elevada es la volatilidad de la divisa. El índice de tipo de cambio de monedas emergentes frente al dólar se encontraba en 2011 en un valor de 115, depreciándose prácticamente un 50% hasta alcanzar un valor de 65 en 2016 y comenzando a repuntar a partir de 2017. “Un inversor que permaneció invertido en los mercados durante estos años incurrió en pérdidas de dos cifras. Esto hizo que algunos inversores de esta clase de activo se pusieran nerviosos, y a su vez, provocaran una mayor volatilidad, debiéndose esta bajada a la fortaleza del dólar”.
En su escenario base, PineBridge espera que la deuda emergente en divisa local pueda llegar a obtener entre un 10% y un 15% de rentabilidad frente a los bonos del Tesoro estadounidenses. Siendo aproximadamente la mitad de este rendimiento el cupón y el resto apreciación de las divisas emergentes. Además, según apunta Steve Cook, siguen existiendo países con alto y bajo beta que no necesariamente se concentran alrededor del índice de referencia.
De forma general América Latina es considerada una región de alta beta, por ser más volátil que sus pares en Asia. Esto se basa en su comportamiento histórico, pero también en el hecho de que Asia suele alcanzar de forma generalizada el grado de inversión, mientras que en América Latina existen países con grado de inversión, pero también hay países con clasificación B o BB.
“El desafío reside en que en la actualidad no hay muchas oportunidades por país. En 2016, había mucha preocupación por como se habían ampliado los diferenciales en Brasil, pero para nosotros, el aspecto fundamental no se encontraba en una posición especialmente precaria, cotizando un mayor riesgo del que nosotros consideramos. En esa ocasión apostamos por una sobreponderación a nivel de país, lo que nos ayudó a obtener un rendimiento superior al índice. A principios de año, Argentina realizó una emisión en dólares, provocando que los diferenciales de la deuda corporativa del país se ampliaran. Este es el tipo de diferenciales que estamos buscando ahora, unos 20 – 30 puntos base. Muy lejos de los diferenciales de 100 – 200 puntos base que hemos visto en otras ocasiones. Viendo estos niveles, algunos inversores pueden inclinarse por comprar directamente el índice, pero creemos que en la gestión activa se puede evitar aquellos créditos que tienen un pobre desempeño y hay muchos aspectos a tener en cuenta para conseguir un rendimiento superior al índice, como puede ser la apuesta en el comportamiento del Tesoro estadounidense, la apuesta por la valoración del dólar y el euro frente a las divisas emergentes.”
Por último, Cook señala que los principales riesgos para la clase de activo son factores externos, como pueden ser riesgos geopolíticos, elecciones o movimientos en la tasa de interés y en los tipos de interés de estados unidos, así como en el dólar. “Aparte de asegurarse que la emisión no va a incurrir en impago, también es necesario tener en cuenta el aspecto macroeconómico, en especial a nivel de país. Es posible que dentro de la cartera tengamos una sobreponderación al sector de minas y metales, sector en el que Rusia tiene un fuerte peso. Si nuevas sanciones entran en juego, se puede perder rendimiento con respecto al índice por culpa de la exposición al país a pesar de que se haya hecho una buena selección de crédito. Este es uno de los raros momentos en los que los que no hay altos riesgos reales en los aspectos fundamentales, pero para mí es cuando hay que tomar una mayor precaución. La mayoría de los estrategas y asignadores de activos han elegido la deuda emergente entre sus apuestas más fuerte, algo que hace sentido”, finaliza.